China era conocida como la Tierra de lo Divino en tiempos antiguos. Esta distinguida tierra no solo es rica en 5000 años de cultura, sino también en impresionantes paisajes naturales, incluyendo algunas de las montañas más bellas de la Tierra.
Aquí presentamos la segunda montaña más grande de la provincia de Hunan, una montaña en medio de un paisaje impresionante, con un nombre muy apropiado para su lugar en la Tierra de lo Divino: la montaña de Tianmen, que literalmente significa «La montaña de la Puerta del Cielo».
El nombre, Puerta del Cielo se refiere a la colosal puerta a través de la roca, a unos 1300 metros de altura. El escalón 999 de la Escalera al Cielo lleva a la Puerta del Cielo, y algunos chinos creen que esta apertura une el mundo secular con el divino. Esta puerta es uno de los puntos turístico obligado cuando se visita esta montaña.
Aparte de la puerta sagrada de la roca, impregnada de misterio, la montaña de Tianmen ofrece unas vistas increíbles. La mejor manera de disfrutar de las vistas panorámicas más impresionantes —sin siquiera sudar— es en teleférico.
Las publicaciones turísticas locales afirman que es el teleférico más largo del mundo, donde los pasajeros pueden disfrutar de un recorrido de 30 minutos sin esfuerzo hasta la cima de la montaña, que se encuentra a unos 1520 metros (4982 pies) sobre el nivel del mar. El paisaje en el camino hacia arriba es magnificente.
Otro punto de interés para los viajeros ávidos, es el recientemente añadido «Acantilado enrollado del dragón». ¡Esta plataforma de cristal de 100 metros de largo, fijada al lado de la montaña de Tianmen, ofrece una vista espectacular y está situada a una altura de más de 1400 metros!
Además de las montañas de Tianmen, en China abundan las montañas sagradas. Desde la antigüedad hasta hoy, cultivadores budistas y taoístas, peregrinos y gente común por igual han gravitado hacia esos lugares sagrados para escapar del mundo materialista secular y purificar sus espíritus.
El paisaje montañoso representado en las obras de arte chinas sigue siendo muy apreciado por esta razón, ya que las montañas nos inspiran un sentido de amplitud de miras y nobleza. En palabras de Confucio: «Los sabios se deleitan en los ríos y lagos, los virtuosos en las montañas».
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