Arabia Saudí anunció una reducción de la producción de la petrolera estatal Aramco, la principal del mundo, en un 50% tras el ataque de los rebeldes hutíes yemeníes contra dos de sus refinerías, aunque ha asegurado que cubrirá la demanda de sus clientes con inventarios.
Además del impacto en la economía y los suministros de crudo, el ataque, con diez aviones no tripulados, ha dejado una profunda huella política, con EE.UU. responsabilizando a Irán, que respalda a los hutíes, y Riad asegurando que tiene la «voluntad y la capacidad» de responder a la agresión.
Al filo de la medianoche, casi 20 horas después del ataque, el nuevo ministro de Energía de Arabia Saudí, el príncipe Abdulaziz bin Salman, ha tenido que salir, a pocos días de asumir el puesto, a reconocer que Aramco ha detenido su producción en unos 5,7 millones de barriles o cerca del 50 %.
«Estas explosiones también han detenido la producción de gas asociado estimado» en 2000 millones de pies cúbicos por día, utilizada para producir 700.000 barriles de gas líquido, lo que reducirá el suministro de gas etano y gas natural en hasta un 50%, dijo en un comunicado difundido por la agencia estatal de noticias SPA.
La empresa, considerada por las agencias crediticias Moody’s y Fitch como la empresa con más ganancias del mundo, con un beneficio neto que estimaron en 111.100 millones de dólares en 2018, todavía está calculando los daños y ofrecerá más información sobre su alcance en las próximas 48 horas.
Aunque no hubo cortes de electricidad ni agua en el país árabe, el propio presidente estadounidense, Donald Trump, admitió durante una conversación telefónica con el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman, que el ataque ha afectado a la economía de EE.UU. y el mundo.
Trump también se ofreció a colaborar en «todo» aquello que ayude a la seguridad y estabilidad de Riad, que lidera una coalición militar en el Yemen contra los rebeldes y en favor del Gobierno reconocido internacionalmente, cuya cúpula está casi toda exiliada en territorio saudí.
Sin embargo, Salman le aseguró que el reino cuenta con la «la voluntad y la capacidad para afrontar y tratar esta agresión terrorista» de los hutíes, que han convertido los ataques a objetivos en Arabia Saudí como aeropuertos y refinerías en un quehacer diario.
A pesar de su asiduidad y de que hace menos de un mes atacaron con el mismo número de drones otras instalaciones de Aramco, en esta ocasión lograron causar sendos incendios e infligir un gran número de pérdidas económicas que tendrán repercusión en buena parte del globo.
Los detalles sobre el impacto llegaron horas después de que medios saudíes y yemeníes amaneciesen el sábado con alertas e imágenes que mostraban un complejo petrolero con varios focos en llamas.
El portavoz militar hutí, Yahya Sarea, informó entonces en un comunicado de que las instalaciones atacadas se ubicaban en las áreas saudíes de Abqaiq y Khurais, donde impactaron de forma «precisa y directa» una decena de aviones no tripulados.
«Prometemos al régimen saudí que nuestras operaciones futuras se expandirán más y más y serán más dolorosas que antes mientras continúen las agresiones y el asedio», aseveró el portavoz, que calificó el ataque de respuesta «legítima» tras cinco años de agresiones saudíes en el Yemen.
El conflicto yemení estalló a finales de 2014, cuando los rebeldes ocuparon Saná y otras provincias del país y expulsaron al presidente Abdo Rabu Mansur Hadi, mientras que al año siguiente comenzó la intervención de la alianza árabe.
Los hutíes, por su parte, están respaldados por Irán.
Por ello, el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, acusó a Teherán de los ataques y aseguró, incluso, que «no hay evidencias» que sugieran que esa ofensiva fuera lanzada desde el Yemen.
«En medio de llamados para reducir la tensión, Irán ha lanzado un ataque sin precedentes contra el suministro de energía del mundo», dijo Pompeo en Twitter.
También el enviado especial de la ONU para el Yemen, Martin Griffiths, mostró su «extrema preocupación» por los incidentes y pidió contención.
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