Sao Bernardo do Campo (Brasil), 6 abr (EFE).- Luiz Inácio Lula da Silva ha desafiado a la justicia brasileña. Vencido el plazo que tenía para entregarse, está atrincherado en el sindicato donde forjó su carrera en las afueras de Sao Paulo, mientras su defensa libra una frenética batalla para evitar su encarcelamiento.
Lula optó por el silencio y no quiso aclarar si se entregará en las próximas horas, aunque la Policía ya anunciara que «no hay condiciones» para detenerlo esta noche porque «se colocaría en riesgo tanto a los partidarios del expresidente como a los propios agentes».
«La negociación será retomada este sábado, después de la misa en memoria de la exprimera dama Marisa Letícia», agregó un comunicado de la Policía.
El juez federal Sergio Moro emplazó a Lula a entregarse hasta las 20.00 GMT del viernes para comenzar a cumplir la condena de doce años que arrastra por corrupción y lavado de dinero.
Sin embargo, Lula permaneció durante todo el día recluido en la sede del Sindicato Metalúrgico de Sao Bernardo do Campo, su cuna política y donde se concentraron miles de simpatizantes.
Las proclamas «no lo van a detener», «vamos a la lucha» y «Lula, guerrero del pueblo brasileño», retumbaron frente a la sede del sindicato al filo de las 20.00 GMT.
Cinco segundos antes de que expirara el plazo, miles de voces entonaron la cuenta atrás mientras Lula continuaba en el sindicato. Allí pasó la noche contenido por la cúpula del Partido de los Trabajadores (PT), de familiares y amigos.
El PT había anunciado intervenciones públicas del expresidente, pero Lula no abandonó el edificio. Mientras tanto su defensa emprendió una batalla legal contrarreloj para presentar habeas corpus, en un intento desesperado por evitar su ingreso en prisión.
Ninguno de los recursos fue aceptado y los abogados llegaron a solicitar una medida cautelar ante el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas.
El desacato de Lula no ha impedido que su defensa avanzara en las negociaciones con la Policía Federal sobre la entrega.
La orden de detención del juez Moro «tiene que ser cumplida», pero «no a cualquier costo», admitió el viernes el presidente de la Federación Nacional de Policías Federales (Fenapef), Luís Antônio Boudens.
Aunque durante toda la jornada se han multiplicado las especulaciones, miembros del PT señalaron que Lula se niega a ser trasladado a Curitiba, donde el juez Moro dispuso que comience a cumplir su condena. Lula habría exigido entregarse en Sao Paulo o en Sao Bernardo do Campo, donde cuenta con el apoyo popular y tiene además su residencia particular.
En Curitiba, Moro había dispuesto una celda de 15 metros para el expresidente, que no coincidiría con otros reclusos vinculados a la trama de corrupción en Petrobras y cuyas delaciones habrían sido definitivas para su detención.
Hace semanas que se venía preparando la celda. Con una celeridad poco frecuente en la Justicia brasileña, Moro tardó apenas 20 minutos el jueves, en dictar el auto de prisión contra Lula por considerar probado que se benefició de un apartamento en la playa a cambio de favorecer a una constructora con contratos públicos ligados a Petrobras.
El informe de la Fiscalía que derivó en la detención, solicitaba su encarcelamiento inmediato para «frenar la sensación de omnipotencia» y evitar que la «manipulación» de las «masas» alcanzara «niveles que supongan dificultades extremas para hacer valer la ley», según un documento al que tuvo acceso El País Brasil.
El Fiscal admite en el documento, que el proceso contra Lula «es absolutamente singular», por su «exitosa trayectoria de vida y su carisma personal incomparable».
Con dos mandatos presidenciales (2003-2010) y «diversos avances en la sociedad brasileña», el proceso «del reo Luiz Inácio canalizó la atención de un número significativo de personas, levantando pasiones y odios», agregó el informe.
Hoy, las movilizaciones convocadas por la izquierda en apoyo de Lula no lograron convocaron multitudes en las grandes ciudades, aunque tampoco los detractores de Lula se contaron por miles.
Sin embargo en Sao Bernardo do Campo, la concentración se mantiene y los seguidores de Lula parecen dispuestos a acompañarle una noche más.
«Aquí está el pueblo sin miedo de luchar», «viva el poder popular» coreaban, mientras micrófono en mano, un dirigente del PT advertía: «vamos a afinar la batería (percusión) porque el fin de semana va a ser largo».
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