Legendarios cimientos de la civilización china: el emperador Shun

Por The Epoch Times
11 de febrero de 2020 11:40 AM Actualizado: 11 de febrero de 2020 3:24 PM

Este es el quinto de una serie de artículos escritos por el personal de La Gran Época, que describe los fundamentos de la civilización china y expone la visión del mundo tradicional chino. La serie examina el curso de la historia de China, mostrando cómo figuras claves ayudaron en la creación de la cultura china inspirada en lo divino. Esta entrega presenta la vida y el reinado de Shun, sucesor del aclamado Emperador Yao.

Viendo que su propio hijo, Dan Zhu, carecía de aptitud moral suficiente para ocupar el trono, el Emperador Yao buscó conocer  hombres dignos para encontrar aquél al que podría trasladar las grandes responsabilidades de liderazgo.

Yao se encontró con cuatro candidatos diferentes, pero todos rechazaron la oferta. Afortunadamente el último sabio, Si Yue, recomendó a un quinto y final heredero. Era Yu Chonghua, un hombre de baja posición pero superior en carácter,  quien sería póstumamente conocido como Emperador Shun.

Un hijo filial en una familia desagradecida

Shun fue un hombre que pasó casi toda su niñez en las sombras de una malvada familia ensamblada. Cuando su madre murió, su padre se casó nuevamente y la nueva mujer abusaba de Shun y su hermano mayor. Los dos recibieron golpizas frecuentes, maldiciones y a veces hasta pasaban hambre.

El hermano de Shun no sobrevivió a las torturas, pero para el futuro emperador, el sufrimiento sirvió para forjar su carácter moral. Cuando tenía alrededor de diez años de edad, un maestro taoísta llamado Wu Cheng Zi vio en él un niño prometedor y quiso enseñarle a leer y escribir.

Una antigua representación del Emperador Shun, uno de los cinco soberanos míticos. (Li Ung Bin/DominioPúblico/Wikimedia Commons)

Este futuro fue arruinado por interferencia de la madrastra de Shun, con lo que él terminó arreando ganado en lugar de estudiar.

Sobre los familiares de Shun, las crónicas tradicionales cuentan que su padre era un hombre terco y sordo a los conceptos del bien y del mal. Su madrastra compensaba su pobre intelecto con siniestra astucia y engaño. Y su hermanastro Xiang estaba poseído por arrogancia, ferocidad y egoísmo.

Shun sobrellevó a su abusiva familia con el respeto filial requerido de un hijo. Cuando su padre lo golpeaba con una pequeña vara, aguantaba el castigo. Cuando se enfrentaba a un gran palo, huía para evitar que su padre le causara serias lesiones y cometiera un crimen contra su propia sangre. Cuando su familia estaba en necesidad, Shun servía debidamente.

El Emperador Yao convoca a Shun

Finalmente, la indiferente y abusiva familia de Shun, hizo que se fuera de la casa, así que deambuló hasta otro estado para ganarse la vida. Se convirtió en un habilidoso artesano que se perfeccionó en el arte de cerámica en una comunidad que actualmente yace en la provincia de Shanxi.

Shun pronto se dio a conocer como un amable y respetable joven. Se decía que incluso las bestias salvajes iban a asistirlo. Una vez, cuando estaba trabajando en preparar tierras no cultivadas para la agricultura en los alrededores del Monte Li, un elefante salvaje lo ayudó a pasar por el terreno y los pájaros limpiaron la maleza.

Los lugareños tomaban estos como prometedores signos de la grandeza venidera de Shun. Con el tiempo, su arduo trabajo y virtudes dieron frutos. En los alrededores del Monte Li, Shun ayudaba a resolver las disputas de tierras ofreciendo terrenos fértiles a los pobres y débiles mientras continuaba preparando tierras sin reclamar. Su generosidad estimuló un sentido de autosacrificio que se contagió en la comunidad. Muchas personas de las afueras fueron a vivir y trabajar cerca de él.

30 años después, el sabio Si Yue recomendó a Shun al Emperador Yao. Shun estaba reacio. “No soy más que un hombre inferior y no me atrevo a albergar sueños de grandeza”, le dijo a Si Yue.

No obstante, el Emperador Yao convocó a Shun a una reunión. En un texto compilado por el erudito confuciano Xun Zi, Yao preguntó a Shun: “Si deseara gobernar el mundo ¿qué métodos aconsejaría utilizar?”.

Emperador Yao, profundamente impresionado por Shun, le dio a sus dos hijas en matrimonio además de varios regalos. (Ma Lin / DominioPúblico / Wikimediaommons)

Shun respondió, “Si mantiene determinación sin desviarse, atendiendo los detalles en todo momento y es resuelto en su fe y lealtad, el mundo obedecerá naturalmente. Con una determinación igual a la del cielo y la tierra; y atendiendo los detalles con la brillantez del sol y la luna, su honestidad y lealtad prevalecerá en el interior y se manifestará en el exterior. Tomará forma a través de los cuatro mares y tal vez pueda ser observada en todas partes. ¿Qué hay para gobernar entonces?”.

Profundamente impresionado, Yao dio sus dos hijas a Shun en matrimonio y le concedió varios regalos. Shun estableció su hogar cerca del río Gui y continuó sirviendo a su familia como antes. Sus esposas asumieron sus deberes sin arrogancia.

Viendo los honores otorgados a Shun, su familia no sintió alegría sino furia y envidia. Su hermanastro Xiang ideó varias conspiraciones para asesinar a Shun, quemándolo y ahogándolo, pero ninguna funcionó. Eventualmente incluso los malvados parientes de Shun fueron conmovidos por su firme virtud y falta de resentimiento y dejaron de entrometerse con él.

El trabajo de Shun

Para preparar a Shun para el trono, el Emperador Yao le otorgó poderes de administración sobre educación y gobierno y le asignó la tarea de recibir a duques y princesas de la región. Al reunirse con la nobleza, Shun se encargaba de observar los rituales de protocolo para mantener una atmósfera solemne.

Shun se encargaba de observar los rituales de protocolo para mantener una atmósfera solemne cuando se reunía con la nobleza. (Jiang Tingxi / DominioPúblico / WikimediaCommons).

La educación de Shun se centró en hacer que los jóvenes aprendieran de los ancianos. En el Libro de los Ritos, está documentado que hacía construir hogares para ministros y plebeyos de edad avanzada cerca de los graneros, donde los niños se reunían para aprender de su conocimiento y sabiduría. Este sistema sentó las bases de las escuelas de la Dinastía Zhou Occidental del siglo X a. C.

Durante este tiempo, la Gran Inundación (introducida en la entrega anterior) continuó devastando China. En una riesgosa tarea, Yao envió a Shun a recorrer el país para sondear la inundación.

Viajar a través de las montañas, bosques, ríos y pantanos era una difícil tarea que empeoraba por las lluvias torrenciales y violentas tormentas. Era fácil descarriarse y encontrarse con ataques de serpientes venenosas y bestias devoradoras de hombres.

Shun guió a sus hombres valientemente. Durante una caminata en un bosque, se encontraron con un trío de tigres. Las bestias rugieron al ver tanta gente, pero Shun los enfrentó y les habló. “Estamos aquí por órdenes del emperador para sondear la Gran Inundación y ayudar a rescatar a la gente”, dijo. “No esperábamos verlos aquí. Por favor regresen a su cueva y no bloqueen el camino”.

Los tigres obedecieron y se fueron. Del encuentro de Shun, Yao dijo: “o los dioses lo han bendecido o su sinceridad es capaz de conmover a todas las criaturas”.

Tigre Siberiano. (Brocken Inaglory/CC BY-SA 2.5/Wikimedia Commons)

Pero cuando el Emperador Yao requirió que Shun tomara posesión del trono, él modestamente rechazó la oferta. Yao, no obstante, estaba envejeciendo y Shun actuó como regente con la asistencia del ministro de agricultura.

Pronto, varias señales prometedoras convencieron a Shun de que debería aceptar el trono.

Yao entregó la autoridad imperial a Shun en un elaborado y piadoso proceso de abdicación, tal como es representado en los textos de la Dinastía Han. El emperador se bañó, se abstuvo de la carne y el vino y construyó nuevos altares. Condujo a Shun y a otros a rezar a los cielos y eligió un día propicio para comenzar los eventos.

El día de la ceremonia, Yao y sus subordinados hicieron sacrificios a los dioses. Él hundió una pieza de jade en un río, con lo que luces de colores estallaron de las aguas. Prometedoras nubes y vapores se juntaron en las montañas. Un gran viento sopló y el río creció.

Un dragón emergió de los rápidos cargando algo entre sus dientes. Se acercó al altar y soltó el objeto antes de retornar a las profundidades. El regalo era un mapa que registraba las posiciones del sol, la luna y las estrellas, así como los ríos y cordilleras de montañas del país. Esta era la “He Tu”, usualmente traducida como la Carta del Río Amarillo.

Dos años pasaron y Yao celebró un segundo rito ceremonial. Esta vez, una enorme tortuga apareció, llevando un enorme tomo sobre su caparazón. El volumen estaba hecho de caparazón de tortuga y tenía gravados caracteres chinos rojos que  pedían la ascensión de Shun al trono. Esta era la Inscripción de Luo.

Diagramas modernizados de He Tu (la Carta del Río Amarillo) y Luo Shu (Inscripción de Luo). (Philolo/PD-Art/DominioPúblico/WikimediaCommons)

Habiendo presenciado estos milagros, Yao abdicó el trono y Shun fue nombrado emperador.

El reinado de Shun fue humanitario. El castigo corporal y las torturas crueles fueron abolidas excepto para los casos más irredimibles. Por lo que crímenes que antes resultaban en la amputación de la nariz o los pies, decapitación o tatuaje criminal, ahora eran castigados con exilio, multas o latigazos. Esto estaba en línea con el énfasis de Shun en la educación moral. Él creía que una sociedad en la que la gente se avergonzaba de cometer crímenes, era superior a una en la que eran apaleados para obedecer.

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