Para garantizar el «adecuado» adoctrinamiento de los estudiantes, el régimen de China investiga y sanciona a los maestros religiosos, y se asegura de que en clase no se diga ni una sola palabra relacionada con la fe.
Una maestra de jardín de infantes, quien desde su juventud ha sido miembro de la Iglesia católica estatal, le dijo a Bitter Winter que desde hace bastante tiempo se siente reacia a asistir a la iglesia debido a la presión que ejerce sobre ella la administración del jardín de infantes. Las amenazas para que renuncie a su fe comenzaron en octubre de 2019, junto con constantes críticas durante las reuniones de personal, tales como «algunos maestros siguen manteniendo sus creencias religiosas a pesar de que es el Partido Comunista el que los alimenta».
«El control ejercido por el Estado sobre la ideología se está volviendo cada vez más estricto, particularmente en el campo de la educación», afirmó la maestra. «Si los maestros tienen creencias religiosas y no siguen únicamente al Partido Comunista, esto se convierte en un problema político para el Gobierno».
El director de la escuela también le advirtió que, si el régimen se enteraba de sus creencias religiosas podría quitarle al condado donde se encuentra situada la escuela varios millones de yuanes, los cuales le habían sido otorgados como parte del «premio de civilización espiritual«. Dichos premios, que generalmente involucran sustanciales incentivos financieros, son otorgados a comunidades designadas como «civilizadas», es decir, económicamente desarrolladas y libres de religión. «Me enteré de que a otro condado se le habían revocado todos sus premios de civilización porque un equipo de inspección descubrió a dos estudiantes de primaria cantando himnos cristianos», añadió la maestra.
«A los maestros se les exige que adoctrinen a los niños con ideología patriótica y los hagan alabar y creer en el Partido», continuó afirmando la maestra. «El país entero está impregnado de patriotismo. Además, las escuelas han asignado personal especial para que monitoreen y denuncien a los maestros y estudiantes religiosos. A estos últimos se les dijo que renuncien a su fe, y algunos han sido designados como objetivos clave de la vigilancia, ya que las autoridades temen que desarrollen ‘influencia contrarrevolucionaria’, se confabulen con fuerzas extranjeras y siembren el caos».
Luego de que, el 10 de septiembre de 2018, el líder Xi Jinping destacara durante una conferencia nacional sobre educación que la tarea fundamental de la educación es formar a los constructores y sucesores del socialismo, la presión ejercida sobre los maestros para que adoctrinen a los estudiantes aumentó significativamente.
En junio del año pasado, una escuela primaria emplazada en la provincia nororiental de Heilongjiang amenazó con despedir a una maestra tras descubrir que la misma también predicaba en una iglesia doméstica. Se le dijo que dejara de hacerlo, o de lo contrario, el régimen castigaría a toda la escuela.
En el mes de agosto, las autoridades investigaron a una maestra de jardín de infantes que reside en Shenyang, la capital de la provincia nororiental de Liaoning, por ser protestante practicante. Debido a ello, se vio obligada a renunciar a su trabajo.
En el mes de noviembre, durante una reunión para miembros del Partido y funcionarios del Gobierno provincial, Chen Qiufa, secretario del Comité del Partido Comunista Chino (PCCh) de la provincia de Liaoning, exigió suprimir las «influencias religiosas» sobre maestros y estudiantes.
En el mes de diciembre, durante un evento de capacitación para miembros locales del Partido celebrado en la ciudad de Anshan de Liaoning, se les exigió a los participantes que llevaran a cabo «cuatro investigaciones» —investigar las escuelas, los maestros, los estudiantes y sus acciones— para asegurarse de que ningún miembro del PCCh, maestro o estudiante de jardín de infantes, primaria o secundaria tuviera creencias religiosas.
A fines del año pasado se implementaron medidas similares en numerosos condados y ciudades de la provincia nororiental de Heilongjiang y de la Región Autónoma de Mongolia Interior.
Un maestro procedente de la provincia oriental de Shandong le dijo a Bitter Winter que, el pasado mes de julio, los departamentos de educación locales llevaron a cabo investigaciones dirigidas a los profesores de secundaria recientemente contratados. El objetivo principal era averiguar si poseían creencias religiosas y apoyaban al Partido Comunista. Las investigaciones sobre dichos profesores y sus familiares se llevaron a cabo en secreto, sin acercarse a ellos directamente, y solo hablando con por lo menos cinco personas en sus lugares de trabajo, comunidades residenciales o escuelas.
Para asegurarse de que los niños no tengan contacto con la religión, el PCCh altera los clásicos literarios y los libros de texto de lengua e historia. También prohíbe que los maestros utilicen terminología o símbolos religiosos en clase.
El padre de un estudiante procedente de la ciudad de Mudanjiang de Heilongjiang le reveló a Bitter Winter que, en el mes de noviembre, la escuela distribuyó cuestionarios entre los estudiantes para determinar si los maestros utilizaban términos religiosos mientras enseñaban.
Según un profesor de secundaria procedente de Shandong, durante una reunión de personal celebrada el pasado mes de octubre, el director de la escuela les prohibió a todos los profesores tener creencias religiosas, usar joyas con símbolos religiosos y guardar artículos relacionados con la religión en sus escritorios. Los profesores también fueron presionados para que instaran a sus familiares religiosos a renunciar a su fe, caso contrario, su empleo en la escuela se vería afectado.
Este artículo fue publicado originalmente en Bitter Winter, una publicación sobre libertad religiosa y derechos humanos en China.
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