La Península de Yucatán hospeda riqueza arqueológica todavía por descubrir

Por EFE
30 de septiembre de 2018 10:33 PM Actualizado: 30 de septiembre de 2018 10:33 PM

La gente que vive en la Península de Yucatán, integrada por los estados mexicanos de Yucatán, Quintana Roo y Campeche, tiene la creencia de que el suelo de la región es tan plano que detrás de cualquier montículo o cerro hay muchas probabilidades de que se trate de vestigios arqueológicos y en muchos casos así es.

La comunidad rural Dos Aguadas, que pertenece al municipio de José María Morelos, en la zona maya de Quintana Roo, es un claro ejemplo de esta situación, aquí muchos de sus pobladores están acostumbrados no sólo a custodiar sus terrenos sino a proteger lo que hay dentro de ellos.

Dos Aguadas se ubica muy cerca del llamado Punto Put, que es donde colindan geográficamente los estados de Campeche, Quintana Roo y Yucatán, que componen la Península junto con Belice y Guatemala.

Al menos siete familias que viven en esta comunidad tienen en sus patios «cerros» que han explorado parcialmente y los mantienen bajo una vigilancia estricta para evitar saqueos, ya que buscan desarrollar proyectos ecoturísticos.

Ninguna persona ajena a la población puede ir a las pirámides sin la compañía de los habitantes del lugar porque además, advierten que hay muchas serpientes venenosas que son consideradas como guardianas y alejan a todo aquel que llega con malas intenciones.

«No puede vivir nadie en el cerro porque es propiedad de la nación, no podemos tocarlo, no podemos vivir, lo que sí podemos hacer es un proyecto por ejemplo, hacer la limpieza y a los que les gusta venir a pasear, a conocerlo, eso sí se puede», comentó Santos Tut González, uno de los habitantes de Dos Aguadas.

Durante un recorrido por una de estas pirámides, ocultas bajo una tupida vegetación compuesta en su mayoría por árboles y plantas que han echado raíces entre bloques de piedra perfectamente esculpidos, los pobladores hablan de las cosas que han encontrado en el interior de las pirámides.

«Abajo hay una pequeña cueva, está tapada pero se ve como un cuartito, una casita, se ve que se pierde el camino pero nadie ha intentado entrar, por miedo, porque no se sabe lo que hay adentro, porque son trabajos de hace muchos años, es piedra bien labrada, todo está bien hecho», agregó.

Aunque no las muestran abiertamente, también se refieren a piezas perfectamente conservadas halladas en el interior de las pirámides como platos, vasijas y piezas ornamentales.

Uno de los principales atractivos que tienen las pirámides de Dos Aguadas, aseguran, es que están conectadas por una red de túneles subterráneos.

Además de las pirámides que han sido parcialmente exploradas, los mismos habitantes del poblado reconocen que otros vestigios que estaban dentro de la comunidad y que en su momento no sabían qué eran, fueron utilizados para construir las bardas perimetrales de una escuela y de casas particulares.

En la entrada de la casa de Santos Tut González hay dos columnas de piedra labrada, estaban en la propiedad cuando la adquirió hace más de 40 años.

«Esas piedras, cuando llegué a este lugar hace 40 años ya estaban. El señor que me vendió la casa me dijo que las obtuvo en la orilla del cerro, las colocó en la reja principal y ahí se quedaron, es un trabajo de los antiguos habitantes», explicó.

Precisó que la escuela del lugar «está hecha con pura piedra labrada».

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en Quintana Roo se han documentado más de 2.200 vestigios arqueológicos pero por sus dimensiones y características sólo 13 se encuentran registrados en el catálogo nacional de zonas arqueológicas y están abiertos al público.

Adriana Velázquez Morlet, delegada en la entidad del INAH, señaló que en la Península de Yucatán es muy común encontrarse todo tipo de vestigios arqueológicos en solares, patios y parcelas.

Reconoció que ante la falta de información existe la falsa creencia de que los dueños de los terrenos podrían perderlos si reportan estos hallazgos.

«No hay ningún problema, la gente que tenga un terreno no lo va a perder, no se le expropia, lo único que hacemos es si va a hacer alguna obra o modificación les decimos dónde puede construir y dónde no y les damos recomendaciones para conservarlo», expuso.

«En lo que respecta a piezas o algún bien inmueble, tenemos dos opciones, una si lo quiere donar y la otra si lo quiere registrar, nosotros hacemos el registro, dictaminamos la autenticidad y lo puede conservar», indicó.

Velázquez Morlet explicó que lo más común que se encuentran son «albarradas» -como se conoce a las bardas perimetrales construidas de piedra- y montículos habitacionales.

«En la zona sur hay una enorme cantidad, también hay albarradas de otro tipo, montículos habitacionales, prácticamente de todo, no hay ejidatario que no tenga algún elemento arqueológico», aseguró.

Además de las grandes ciudades mayas como Tulum, Cobá y Kohunlich, todas dentro de Quintana Roo, diversas investigaciones arqueológicas han demostrado la presencia de pobladores mayas en todo el territorio donde se desarrollaban actividades agrícolas.

Las 13 zonas arqueológicas abiertas al público en Quintana Roo, donde hay cobro autorizado, recibieron de enero a agosto de este año más de 44.300 visitas de turistas nacionales y extranjeros.

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