La producción petrolera de Venezuela, que cayó un 28 % desde diciembre pasado tras un fugaz incremento en los últimos meses de 2021, se aleja cada vez más de la meta fijada por Nicolás Maduro de bombear 2 millones de barriles por día (bpd) a finales de año, para lo que requiere una subida del 218 %, respecto a los 629,000 bpd de julio.
Pese a esta caída, Maduro no redujo sus previsiones y, a tan solo cuatro meses de la fecha marcada, mantiene que se logrará el objetivo, «llueva, truene o relampaguee», y que el crecimiento continuará después, hasta llegar a bombear 3 millones de bpd en 2023.
Venezuela llegó a producir, en 1997 —cuando el chavismo todavía no había llegado al poder— 3.2 millones de bpd, y los 20 años siguientes se mantuvo por encima de los 2 millones.
Pero la industria petrolera venezolana, luego de haber sido una de las más fuertes del mundo, se vino abajo, sobre todo en el último lustro, a causa de la falta de inversión, la reducción del recurso humano calificado, la gestión y la corrupción, según especialistas.
En caída
Y así, mientras Maduro insiste en elevar la producción, las autoridades venezolanas han reportado a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) una caída sostenida en los últimos meses, en un contexto en el que el mundo pide un mayor suministro de crudo que contribuya a rebajar los precios, disparados por la guerra en Ucrania y las sanciones de Occidente a Rusia.
El mes pasado, el país produjo 629,000 bpd, casi 100,000 menos que en junio, según el informe de la OPEP, que refleja las cifras oficiales.
Este dato representa también una caída de 242,000 bpd respecto a diciembre, cuando cerró en 871,000 bpd.
Ante este escenario, para el expresidente de la Cámara Petrolera de Venezuela Reinaldo Quintero, no es posible llegar a la meta en lo que queda de año.
«Necesitamos mucho más tiempo. Es una meta posible (…) tú puedes ir incrementando 200 (mil), 400,000 barriles diarios, como ocurrió en el 2021, (pero) necesitas (…) lograr la flexibilización de sanciones que, a su vez, está sujeta por diálogos y negociaciones», dijo el empresario a Efe.
Con un levantamiento de sanciones —calculó— Venezuela tardará «dos (o) tres años» en llegar a 2 millones de bpd, lo que depende también de la cantidad de recursos que se inyecten y de que se superen las «autosanciones». Es decir, las decisiones internas que han afectado a la industria, entre ellas la falta de mantenimiento y el monopolio estatal del negocio.
Pero el problema de la producción va más allá de las sanciones petroleras. De hecho, si EE.UU. levantara estas medidas, el bombeo no aumentaría «rápidamente» debido a varios factores internos, como el deterioro de la infraestructura, reflejado recientemente en fallas ocurridas en los mejoradores de crudo, según explicó a Efe el especialista petrolero Luis Oliveros.
En su opinión, Venezuela no tiene dinero suficiente para revertir ese deterioro, por lo que se necesitan inversiones difíciles de conseguir, ya que el país no es, en este momento, un «destino apetecible para la mayoría de las empresas petroleras en el mundo».
La nación también demanda inversiones importantes en el sector eléctrico, cuya crisis, evidenciada en los miles de fallos reportados cada mes, ha afectado también la actividad petrolera.
Por lo tanto, agregó, llegar a 2 millones de bpd en 2022 es «imposible», y menos sin una «entrada importante de inversión».
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