Se sabe que una dieta saludable puede ayudar a reducir los riesgos de enfermedades relacionadas con el sobrepeso o la obesidad, algunos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares y diabetes. Como parte de una alimentación saludable, los expertos de todo el mundo recomiendan a la gente consumir una variedad de alimentos. En Reino Unido, por ejemplo, la Guía Eatwell del NHS divide los alimentos en grupos de alimentos (carbohidratos con almidón, frutas y verduras, productos lácteos o sustitutos de los lácteos, proteínas y grasas). Para obtener una «dieta balanceada», la guía aconseja a las personas que se propongan comer una cierta cantidad de alimentos de cada grupo de alimentos.
Una de las razones por las que se incluye la variedad de alimentos en las recomendaciones es que los alimentos tienen diferentes nutrientes. Consumir una dieta variada puede beneficiar nuestra salud al reducir los riesgos asociados a la malnutrición, que ocurre cuando no obtenemos la cantidad adecuada de nutrientes de nuestra alimentación. Una mala nutrición puede causar debilidad muscular, disminuir la movilidad, aumentar las enfermedades y causar problemas respiratorios, entre otros síntomas.
Pero lo que se define como «variedad» en las directrices alimenticias puede ser a menudo confuso y demasiado simple —y muy diferente de lo que el público en general puede definir como variedad. Investigaciones han demostrado que además de tener variedad como parte de una alimentación completa, podemos medir la variedad dentro de las comidas (por ejemplo, tener varios platos o alimentos de diferentes grupos de alimentos en nuestro plato) así como entre comidas (como tener diferentes alimentos para el almuerzo cada día).
Es importante destacar que las investigaciones también han descubierto que la variedad puede referirse a los alimentos que difieren en sus características (como su apariencia, sabor, textura u olor), así como en sus nutrientes. Según esta definición, comer un pastel de chocolate y un pastel de fresa sería una forma de variedad, dado que difieren en el sabor, a pesar de tener un perfil nutricional muy similar y de pertenecer al mismo grupo de alimentos. También significa que los alimentos individuales y los platos con ingredientes mezclados (como pizzas o sándwiches) pueden tener variedad.
Por el momento, las directrices dietéticas dependen de que las personas utilicen su propia discreción para lograr un equilibrio general de los diferentes alimentos en su dieta. Pero, ¿para los consumidores es fácil identificar la variedad?
En nuestro reciente estudio, quisimos averiguar si las personas que viven en Reino Unido reconocen la variedad de alimentos y cómo la definen. Para hacerlo, pedimos a los participantes que comentaran una serie de fotografías que mostraban diferentes tipos de alimentos como parte de una encuesta en Internet. Por ejemplo, les mostraron pasillos de supermercados donde se exhibían diferentes marcas de alimentos, comidas que consistían en múltiples alimentos de diferentes grupos de alimentos, y platos mixtos y alimentos que contenían diferentes sabores, colores y texturas, como ensaladas con una mezcla de verduras o pizzas con diferentes coberturas.
Aunque los participantes a menudo identificaban y analizaban diferentes tipos de variedad, tendían a definir la variedad únicamente como el consumo de alimentos de diferentes grupos de alimentos como parte de la dieta completa, definición que es coherente con el uso de la variedad en las directrices dietéticas. Estos resultados sugieren que, cuando se intenta seguir las directrices dietéticas y llevar una alimentación saludable, las personas pueden dar menos importancia a la variedad dentro de las comidas. Por ejemplo, si solo necesitamos lograr un equilibrio general, entonces pueden creer que no importa si tenemos menos o más variedad en una comida, siempre y cuando compensemos la diferencia en la siguiente comida.
Pensar en tener variedad en las comidas es importante porque las investigaciones demuestran que la gente come más cuando las comidas y los alimentos difieren en apariencia, sabor y textura dentro del mismo plato. Cada nueva característica de los alimentos que experimentamos nos mantiene interesados en una comida por más tiempo, retrasando posteriormente la sensación de plenitud que normalmente nos llevaría a dejar de comer.
En otras palabras, la variedad de estas características interrumpe el proceso conocido como «satisfacción sensorial específica«. Este efecto puede aumentar el riesgo de comer en exceso. Por esta razón, comer una variedad de alimentos dentro de los grupos de alimentos (con la excepción de frutas y verduras) se ha relacionado con un mayor peso corporal. Entonces, este tipo de variedad podría aumentar potencialmente los riesgos de enfermedades relacionadas con el sobrepeso o la obesidad.
La variedad y la salud
Como la variedad nos anima a comer más, la variedad dentro de las comidas puede ser más útil al comer frutas y verduras. Esto no solo se debe a que son menos calóricas que otros grupos de alimentos, sino también más nutritivas (contienen importantes vitaminas y minerales), por lo que comer una mayor variedad de frutas y verduras puede beneficiar nuestra salud. Pero puede ser menos útil cuando se comen alimentos altos en calorías cuando el riesgo de comer en exceso es mayor.
Por ejemplo, podríamos asegurarnos de tener dos o más porciones de diferentes vegetales en nuestro plato a la hora de la cena para aumentar el número de vegetales que comemos. Al comer alimentos altos en calorías, podríamos elegir opciones que tengan menos variedad, como el chocolate sin leche en lugar de los rellenos de sabor.
Para que las pautas dietéticas sean útiles, se debe ser más específico acerca de lo que significa la variedad, y cómo podemos controlar la variedad en nuestra dieta. Si bien el consumo de alimentos de diferentes grupos nos ayuda a lograr una dieta rica en diferentes nutrientes, también debemos tener en cuenta los efectos de la variedad en la cantidad de alimentos que comemos durante las comidas. Para lograr el equilibrio adecuado, se debe fomentar la variedad en algunos grupos de alimentos como frutas y verduras, pero no en otros.
Rochelle Embling es investigadora de doctorado en psicología en la Universidad de Swansea en el Reino Unido. Aimee Pink es investigadora en la Universidad de Swansea. Laura Wilkinson es profesora de psicología en la Universidad de Swansea. Menna Price es profesora de psicología en la Universidad de Swansea. Este artículo se publicó por primera vez en The Conversation.
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