La música del mariachi es una de las más conocidas expresiones de la cultura mexicana y ha tenido una historia especial en la comunidad de Los Ángeles. Sin embargo, el futuro de los mariachis es ahora incierto en el espacio más emblemático de la ciudad para su música.
Jesús Góngora, líder del Mariachi Ruiseñor, de Los Ángeles, platicó con The Epoch Times en español sobre las razones por las que duda que la cultura del mariachi pueda permanecer por mucho más tiempo en la tradicional Plaza del Mariachi de Boyle Heights.
La Plaza del Mariachi un espacio cultural muy apreciado por la comunidad hispana, donde por más de un siglo se han congregado los mariachis en espera de ser contratados.
Góngora, quien trabajó allí de 2013 a 2020, reconoce que existe un riesgo de que los mariachis tengan que irse de la zona debido a que el costo de vida se ha incrementado y mantenerse en esa zona resulta cada vez más difícil para los músicos.
La pandemia fue un factor que afectó en gran medida a la comunidad de mariachis, según Góngora. Varios de ellos fallecieron a causa del Covid-19 y su agrupación perdió algunos miembros, uno por la enfermedad y otro por las secuelas. Él se vio forzado a abandonar el área debido a la escasez de trabajo, pero ahora, aunque quisiera, es muy difícil que regrese a Boyle Heights.
Una de las razones que crean esta dificultad es el alto costo de las viviendas. Como líder del grupo, tenía que buscar alojamiento económico para sus músicos cerca de la Plaza del Mariachi, lo cual ya resultaba difícil desde antes de la pandemia.
Las casas y edificios de los alrededores son muy viejos —algunas construcciones tienen más de 100 años de antigüedad, están dañadas y se encuentran en condiciones precarias.
Muchos de los mariachis llegan para trabajar solo por temporadas a Los Ángeles. Hace algunos años, Góngora y sus compañeros tuvieron que vivir en habitaciones o bodegas en los alrededores de la plaza. Los espacios solían ser compartidos y normalmente eran pequeños, por lo que vivían hacinados en grupos de 5 a 6 personas aproximadamente por habitación, con baños compartidos por hasta 10 o 12 personas, asegura el músico.
Góngora recuerda que muchos de los lugares estaban infestados con chinches o cucarachas.
“Uno lo hace por el trabajo, uno aguanta —como músico hombre vas, trabajas, te sacrificas. Pero no puedes tener en esas condiciones a un bebé”.
La situación ha cambiado, según Góngora, pero no parece ser para bien.
En los últimos años, la economía de la zona se ha visto afectada por varios factores, incluyendo los cierres durante la pandemia, de los cuales muchos negocios no se pudieron recuperar y algunos otros han cerrado posteriormente, por no poder mantener los costos.
Después de la pandemia, Góngora vio cómo el trabajo para los mariachis se fue reduciendo, mientras los costos de mantenerse en esa zona aumentaban.
“Ya no es como otros años que había bastante trabajo, ahora es nada más como para sobrevivir”.
Además, ahora las opciones de vivienda son aún más escasas.
En los últimos años, Metro ha construido edificios de viviendas asequibles en el área, que desataron la preocupación de algunos residentes por la preservación de la cultura del Mariachi, particularmente por un edificio que se construirá junto a la plaza.
Una de las inquietudes de la comunidad era que la construcción del edificio afectara las actividades en la Plaza y el trabajo de los mariachis. Sin embargo, José Ubaldo, Gerente de Comunicaciones de Metro, dijo a The Epoch Times a través de un correo electrónico que no habría cambios en la estructura, más allá de los límites del desarrollo de viviendas. Sin embargo, ciertos eventos podrían estar limitados durante el período de construcción, que sería de unos dos años.
En cuanto a los nuevos departamentos que se han construido en la zona por parte de Metro, Góngora considera que son algo positivo para la comunidad, ya que son “viviendas dignas” para las familias. Sin embargo, es difícil que los mariachis puedan conseguirlas debido a la alta demanda y a que no todos cumplen con los requisitos para poder adquirirlas.
Si bien el proyecto se replanteó para tomar en cuenta algunas de las inquietudes de los vecinos para conservar la emblemática plaza, Góngora piensa que con el tiempo, el espacio no se podrá mantener por la gentrificación. Esto luego que uno de los edificios en los que solían alojarse, el antiguo Boyle Hotel, fuera remodelado para convertirlo en departamentos asequibles. Los mariachis fueron indemnizados al dejar el edificio, pero se quedaron sin esa opción.
Algunos mariachis han tenido que buscar viviendas en otros lugares alejados y les resulta difícil y más costoso trasladarse hasta la plaza para trabajar.
“Definitivamente, los mariachis en esa zona están ya destinados a desaparecer”, dijo. “Antes eran otros tiempos”.
Beatriz Zaragoza, quien solía tener un par de negocios en Boyle Heights, tuvo que cerrar el último de ellos en agosto. Trabajó allí durante casi 10 años y dos de sus tres hijos son mariachis, pero ella también ha tenido que mudarse a otro lugar. Ella compartió con The Epoch Times su preocupación de que con los nuevos desarrollos, lleguen residentes que podrían no estar interesados en conservar las tradiciones mexicanas que se han preservado hasta ahora.
Por su parte, a pesar de que piensa que preservar la cultura es algo importante, Góngora también desea que los residentes de Boyle Heights, incluyendo a los mariachis, tengan viviendas dignas.
“Es triste que se vaya a acabar la plaza y la cultura, pero [las viviendas] sí son muy necesarias”, dijo. “Los Ángeles está ya saturado, ahora se pone cada vez más difícil el acceso a la vivienda”.
Como mariachi, Góngora entiende que la gente no quiere que la tradición se pierda, pero sabe que es una decisión difícil la que está en la balanza.
“Yo sé que están afectando a una cultura que es el mariachi, pero si nos ponemos a ver, ¿qué es más importante ahorita? ¿La vivienda para la familia o defender la cultura?”, dijo.
Sin embargo, aún tiene la esperanza de que se pueda encontrar otra solución para los mariachis, como reubicarlos en zonas con condiciones más accesibles para ellos.
Actualmente, Los Ángeles es la ciudad más poblada de Estados Unidos y la más cara para vivir. Más de 3.8 millones de personas vivían allí hasta el año pasado y casi la mitad de ellos son hispanos.
La crisis de vivienda ha provocado que muchos californianos dejen sus hogares para buscar otras alternativas y nuevos horizontes, no solo los mariachis.
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