Un legislador de Pensilvania acaba de redactar un proyecto de ley para destinar 50 millones de dólares a la formación de profesores para que reconozcan y respondan a los alumnos que sufren traumas en sus hogares y a causa de COVID-19.
«Según los expertos, la pandemia de COVID-19 se califica como una experiencia traumática, lo que solo contribuye al trauma en muchos individuos, incluidos los niños», dijo el representante estatal demócrata Joe Ciresi en una reciente nota en la que anunciaba la propuesta.
«La Unión Americana de Libertades Civiles del Sur de California descubrió que muchos estudiantes describieron sus estados mentales actuales como solitarios, abrumados y ansiosos en el momento álgido de la pandemia. Para algunos estudiantes, la escuela es un lugar para escapar de ciertas experiencias traumáticas en casa, como la inseguridad alimentaria, el abandono, la pobreza, la violencia, etc. La pandemia no hizo más que exacerbar estos traumas cuando cerró temporalmente ese refugio para muchos estudiantes».
Tal y como está redactada, la medida, el proyecto de ley 1713 de la Cámara de Representantes, contaría con fondos suficientes para ofrecer a todos los distritos escolares de Pensilvania un mínimo de 20,000 dólares en subvenciones para formar a los profesores.
La financiación estará disponible para las escuelas públicas, chárter, profesionales y técnicas y para las escuelas no públicas. No se destinará a las ciberescuelas concertadas.
«Creo que mis colegas entienden la necesidad de algo así», dijo Ciresi a The Epoch Times. «A largo plazo, no sabemos cómo se verán afectados los niños por COVID. Lo necesitábamos antes, pero con COVID, realmente lo necesitamos ahora».
La legislación fue impulsada por Colleen Lelli, profesora asociada del Departamento de Especialistas en Educación de la Universidad Cabrini, quien afirma que los niños que viven experiencias traumáticas pueden sufrir síntomas mentales y físicos inmediatamente o más adelante en su vida.
Las experiencias adversas en la infancia están relacionadas con problemas de salud crónicos, enfermedades mentales y problemas de abuso de sustancias en la edad adulta, lo que puede afectar a la educación, las oportunidades de trabajo y el potencial de ingresos.
«Los profesores pasan a veces más tiempo con los niños que los padres. Están con el niño ocho horas al día», dijo Lelli a The Epoch Times. «Esta (formación) ayuda a los profesores a reconocer si algo está pasando en casa».
Los profesores estarían capacitados para buscar comportamientos en los estudiantes que pudieran indicar que están experimentando un trauma en casa. Tal vez los padres estén atravesando un divorcio, una adicción, inseguridad alimentaria, violencia doméstica o alguien en casa esté sometido a tratamientos médicos graves.
Un niño que se comporta mal en la escuela puede ser etiquetado como trastorno por déficit de atención e hiperactividad, pero puede responder a problemas en el hogar.
«Son profesores, no terapeutas, pero pueden recibir formación sobre cómo podemos utilizar las mejores prácticas y abordar algunos de estos problemas», dijo Lelli. En algunos casos, significaría ayudar a las familias a conectarse con los servicios de la comunidad. Por ejemplo, las familias con un miembro que sufre una enfermedad mental pueden beneficiarse de estar conectadas con los servicios de salud mental de la comunidad.
Los 50 millones de dólares de financiación provendrían del dinero federal de ayuda de COVID-19 a través del Plan de Rescate Estadounidense. Esta financiación no será eterna, pero Ciresi espera que esta legislación provoque algún debate sobre la financiación de la formación continuada en materia de traumas para los profesores o la exigencia de formación en salud mental como requisito para los títulos de profesor de Pensilvania.
La nueva propuesta de ley se encuentra en el Comité de Educación de la Cámara.
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