Las medidas de adoctrinamiento se están intensificando a lo largo de todo el país, ya que los maestros se encargan de su ejecución efectiva y los niños son instados a denunciar a sus familiares religiosos.
Maestros al frente del adoctrinamiento
El pasado mes de junio se les exigió a más de 40 maestros pertenecientes a una escuela emplazada en Xinyu, una ciudad a nivel de prefectura de la provincia suroriental de Jiangxi, que firmaran declaraciones en las cuales asumían la responsabilidad de prohibir todo lo que estuviera relacionado con la religión en los establecimientos educativos. El director de la escuela también les exigió a los maestros que se comprometieran a mantener la religión alejada de sus familias: los que no denunciaran a sus familiares religiosos serían despedidos. Para mejorar su posición ideológica, se les exigió que se concentraran en el uso de la aplicación Xuexi Qiangguo (La aplicación móvil busca controlar el tiempo libre de los trabajadores y adoctrinar a los ciudadanos mientras compiten por lograr altas puntuaciones para satisfacer al Partido y conservar sus empleos).
«Si demasiadas personas recurren a la religión, nadie creerá en el Partido Comunista», comentó el director de una escuela emplazada en la provincia nororiental de Heilongjiang sobre la expansión de la educación antirreligiosa. “Por lo tanto, el control ideológico dinámico es crucial para el Partido Comunista Chino (PCCh). Pueden permitir que la economía se desacelere, pero nunca dejarán que el credo independiente se infiltre en la nación: es crucial para el Partido mantener el poder».
El director afirmó que el pasado mes de octubre tuvo que firmar la «Declaración de responsabilidad para el trabajo ideológico del año 2019», emitida por la Agencia de Educación. El mismo se comprometió a erradicar la religión en su escuela para que no se discuta ningún pensamiento religioso en clase ni se observen tradiciones religiosas en el establecimiento educativo, y para que las personas que se sabe que tienen creencias religiosas estén controladas. Las autoridades educativas locales le exigieron a la administración de la escuela que mantuviera conversaciones mensuales con una maestra religiosa que ya se había visto obligada a firmar una declaración de renuncia a su fe. A sus colegas y estudiantes se les exigió frecuentemente llenar un cuestionario sobre ella.
Enseñando «la correcta visión del mundo»
El 5 de diciembre de 2019, la maestra de una escuela primaria de la ciudad de Fuzhou en Jiangxi les pidió a los alumnos de su clase que firmaran un compromiso en el que prometían mantenerse alejados de la religión, advirtiéndoles a los niños «que no regresaran a la escuela si no lo hacían». Luego de que todos firmaran el documento, la maestra escribió en la pizarra cuatro caracteres chinos que significaban “contra la religión” -反對 宗教- y les dijo a los niños que los repitieran en voz alta mientras tomaba fotos.
Los padres de los niños recibieron una carta de la escuela en la cual se les explicaba que los menores no pueden tener creencias religiosas «debido a que no pueden pensar de forma independiente, ya que se encuentran en una etapa crítica de desarrollo, tanto física como mentalmente, la cual es crucial para establecer una correcta visión del mundo, la vida y los valores».
Uno de los padres le comentó a Bitter Winter que «precisamente porque están en una etapa crítica, no deberían ser adoctrinados con propaganda roja».
Diversos documentos emitidos por el régimen les exigen a las escuelas «sacar el mayor provecho de la adolescencia» e «incrementar la publicidad antirreligiosa» mediante la organización de reuniones para estudiantes y el uso de transmisiones, boletines y otros medios, a fin de lograr «el objetivo de plantar pensamientos antirreligiosos en las mentes y los corazones de los jóvenes estudiantes» y hacerlos actuar en consecuencia. La propaganda antirreligiosa también se extiende a las familias de los estudiantes y a la sociedad en general, ya que se alienta a las comunidades a participar en el adoctrinamiento de los jóvenes «sirviendo de ejemplo e influyéndose mutuamente».
En el mes de octubre, dos oficiales de policía visitaron escuelas primarias emplazadas en la ciudad a nivel de prefectura de Pingxiang, en Jiangxi, con el pretexto de enseñarles a los niños sobre seguridad. No obstante, durante las reuniones formularon preguntas relacionadas con las creencias religiosas de los familiares de los niños. Los oficiales les dieron sus números de teléfono y los incitaron a denunciar a las personas de fe, prometiéndoles cajas de lápices, bolígrafos, cuadernos y dinero en efectivo a modo de recompensa.
«Educación» que arruina familias
A lo largo de todo Jiangxi, las escuelas están organizando clases antirreligiosas especiales para sus estudiantes. En noviembre del año pasado, una escuela primaria emplazada en el condado de Wan’an de la ciudad de Ji’an, instruyó a los niños a mantenerse alejados de la religión, especialmente de los grupos que han sido designados como xie jiao, mostrándoles fotos y videos. Un director les dijo que «siguieran de cerca al PCCh y no creyeran en Dios; de lo contrario, el Partido tendría que lidiar con las consecuencias».
Un profesor de secundaria de la ciudad a nivel de prefectura de Yichun les advirtió a los estudiantes que «si alguno de sus familiares creía en Dios, el futuro de sus familias estaría arruinado e incluso sus descendientes se verían implicados».
Al regresar a su hogar después de clase, uno de los estudiantes presionó a su madre, la cual es miembro de la Iglesia de Dios Todopoderoso, para que abandonara su fe. «Mi hijo me dijo que, si me arrestan, toda nuestra familia estará acabada», le contó la madre a Bitter Winter. «Amenazó con saltar del edificio para terminar con su vida si continuaba practicando mi fe». Cuando la mujer intentó razonar con él, explicándole por qué no quería renunciar a su fe, su hijo la amenazó con apuñalarla cuando estuviera dormida.
Este artículo fue publicado originalmente en Bitter Winter, una publicación sobre libertad religiosa y derechos humanos en China.
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