WASHINGTON— Los líderes de la mayor alianza militar del mundo, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), se reunirán esta semana en la capital de Estados Unidos con el fin de definir una estrategia para contrarrestar el conjunto cada vez más amplio de crisis, en Europa, Oriente Medio y el Indo-Pacífico.
La cumbre anual de la OTAN en Washington marca el 75 aniversario de la alianza de defensa y se celebra en un momento de creciente tensión geopolítica en todo el mundo.
La principal preocupación de la alianza es la guerra que Rusia mantiene en Ucrania, que en ocasiones amenazó con desbordar las líneas internacionales y atrajo a las potencias de la OTAN a aportar cientos de miles de millones de dólares en ayuda humanitaria y militar al esfuerzo bélico de Kiev.
El presidente ruso, Vladimir Putin, se ha referido a la guerra como una «operación militar especial», cuyos objetivos declarados son desmilitarizar Ucrania y evitar que la nación se una a la OTAN.
El Sr. Putin reafirmó la última parte de ese objetivo el mes pasado, diciendo que aceptaría un alto el fuego si Ucrania entrega sus provincias orientales y firma un acuerdo de que nunca se unirá a la OTAN.
La guerra ha servido de catalizador para revitalizar la alianza, que se había estado debilitando.
La agresión rusa contra Ucrania dio lugar a la adhesión de dos nuevos miembros de la OTAN, Suecia y Finlandia, e impulsó un aumento masivo del gasto en defensa entre los 32 Estados miembros.
En una conversación con los medios de comunicación la semana pasada, un alto funcionario de la administración Biden dijo que el número de naciones de la OTAN que gastan al menos el 2 por ciento de su producto interno bruto en defensa había aumentado de nueve a 23 desde el año 2020.
«Esa dirección de avance es significativa», dijo el funcionario. «Para ponerle una cifra en dólares, solo desde 2020, la OTAN colectivamente ha gastado 180 mil millones de dólares adicionales sobre una base anual».
Con ese fin, un objetivo clave de la cumbre de esta semana es demostrar una resolución unida contra los esfuerzos rusos para separar permanentemente a Ucrania de la OTAN.
El funcionario dijo que los líderes de la OTAN darían a conocer un nuevo mando militar y un conjunto de otros productos para ayudar a preparar a Ucrania a asumir las responsabilidades de la adhesión a la OTAN «en el primer día».
Este esfuerzo, denominado «puente hacia la integración» de Ucrania, se verá reforzado por 20 ó 30 acuerdos bilaterales de seguridad entre los distintos Estados miembros de la OTAN y Ucrania.
Sin embargo, a pesar de las muestras de solidaridad, Ucrania no dispone actualmente de una vía realista para ingresar en la Alianza.
Esto se debe a que Ucrania necesitaría obtener el apoyo unánime de todos los miembros de la OTAN, incluidos Hungría y Turquía, que probablemente no se mostrarían dispuestos a emprender acciones que Rusia percibiría como excesivamente provocadoras.
También se perfila en el trasfondo la amenaza que representa el Partido Comunista Chino (PCCh), contra el que la Alianza se ha ido preparando cada vez más en los últimos dos años.
Aunque todos los Estados miembros de la OTAN están situados en Europa y Norteamérica, la alianza incluyó a la China comunista como una preocupación clave en materia de seguridad en su documento oficial de orientación estratégica de 2022.
Una preocupación clave entre los funcionarios de la OTAN es el continuo apoyo económico y tecnológico del PCCh a Rusia. Al respecto, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, llegó a decir que «China es el principal apoyo del esfuerzo bélico de Rusia en Europa».
Del mismo modo, el Sr. Stoltenberg vinculó la guerra de Rusia en Ucrania con la aspiración del PCCh de unir por la fuerza a Taiwán, una isla democrática, con la China continental, y afirmó que una victoria rusa en Occidente conduciría a una agresión china en Oriente.
«Si temen la agresión china en el Mar de China Meridional o en Taiwán, entonces deberían estar muy preocupados por Ucrania», dijo el Sr. Stoltenberg durante un discurso virtual ante el grupo de reflexión Wilson Center el 17 de junio.
Más cerca de casa, la OTAN todavía se tambalea tras la revelación de que una campaña cibernética respaldada por el PCCh logró colocar malware en decenas de miles de sistemas, incluso en organizaciones de defensa occidentales.
La inteligencia holandesa reveló el mes pasado que la campaña, apodada Coathanger, comprometió 20,000 sistemas en docenas de gobiernos occidentales, organizaciones internacionales y un gran número de empresas de la industria de defensa.
El alcance de ese descubrimiento sugiere que la campaña buscaba obtener un acceso persistente a las industrias de defensa de las naciones occidentales, pero sigue sin estar claro si todas las víctimas se encontraban en naciones de la OTAN o compartían alguna otra conexión.
Otro punto de interés será sin duda la guerra de Israel contra el grupo terrorista Hamás, en Gaza, que también ha amenazado en ocasiones con convertirse en un conflicto regional mucho mayor.
La OTAN se comprometió a apoyar a Israel tras el ataque terrorista de Hamás contra Israel del 7 de octubre de 2023, en el que murieron unas 1200 personas, en su mayoría civiles, y se tomaron más de 250 rehenes.
Sin embargo, ese apoyo es un punto polémico para los líderes mundiales, que en ocasiones han luchado por equilibrar el deseo de armar a Israel y el deseo de preservar la vida civil en Gaza.
Estados Unidos aprobó leyes para proporcionar a Israel más de 13,000 millones de dólares en ayuda a la seguridad desde octubre de 2023.
Sin embargo, la administración Biden suspendió un envío de bombas de 2000 libras por temor a que las armas se utilizaran en zonas densamente pobladas donde los refugiados se han visto obligados a huir.
Por tanto, la respuesta de la alianza a la actual búsqueda de un alto el fuego con Hamás podría tener amplias implicaciones para la estrategia estadounidense en el Medio Oriente.
Un último punto de atención será el propio presidente Joe Biden, que ha sido objeto de las críticas de un pequeño grupo de demócratas de la Cámara de Representantes que consideran que su actuación durante el primer debate con el expresidente Donald Trump demostró que no está capacitado para continuar su candidatura para un segundo mandato.
El clamor ha llevado al presidente a reafirmar que sigue en la carrera presidencial y que cree que es la mejor opción de los demócratas para asegurarse la victoria en las urnas en noviembre.
Varios momentos no programados a lo largo de la semana, como sesiones fotográficas y cenas de Estado con otros líderes mundiales, darán al presidente la oportunidad de demostrar si tiene la capacidad de ocupar el cargo a los ojos de su partido, de la opinión pública estadounidense y del resto del mundo.
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