Limitaciones a la libertad de expresión de cristianos en EE.UU. son preocupantes, dice expastor cubano

Por Cristina Bazán
31 de enero de 2024 3:17 PM Actualizado: 31 de enero de 2024 3:56 PM

Samuel Alemán, un pastor bautista que trabajó por más de 30 años con la comunidad hispana, está preocupado por la forma en que se está limitando la libertad de expresión sobre las creencias espirituales en Estados Unidos, tras vivir directamente la persecución hacia su fe en su natal Cuba.

Alemán es un pastor retirado de la Iglesia Bautista Internacional de Lilburn, Georgia, que compartió en entrevista con The Epoch Times algunas de sus preocupaciones sobre la libertad de expresión de los creyentes en Estados Unidos, ante ciertos cambios que ha percibido en los últimos años.

Si bien valora la libertad que existe en los Estados Unidos, Alemán considera que “últimamente hay cierta tendencia a tapar la boca al decir ciertas cosas”.

Conoce perfectamente lo que significa no poder expresar libremente las propias creencias y cómo el gobierno puede llegar al extremo de encarcelar o asesinar a las personas por su forma de pensar, porque Alemán vivió la represión del régimen castrista al inicio de la revolución durante su niñez y parte de su juventud.

El pastor retirado es consciente de que Estados Unidos está basado en principios cristianos desde su fundación, pero le preocupa que en la actualidad se niegue a la gente la posibilidad de dar el punto de vista que enseña la Biblia “sin que nadie te diga que estás odiando a alguien o que tienes fobia contra cierto tipo de persona porque tú estás diciendo lo que la Biblia enseña sobre ese pecado”.

“No sé por qué ese rechazo a esos principios. Hay una agenda, yo creo”, dijo.

Algunos de los temas que más resuenan en él en este sentido, son la ideología de género y la homosexualidad.

“Están tratando de mezclar esa ideología, esa creencia —que todo mundo tiene derecho a creerlas— pero quieren a obligar a las personas a no expresarse”.

Además, en cuanto a diferentes ejemplos de cancelación por expresiones de las creencias espirituales que se han visto en las noticias, como el caso de un entrenador que fue cancelado por orar en público, le preocupa que en el futuro se creen leyes que limiten este tipo de actividades.

Alemán tuvo la oportunidad de vivir una realidad muy diferente en todos los aspectos y disfrutar de los beneficios de estar en una sociedad libre y próspera al llegar a Estados Unidos. Aunque es consciente de los desafíos que enfrenta el país actualmente, sabe que hoy todavía goza de muchas libertades que en Cuba serían un sueño.

Los embates a la fe en Cuba

Alemán se sintió comprometido con su fe desde muy pequeño a través de una iglesia bautista, ya que su padre era pastor cuando vivía en Cuba y fue prisionero del régimen debido a sus creencias.

En 1965, cuando tenía 12 años, la dictadura le “dio un golpe a la denominación bautista”, en un momento en el que era la religión más organizada dentro de la isla, recordó.

Más de 50 pastores fueron encarcelados, incluyendo a su padre y dos misioneros estadounidenses. Su padre fue acusado de ser agente de la CIA y recibió una condena de 9 años de prisión.

“Fueron acusados de ayudar a los contrarrevolucionarios que estaban alzados contra Fidel. Todas las acusaciones, eran totalmente falsas”, dijo. “Fue una experiencia dura”.

El pastor explica que para el régimen ateo, los cristianos eran considerados enemigos ideológicos y políticos. Se decía que padecían un “problema ideológico”, por lo que tenían que cambiar.

Para catalogar al cristianismo utilizaron el término “diversionismo ideológico”, que se refería a “cualquier acción, concepto, idea, conversación o publicación” capaz de “confundir” a la gente y desviar su atención de “los intereses de la Revolución”, según explica Makma.net.

Alemán cuenta que, mientras estaba encarcelado, su padre tendría que pasar por un llamado “plan de rehabilitación” si quería salir antes de que finalizara su condena. Pero él consideraba que aceptar la “rehabilitación” era reconocer que había hecho algo malo, por lo cual se negó.

Su padre fue uno de los llamados “plantados”, presos políticos que hicieron frente a la dictadura y se mantuvieron firmes ante la represión. Quienes se atrevieron a hacerlo sufrieron crueles torturas. A pesar de eso, logró salir de prisión antes de tiempo, casi 6 años después.

“Eso para mí fue un testimonio, un ejemplo de firmeza y traté de mantenerlo toda mi vida”, dijo Alemán.

Fue duro para él crecer en ese ambiente con esos dos “estigmas”: ser cristiano religioso e hijo de un preso político.

“Yo creo que eso me ayudó a saber que hay un precio que pagar por lo que tú crees y doy gracias a Dios. Yo me mantuve firme”, dijo.

“Todo el mundo sabía que yo era cristiano. Nunca dejé mi fe”, agregó.

De hecho, él fue un miembro activo de su iglesia y llegó a convertirse en el presidente de la Convención de Jóvenes bautistas.

Alemán dice que muchos no resistieron ante la presión y muchas iglesias casi se quedaron vacías por el miedo. Para él, “se probó quién era quién de verdad. Y si lo que tú creías era cierto o no”, dijo.

En ese entonces, los jóvenes de las iglesias fueron enviados a las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), ubicadas en lugares aislados y de difícil acceso, según Open Edition Journals.

Allí se trataba de “reformar” a través del trabajo agrícola a quienes tuvieran lo que llamaban “vicios capitalistas”, como los religiosos, los homosexuales, los delincuentes, y todos aquellos que no estuvieran de acuerdo con el sistema sociopolítico que se impuso.

Alemán tampoco podía estudiar cualquier carrera universitaria debido a que a los cristianos les limitaban ciertas carreras como psicología, pedagogía, educación o periodismo, por lo que optó por la arquitectura.

Samuel Alemán. (Cortesía de Samuel Alemán)

Sembrando el terror

Como en todo régimen autoritario, los líderes en Cuba no fueron elegidos por el pueblo. Su modus operandi es siempre el mismo: “En un sistema antidemocrático la única forma de mantenerse en el poder es a través de la fuerza, del terror”, dijo Alemán.

Durante su niñez, recuerda que se fusilaba a la gente por cualquier motivo, con un juicio sumario o sin un juicio.

Incluso las cosas que pueden parecer normales en cualquier otra sociedad se volvieron casi imposibles para quienes no seguían las imposiciones de los líderes.

“Es un trabajo directo a la mente de las personas crear un sistema en el cual si opino, si digo lo que pienso, tengo problemas. Si no soy revolucionario, no puedo estudiar. Si no entro en el Partido Comunista nunca voy a tener una posición», aseguró.

Tener la opción de tener una casa, un apartamento o un auto, sería algo impensable. Alemán recuerda que durante la ofensiva revolucionaria despojaron a los propietarios de pequeños negocios de sus fuentes de ingresos.

“Todo pasó a manos del gobierno y ahí comenzó la declive total, el hambre, la miseria que hay ahora en ese país”, dijo. “Eso fue un desastre. Ahora están tratando de cambiar eso y darle a la gente oportunidad de tener su negocio, de revertir algo que por 60 años prohibieron”.

Fotografía grupal de una «milicia ciudadana» cubana mostrando armas capturadas al ejército del dictador Fulgencio Batista en el Movimiento 26 de Julio de Fidel Castro, Cuba. Los hombres visten uniformes militares y posan alrededor de una ametralladora. (Hulton Archive/Getty Images)

Alemán dijo sentirse ahogado durante ese tiempo que vivió en Cuba, pero el momento que le hizo tomar la decisión definitiva de huir de allí fue en 1980, cuando ocurrió el éxodo del Mariel.

El régimen dejo salir a 125,000 cubanos por vía marítima, pero los que decidieron irse tuvieron que pagar el precio. Enfrentaron una serie de “actos de repudio” por parte de grupos organizados por la dictadura, ya sea a través de los centros de trabajo o en los barrios.

“Hacían grupos de gente que iban a esas casas de esas personas que decidían irse […] y les quitaban la luz, la corriente eléctrica, les gritaban, hubo hasta muertos”, recordó.

“Para mí fue vergonzoso que tantos miles de personas estuvieran dispuestas a hacer esos ‘actos de repudio’, ser parte de eso, de ese odio hacia otros, sencillamente porque se querían ir del país. Fue una etapa difícil para mí […]. Yo salí a la calle con ganas de que me metieran preso por ver tanta injusticia y tanta maldad”, dijo.

Finalmente, la oportunidad de salir se dio 9 años después, luego que sus padres dejaran la isla.

Su experiencia con la comunidad hispana

Alemán se graduó como arquitecto en Cuba y en 1989, doce años después, logró llegar a Estados Unidos. Comenzó a trabajar en diferentes empleos, como jardinero y ayudante de electricista, hasta que logró conseguir un trabajo como arquitecto en Atlanta.

Dos años después decidió dejar su trabajo para convertirse en pastor de una iglesia bautista que se enfocaba en la comunidad hispana y que fue la primera iglesia en Georgia cuyo idioma principal no era el inglés.

Allí tuvo la oportunidad de ayudar a muchos inmigrantes de diferentes países hispanos que tenían que enfrentar los retos de llegar al país, apoyándolos desde las necesidades materiales más básicas.

“La separación quizá sea lo más difícil. Tienen mucha necesidad, no solamente en lo material, sino principalmente en lo espiritual”, dijo sobre estos inmigrantes hispanos.

«Tienen una necesidad espiritual que no se va a llenar ni con dólares, ni tan siquiera con una buena educación. Necesitan esa conexión espiritual con Dios”, ya que “una persona puede ganar el mundo, pero si pierde su alma, ¿de qué le sirvió?”, explicó.

Después de más de 30 años de servicio, el pastor Samuel Alemán se retiró hace unas semanas y espera poder dedicarse a algunas cosas que no pudo hacer durante su ministerio, como escribir y pescar. Aunque sabe que, al final, terminará regresando a hacer algo que pueda ayudar a su comunidad.

Siga a Cristina Bazán en X: @cristinaisbe


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