La situación se vuelve contra los Institutos Confucio financiados por Beijing en los campus estadounidenses

Por Cathy He
20 de mayo de 2020 11:07 PM Actualizado: 20 de mayo de 2020 11:07 PM

Un número creciente de Institutos Confucio están cerrando sus puertas en los campus universitarios de Estados Unidos en medio de la preocupación por sus amenazas a la libertad académica.

Aunque se los considera centros de lengua y cultura china, los Institutos Confucio financiados por Beijing han recibido cada vez más críticas en Estados Unidos y en otros lugares, por su papel en la represión de la libertad de expresión y la promoción de la propaganda y la influencia china en las instituciones académicas.

Desde 2004, se abrieron más de 100 Institutos Confucio en universidades de todo el país. Aunque esa cifra disminuyó en los últimos años a medida que un número creciente de universidades cerraron estos polémicos centros, muchos lo hicieron como resultado de una medida en la Ley de Autorización de la Defensa Nacional de 2018, que prohíbe a las universidades que albergan Institutos Confucio recibir fondos del Pentágono.

Hasta mayo, 38 universidades habían cerrado o están en proceso de cerrar sus institutos, de acuerdo a la Asociación Nacional de Académicos (NAS), un grupo de defensa de la educación. A fines del verano, quedarán 80 institutos en el país.

«Los institutos de Confucio importan la censura a la educación superior estadounidense», dijo Rachelle Peterson, directora de políticas de la NAS a Epoch Times en un correo electrónico. «Están inherentemente en desacuerdo con la libertad intelectual que requiere un colegio o universidad».

Importar la censura

Peterson describió los Institutos Confucio como unos «kits de clase en una caja», los cuales provee el régimen chino a la universidad anfitriona, y que contienen profesores, sus sueldos, materiales de enseñanza, así como fondos para el funcionamiento de los centros.

Un informe de la NAS de 2017, escrito por Peterson, que recomendó el cierre de todos los Institutos Confucio en Estados Unidos, destacó el papel de estos centros en presentar una imagen positiva del régimen comunista.

«Evitan la historia política china y los abusos de derechos humanos, retratan a Taiwán y al Tíbet como territorios indiscutibles de China y educan a una generación de estudiantes estadounidenses para que no conozcan nada más de China que la historia oficial del régimen», dice el documento.

Los institutos son financiados y operados por Hanban, o la Oficina del Consejo Internacional de la Lengua China, una oficina del Ministerio de Educación de China.

Desde 2006, Hanban ha aportado más de 158 millones de dólares a unas 100 universidades estadounidenses para los Institutos Confucio, según un informe del subcomité de investigaciones del Senado de Estados Unidos de 2019 (pdf). Entre 2008 y 2016, Hanban gastó más de 2000 millones de dólares en la creación de dichos institutos en los campus universitarios de todo el mundo.

Fuera de la educación superior, hay 512 Aulas Confucio que funcionan en las escuelas de grado K-12 en Estados Unidos, según el informe.

Los propios funcionarios chinos han comentado que los Institutos Confucio son un punto clave en la campaña del Partido Comunista Chino (PCCh), para expandir su influencia global.

El entonces jefe de propaganda del PCCh, Li Changchun, describió en 2009 a los Institutos Confucio como «una parte importante del sistema de propaganda china en el extranjero».

Más tarde, en un discurso de 2011, elogió los centros como una «marca atractiva para extender nuestra cultura en el extranjero».

«Ha hecho una importante contribución para mejorar nuestro poder blando. La marca ‘Confucio’ tiene un atractivo natural. Usando la excusa de la enseñanza de la lengua china, todo parece razonable y lógico», dijo Li en su momento.

«Cuerdas atadas»

El reporte del subcomité del Senado encontró que algunos contratos entre las universidades de Hanban y de Estados Unidos contenían disposiciones que establecían que se aplicaba tanto la ley china como la estadounidense.

Los profesores chinos, por su parte, deben firmar contratos con Hanban, que establecen que sus contratos serán rescindidos si «violan las leyes chinas», «si se involucran en actividades perjudiciales para los intereses nacionales» o «participan en organizaciones ilegales», según el documento. Los términos también requieren que los instructores «salvaguarden concienzudamente los intereses nacionales» e informen a la embajada china en el plazo de un mes desde su llegada a Estados Unidos.

Sonia Zhao, exprofesora de chino del Instituto Confucio de la Universidad McMaster de Canadá, desertó al país en 2011. Como informó The Epoch Times en su momento, antes de llegar a Canadá, Zhao tuvo que firmar un contrato en el que se estipulaba que los empleados no debían practicar Falun Gong -también conocido como Falun Dafa– un grupo espiritual perseguido por el régimen chino. Zhao, ella misma una adherente de la práctica, firmó el acuerdo por temor a que una negativa pudiera exponerla como practicante y la llevara a un arresto.

En 2013, la Universidad McMaster se convirtió en la primera universidad de América del Norte en cerrar su Instituto Confucio después de que Zhao presentara una denuncia ante el Tribunal de Derechos Humanos de Ontario por sus prácticas de contratación discriminatorias. Un portavoz de la universidad dijo que la resolución se tomó porque «las decisiones de contratación en China no se estaban haciendo de la manera que nos gustaría hacer la contratación».

Zhao reveló en su momento que durante su entrenamiento en Beijing, se les dijo que evitaran mencionar temas delicados como la masacre de la plaza Tiananmen, Tíbet, Taiwán y Falun Gong en el aula. Sin embargo, si un estudiante insiste en una pregunta, los profesores tienen que citar la línea del PCCh sobre el tema, como: Taiwán es parte de China, y Tíbet ha sido «liberada» por el régimen.

Doris Liu, quien dirigió un documental canadiense de 2017 ‘En el nombre de Confucio‘, en donde se destaca la historia de Zhao, dijo a The Epoch Times que el dinero que fluye del régimen a las universidades occidentales viene con «condiciones».

Liu recordó que se reunió con tres representantes de los Institutos Confucio de Alemania el año pasado, quienes le dijeron que una condición no escrita para abrir los centros es que los temas considerados sensibles por el PCCh no se discutan en el aula.

Como evidencia de Peterson en una investigación del Reino Unido en 2019, ella dijo que Yin Xiuli, director del Instituto Confucio de la Universidad de New Jersey City, le reveló en 2016: «no tocamos» temas como Taiwán, Tibet y Falun Gong.

Interferencia china

También hay notables casos de interferencia de los Institutos Confucio en actividades fuera del aula.

En 2004 estalló un escándalo académico después de que el personal del Instituto Confucio robara y arrancara páginas de un libro del programa de una conferencia de estudios chinos en Portugal. Lo hicieron bajo las órdenes del jefe mundial de Hanban, Xu Lin, porque los programas habían incluido material sobre otro patrocinador de la conferencia, una organización taiwanesa.

El organizador de la conferencia denunció el acto como una «interferencia» en un cuerpo académico, algo independiente que era «totalmente inaceptable».

En 2018, la periodista Bethany Allen-Ebrahimian descubrió que su experiencia como reportera en Taiwán se había borrado de su biografía, cuando pronunció un discurso en el Departamento de Periodismo y Comunicación de Masas de la Universidad Estatal de Savannah. Más tarde se enteró de que el director chino del Instituto Confucio del campus estaba detrás de la eliminación.

La proyección pública del documental de Liu en la Universidad de Victoria, Australia, se canceló en 2018 después de que los directores del Instituto Confucio del campus indicaron al personal administrativo que la proyección sería un «problema para nosotros», añadiendo que el asunto era de interés para el consulado chino, según mostraron los correos electrónicos obtenidos por The Australian.

La preocupación por las actividades de influencia de los institutos en Estados Unidos fueron planteadas por el director del FBI Christopher Wray, quien en una audiencia del Senado en 2018 confirmó que la agencia estaba observando a los institutos «con cautela» y que «en ciertos casos, han desarrollado medidas de investigación apropiadas».

Acción del gobierno

Desde el pasado mes de julio, el Departamento de Educación de Estados Unidos puso en marcha una serie de investigaciones sobre la financiación extranjera en las universidades de Estados Unidos como parte de una iniciativa más amplia dirigida a la influencia extranjera en los campus universitarios.

Las universidades están obligadas por la ley federal a informar de los regalos y contratos con cualquier fuente extranjera que supere los 250,000 dólares en un año natural. Sin embargo, el informe del subcomité del Senado encontró que casi el 70 por ciento de las universidades no informaban adecuadamente sobre los fondos que recibían de los Institutos Confucio.

La acción del departamento dio lugar a que se reporten unos 6500 millones de dólares en dinero extranjero no revelado previamente, incluyendo el procedente de China, Qatar y Rusia, según el informe.

En un reporte de noviembre de 2019 (pdf) al subcomité del Senado, el departamento dijo que los donantes extranjeros pueden estar buscando proyectar poder blando, robar investigaciones sensibles y difundir propaganda en las escuelas de Estados Unidos.

Las investigaciones, según el informe, también revelaron que una universidad tenía múltiples contratos con el comité central del PCCh, otra recibía regalos de una fundación sospechosa de actuar como frente de influencia para el régimen chino, y otra recibía fondos de investigación de una multinacional china para desarrollar tecnología para la vigilancia.

Mientras tanto, un grupo de legisladores republicanos presionó recientemente a la secretaria de Educación, Betsy DeVos, para obtener información sobre las inversiones de Beijing en universidades estadounidenses para promover sus objetivos estratégicos y de propaganda. En su carta señalaron que los Institutos Confucio sirven como vehículo para promover la propaganda de Beijing a los estudiantes estadounidenses, así como «un terreno de reunión para las agencias de inteligencia chinas».

Esfuerzo de las bases

Junto con los esfuerzos del gobierno hay un floreciente movimiento estudiantil que se opone a la infiltración del régimen chino en los campus universitarios.

La semana pasada, docenas de líderes del College Republican National Committee y del College Democrats of America, que representan a universidades de más de 45 estados, junto con grupos de derechos humanos que representan a las comunidades tibetana, hongkonesa y taiwanesa, firmaron una carta abierta en la que pedían el cierre permanente de todos los Institutos Confucio en los campus estadounidenses.

«Las acciones del Partido Comunista Chino suponen una inmensa amenaza para la libertad académica y la dignidad humana. Es imperativo que distingamos este régimen totalitario del pueblo chino, al que debemos defender firmemente de los abominables actos de xenofobia, racismo y odio», dice la carta.

La misiva fue organizada por el recién creado Instituto Athenai, una entidad sin fines de lucro. Su director y cofundador, Rory O’Connor, dijo a The Epoch Times que la organización se fundó después de que un grupo de estudiantes universitarios quisiera defenderse del «asalto sin precedentes» del PCCh contra los derechos de los estudiantes y a la libertad académica.

O’Connor explicó que el grupo ha visto una ola de interés desde la publicación de la carta abierta y tiene planes para lanzar 25 filiales de Athenai en las próximas semanas.

«Nuestra generación ha visto que los que están en el poder no actuaron, ya sea por principios o simplemente por nada y no estamos cegados a los que están sufriendo y siendo reprimidos por el plutocrático y fascista PCCh», dijo O’Connor.


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