Nota del editor: La Gran Época está publicando una serie de artículos que exponen el uso de la tortura por parte del régimen chino contra grupos a los que persigue, y el sufrimiento y el daño que causan a quienes la sufren.
TORONTO – Casi tres años antes de que los canadienses Michael Kovrig y Michael Spavor fueran detenidos por las autoridades chinas en lo que aparenta ser una represalia por la detención de la directora financiera de Huawei en Canadá, el activista sueco Peter Dahlin sufrió una experiencia similar en China.
Dahlin, cofundador de China Action, una ONG que apoya a los abogados de derechos humanos en China, estuvo detenido en Beijing a principios de enero de 2016, donde fue mantenido en cautiverio durante 23 días y sometido a intensos interrogatorios.
En base a su propia experiencia, Dahlin dice que Kovrig –quien, como él, fue capturado en Beijing– probablemente está siendo retenido en el mismo lugar donde él estuvo: una prisión secreta de cuatro pisos y dos sectores en la parte sur de la capital china. Spavor, que reside en el noreste de China, probablemente está siendo retenido en un lugar diferente.
Poco tiempo después de que Canadá arrestara a la directora financiera de Huawei, Meng Wanzhou, en respuesta a una solicitud de extradición de los Estados Unidos, los dos canadienses fueron detenidos con lo que Beijing afirma son cargos por poner en peligro la seguridad nacional.
“[Kovrig] podría incluso tener los mismos dos encargados de interrogatorio que yo tuve”, ya que no es tan común tener extranjeros en esas instalaciones, dijo Dahlin a La Gran Época.
Dahlin supone que los días de Kovrig bajo arresto transcurren con interrogatorios durante horas por el dúo de “policía bueno y policía malo”, y con sesiones que generalmente se realizan hasta altas horas de la noche para asegurarse de que “no duerma bien”.
Cuando no está siendo interrogado, estará en su celda, acompañado por dos guardias que llevan un registro de sus más leves movimientos, como darse vuelta en la cama, añade Dahlin.
“Es probable que las pesadas cortinas de la ventana estén cerradas, por lo que en realidad no tendrá idea del tiempo, y las luces siempre están encendidas en su celda. Los guardias observarán de cerca en caso de que se le permita ducharse, lo cual es raro, o usar el baño. Es incómodo, pero te acostumbras rápidamente”.
A Kovrig y Spavor solo se les permite un acceso limitado a los funcionarios consulares canadienses y se les negó la representación legal.
“También se reportó que las luces se mantienen encendidas en sus celdas día y noche, lo que constituye una forma de tortura en términos de privación de sueño”, dijo Farida Deif, directora de Human Rights Watch (HRW) en Canadá.
Dahlin dice que en su caso, además de que se le negó el sueño, también fue amenazado con una sentencia a cadena perpetua.
Sin embargo, por muy mala que sea esa tortura mental, agrega Dahlin, los dos canadienses la pasan mucho mejor que la mayoría de los detenidos que no son extranjeros.
Según Patrick Poon, investigador sobre China de Amnistía Internacional radicado en Hong Kong, las personas detenidas en China suelen estar expuestas a diversos tipos de tortura y malos tratos.
Poon dijo que Amnistía recibió reportes de detenidos que sufren palizas que duran horas, o que fueron atados fuertemente en una posición dolorosa en un “banco de tigre” durante largos períodos de tiempo.
“Forzar a una persona en esa posición mientras está atada durante tanto tiempo puede hacer que las extremidades de la persona sufran varios tipos de lesiones”, dijo.
Cuando se trata de grupos que son objeto de persecución por el régimen chino, como los practicantes de Falun Dafa, los musulmanes uigures, los tibetanos y otros, el régimen utiliza diferentes tipos de métodos para ejercer presión, explica Poon. Un ejemplo que menciona son los llamados centros de reeducación, que son más bien “centros de lavado de cerebro”, donde los prisioneros de conciencia están expuestos a diversos tipos de abusos.
Persecución y tortura
Según Deif de HRW, el régimen chino utiliza cualquier medio a su disposición “para silenciar a cualquiera que esté fuera de apoyar ciegamente al Partido Comunista Chino”.
Joel Chipkar, portavoz del Centro de Información de Falun Dafa radicado en Toronto, dijo que según los informes que reciben, los practicantes de Falun Dafa detenidos en China son torturados de diversas maneras, entre las que se incluyen el consumo forzado de drogas psicotrópicas; el abuso sexual, incluida la violación repetida; estar atado en posiciones dolorosas durante días; no recibir alimentos; ser colocados desnudos y a la intemperie durante horas en el frío invierno; recibir descargas eléctricas, por nombrar solo algunos. En algunos casos, estos prisioneros de conciencia incluso mueren a causa de la tortura, señaló.
Falun Dafa, también conocido como Falun Gong, es una práctica espiritual de meditación basada en los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia. Después de ser presentada al público en 1992, entre 70 y 100 millones de personas adoptaron la disciplina, según cifras del régimen chino. Sin embargo, este gran número de practicantes se convirtió en una fuente de preocupación para el entonces cabecilla del Partido Comunista Chino (PCCh), Jiang Zemin, quien lanzó una persecución a gran escala contra esta disciplina en 1999.
Chipkar dijo que los practicantes de Falun Dafa son perseguidos porque quieren proteger su libertad de creencia en sus principios y practicar su fe. Señaló que como el PCCh es ateo, quiere obligar a los practicantes a “renunciar a su fe”.
“La persecución a Falun Gong es tan loca que todo lo que un practicante detenido tiene que hacer es firmar un pedazo de papel diciendo que ya no va a practicar su fe y así se le permite ir a casa. Es completamente bizarro”, dijo.
Louisa Greve, directora de asuntos exteriores del Proyecto de Derechos Humanos Uigures radicada en Washington, enumera una serie de métodos abusivos utilizados contra los uigures detenidos, entre los que se incluyen palizas; en muchos casos se produjo la muerte por torturas.
Greve señala que es importante reconocer la tortura psicológica que sufre el grupo minoritario musulmán uigur. “Es una forma de tortura y de ‘daño espiritual’ forzar a los musulmanes a comer carne de cerdo, por ejemplo”, dijo.
“Que el Estado secuestre y retenga niños para siempre es también una forma de tortura para los niños, los padres y los abuelos”, remarcó.
Un informe de 2017 del Departamento de Estado de EE. UU. dice que la ley china prohíbe el abuso físico y el maltrato de los detenidos. Sin embargo, el informe señala que numerosas personas denunciaron haber sido torturadas mientras se encontraban detenidas en China.
“Miembros de la minoría uigur denunciaron torturas sistemáticas y otros tratos degradantes por parte de las fuerzas del orden y el sistema penal”, dice el informe. “Practicantes del prohibido movimiento espiritual Falun Gong denunciaron la tortura sistemática con más frecuencia que otros grupos”.
Un informe de Amnistía Internacional de 2015 titulado “Sin fin a la vista: Tortura y confesiones forzadas en China” señala que el uso de la tortura en China sigue siendo desenfrenado.
“La tortura y otros tratos o castigos (otros maltratos) crueles, inhumanos o degradantes prevalecen desde hace mucho tiempo en todas las situaciones en las que las autoridades privan a las personas de su libertad en China”, señala el informe.
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