Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. ya no recomiendan la investigación universal de casos de COVID-19 y el rastreo de contactos, sino que dicen que los departamentos de salud deben enfocar esos esfuerzos a entornos específicos de alto riesgo.
La actualización del 28 de febrero de las directrices de los CDC se producen casi dos años después de que Robert Redfield, el anterior director de la agencia, dijera al Congreso que Estados Unidos necesitaba hasta 100,000 personas trabajando como rastreadores de contactos para hacer un seguimiento de la propagación del virus del PCCh (Partido Comunista Chino) que causa el COVID-19.
Según los CDC, se pretendía que un rastreador de contactos localizara y hablara rápidamente con las personas que dieron positivo por el virus del PCCh, averiguara con quiénes había estado recientemente en contacto cercano y luego llamara a esas personas para notificarles su exposición y alentarlas a tomar una cuarentena de 14 días para evitar una mayor transmisión.
Los CDC ahora aconsejan que los departamentos de salud estatales y locales enfoquen esas prácticas en los «entornos de concentración de alto riesgo», como los centros de cuidado a largo plazo, cárceles y centros penitenciarios, y refugios para personas sin hogar. La guía actualizada también establece que las investigaciones de casos deben enfocarse en casos y contactos cercanos con exposiciones en los cinco días previos para aquellos entornos y grupos de mayor riesgo, como aquellos con condiciones de salud subyacentes, como mujeres embarazadas y adultos mayores.
«La guía actualizada responde a los cambios en la naturaleza de la pandemia y a la creciente disponibilidad de nuevas herramientas para prevenir la transmisión y mitigar la enfermedad», dijo el martes la portavoz de los CDC, Kristen Nordlund, según The New York Times.
Los datos más recientes de los CDC muestran que la variante ómicron del virus del PCCh se ha convertido en la cepa dominante en Estados Unidos y representa más del 95 % de las nuevas infecciones durante la semana siguiente a la del Día de los Presidentes. En comparación con otras variantes, ómicron se propaga con mayor facilidad y, por lo general, provoca síntomas de COVID-19 menos graves.
Estudios recientes también indican que ómicron puede tener un período de incubación promedio de tres días, más corto que cualquier otra variante. El período de incubación es el tiempo que transcurre entre el momento en que alguien se expone a un virus y el momento en que comienzan a aparecer los síntomas.
Un artículo publicado en diciembre de 2021 en Eurosurveillance, la revista científica del CDC europeo, describe un brote de ómicron que afectó a 80 asistentes a una fiesta en un restaurante en Noruega. La mayoría de esas personas estaban vacunadas y habían recibido un resultado negativo en la prueba de antígeno dos días previos a asistir al evento. Síntomas como fiebre comenzaron a aparecer unos tres días después de la fiesta. Los investigadores dijeron que esto podría indicar que ómicron es capaz de reproducirse tan rápidamente que los resultados negativos de la prueba de antígeno carecían de sentido.
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