En un discurso pronunciado el 14 de mayo en el Club de la Prensa Nacional de Washington, el secretario de Comercio, Wilbur Ross, analizó el enfoque comercial de la administración Trump ofreciendo información actualizada sobre las negociaciones con China.
Ross informó que la fuerte relación personal entre el presidente Donald Trump y el líder chino Xi Jinping facilitaría un acuerdo comercial entre Estados Unidos y China.
“Es difícil obstaculizar el resultado, pero mi esperanza es que la fuerte relación personal entre el presidente Trump y el presidente Xi facilite un acuerdo, tal como parece estar haciéndolo en relación con Corea del Norte”, argumentó Ross.
Ross asistió a una reunión de dos días en Beijing a principios de este mes, junto con el secretario de Hacienda Steven Mnuchin, el representante comercial Robert Lighthizer, el director del Consejo Económico Nacional Larry Kudlow y el asesor comercial de la Casa Blanca Peter Navarro.
“Antes de aterrizar en China, les enviamos una lista extremadamente detallada de nuestras necesidades, y ellos respondieron con una lista de propuestas similarmente detallada pero bastante diferente”, señaló Ross. “La brecha es amplia”.
Para dar seguimiento a las discusiones comerciales, el viceprimer ministro chino Liu He estará en Washington hasta el 20 de mayo.
En marzo, Trump propuso imponer aranceles por 50.000 millones de dólares a los productos chinos, como parte de una medida para reprimir las “prácticas comerciales injustas” de Beijing durante décadas que costaron a la economía estadounidense cientos de miles de millones de dólares al año.
La administración estableció más de 1000 productos importados que podrían afrontar aranceles del 25 por ciento. Que Estados Unidos imponga o no los aranceles propuestos depende del resultado de estas negociaciones.
Ross confía en que Estados Unidos tiene la ventaja y que el impacto de las represalias de China será insignificante para la economía estadounidense.
“Espero que podamos hacer un trato justo. Pero si eso no sucede, un intercambio comercial de represalias no será una amenaza económica para Estados Unidos”, remarcó.
Si China toma represalias con un arancel del 25 por ciento sobre 50.000 millones de dólares de las exportaciones de Estados Unidos, afectará menos de la tercera parte del 1 por ciento de impacto en la economía estadounidense de 18 billones de dólares, según Ross.
Además, las represalias de China afectarían negativamente a su propia economía.
“China no nos compra productos si tienen alternativas más baratas. Por lo tanto, los aranceles que imponen tendrán un costo para ellos”, agregó Ross.
Ross también criticó a China por imponer barreras discriminatorias y no arancelarias a los bienes de Estados Unidos, criticando a los funcionarios chinos por plantear el tema de la enfermedad de las vacas locas durante las negociaciones.
“Les he señalado que tanto el presidente como yo comemos bastante carne de res estadounidense y que, aparte del hecho de que estamos en un cargo público, no hay signos de inestabilidad mental como resultado de ello”, comentó.
No es comercio justo
La administración Trump se vio frustrada por la Organización Mundial del Comercio (OMC), calificando de obsoletas sus normas.
Estados Unidos está limitado por los dos lados de la pinza de la OMC, según Ross. Una es la cláusula de nación más favorecida (NMF por sus siglas en inglés) y la otra es el llamado “tipo consolidado”.
La norma NMF exige que se aplique el mismo arancel a todas las naciones, sobre la base del principio de la no discriminación. El arancel consolidado es el nivel máximo de arancel NMF para una mercancía determinada. Cada país asume un compromiso específico sobre los aranceles consolidados cuando se adhiere a la OMC.
Los aranceles de Estados Unidos estaban en niveles bajos cuando la nación se unió por primera vez a la OMC en 1995, mientras que sus socios comerciales entraron a la organización con aranceles altos.
Hoy en día, los aranceles de Estados Unidos están entre los más bajos del mundo y son el producto de políticas bipartidistas que abogaron por un comercio progresivamente más libre desde la Segunda Guerra Mundial.
Según Ross, Estados Unidos está estancado porque los bajos aranceles y el tipo consolidado impuesto por la OMC impiden que el país iguale los altos aranceles de otros países. Ross explicó que el comercio y los aranceles deberían ser recíprocos.
Un auto americano que va a China paga un impuesto de importación del 25 por ciento, mientras que un auto chino que va en sentido contrario a EE.UU paga sólo el 2,5 por ciento.
“Esto no es comercio justo”, recalcó Ross. “Los esfuerzos realizados durante la última década y media para negociar amplios cambios en estos aranceles fracasaron, en gran parte debido a la falta de voluntad de China para hacer concesiones proporcionales a su importante papel en la economía mundial”.
China se unió a la OMC con condiciones beneficiosas, según Trump.
En el año 2000, el presidente Bill Clinton otorgó permanentemente el estatus de “nación más favorecida” a China, que se convirtió en miembro de la OMC un año después.
El crecimiento económico de China se aceleró drásticamente tras su admisión en la organización. La producción manufacturera china superó a la estadounidense a partir de 2009-2010, y la brecha se amplió desde entonces, lo que provocó la pérdida de millones de puestos de trabajo en el sector manufacturero estadounidense.
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