El mercado financiero arrancó el nuevo año nervioso con las primeras medidas del nuevo presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, que mantuvo los actuales subsidios a los combustibles y ratificó su compromiso de no privatizar ninguna empresa pública estratégica.
La Bolsa de Sao Paulo sufrió una fuerte caída el lunes, en el primer día de negocios tras la investidura del líder socialista, con una bajada del 3.06 %, abrió este martes en terreno negativo y, tras una hora de negociaciones, operaba con una contracción del 1.46 %.
El dólar, por su parte, se apreció un 1.52 % el lunes, su mayor alza en el último mes, y este martes abrió negociado a 5.384 reales para la venta, con una subida del 0.45 %.
Pese a que el mercado tuvo dos meses para absorber el regreso del dirigente izquierdista al poder en la mayor economía de Latinoamérica y a que los inversores confiaron en las promesas de austeridad que hizo el nuevo ministro de Hacienda, Fernando Haddad, las primeras medidas de Lula generaron temores sobre el futuro de la situación fiscal de Brasil.
Además de prorrogar los subsidios a los combustibles tras haber dicho que los eliminaría, el fundador del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) firmó un decreto suspendiendo los estudios para la privatización de ocho estatales, entre las cuales la petrolera Petrobras, mayor empresa de Brasil.
La exención tributaria para los combustibles reduce la recaudación tributaria; pone en duda la capacidad del Gobierno de alcanzar un superávit este año y amenaza con elevar aún más el ya abultado déficit en las cuentas públicas brasileñas.
Haddad había dicho que los subsidios serían eliminados para no afectar las cuentas públicas, pero en un duelo en el interior del Gobierno vencieron los consejeros políticos de Lula, que consideran que un aumento de la inflación en los primeros meses de gestión puede ser fatal para su imagen.
El temor del mercado obedece a que, pese a que Haddad se comprometió con una política de austeridad y de combate al déficit fiscal, las medidas de Lula parecen decir lo contrario, coincidieron economistas consultados por EFE.
«Los inversores se sienten confiados con los discursos de Haddad, pero al día siguiente escuchan lo que no quieren oír de los asesores políticos del presidente. Entonces el ministro pierde un poco de credibilidad», afirmó el jefe del sector de análisis económicos de la financiera Levante Investimentos, Enrico Cozzolino.
De acuerdo con los analistas, pese a las promesas de Haddad de que cortará los gastos y anunciará una nueva política para garantizar la estabilidad fiscal en el primer trimestre de este año, el mercado ya lo mira con desconfianza, y ve un abismo entre su discurso y la realidad.
«Haddad perdió el duelo con la ala política del Gobierno, que no quería oír hablar de aumento de gasolina en la primera semana de Gobierno y lo dejó con la imagen de frágil», afirmó Helio Schwartsman, columnista económico del diario Folha de Sao Paulo.
Las primeras decisiones económicas de Lula también dejaron en el mercado la impresión de que el gobierno del líder progresista será más intervencionista en la economía que lo esperado y de que usará las empresas públicas a su favor.
Las empresas cuyos papeles más se desvalorizaron el lunes fueron precisamente las que tienen control o participación del Estado, comenzando por la petrolera Petrobras, mayor empresa de Brasil y cuyas acciones preferenciales perdieron un 6.45 % y las ordinarias un 6.66 %. Los títulos del Banco do Brasil cayeron un 4.23 %.
Según la plataforma financiera TradeMap, las empresas con elevada participación del Estado, incluyendo Petrobras, Banco do Brasil, Eletrobras y BB Seguridade, perdieron en conjunto 31.800 millones de reales (unos 5888.9 millones de dólares) en valor de mercado tan solo el lunes.
Para el economista Igor Lucena, investigador de la Universidad de Lisboa, el mercado también está receloso por el rechazo de Lula a aceptar la política de techo de gastos, que limita el aumento de los gastos públicos de un año a la inflación del año anterior.
En el discurso que pronunció en la ceremonia de investidura, el líder progresista llamó de «estupidez» el techo de gastos.
Haddad prometió un sustituto para la política de techo de gastos, pero los inversores tan solo escucharon cuando afirmó que la situación de las cuentas públicas es más grave que lo inicialmente calculado.
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