Las proteínas de espiga generadas por el virus SARS-CoV-2 y el ARNm de la vacuna contra COVID-19 están provocando niebla cerebral y otros síntomas neurológicos «profundamente incapacitantes» en algunos pacientes, según el Dr. Paul Marik, médico de cuidados intensivos desde hace muchos años.
«La verdad es que la proteína de espiga es probablemente uno de los compuestos más tóxicos a los que pueden estar expuestos los seres humanos, y su toxicidad se produce a través de múltiples vías diferentes que apenas estamos empezando a comprender», dijo Marik en una entrevista reciente con el programa «American Thought Leaders» de EpochTV.
Marik es cofundador de la Alianza de Cuidados Críticos de Primera Línea contra COVID-19 (FLCCC, por sus siglas en inglés), un grupo médico sin ánimo de lucro conocido por defender el uso de la ivermectina en el tratamiento de la infección por COVID-19. El grupo también se centra en el desarrollo de opciones de tratamiento para las personas que sufren «síndromes postvacunales», incluida la eliminación de las proteínas de espiga acumuladas en sus cuerpos tras la vacunación.
Las vacunas de ARNm funcionan utilizando ARN mensajero codificado para ordenar a las células musculares que produzcan proteínas de espiga con el fin de desencadenar una respuesta inmunitaria. El problema es, según Marik, que el ARNm ensamblado en laboratorio permanece en el cuerpo humano mucho más tiempo que el que un paciente recibe de una infección natural.
«El virus que se replica activamente dura unos cinco días. Después de cinco días, el ARN mensajero, que el virus utiliza para fabricar todas estas proteínas, es destruido por el organismo», explicó Marik al presentador Jan Jekielek. «Si eres inmunocompetente, a los cinco días, el ARN mensajero ha desaparecido y tu organismo no sigue fabricando nueva proteína de espiga».
«Cuando se inyecta el ARNm sintético, fabricado artificialmente, no se queda en el brazo. En realidad circula y va a los ganglios linfáticos y órganos», dijo, señalando que un estudio mostró ARNm inyectado en el cuerpo hasta 60 días.
«Lo que esto significa es que si este ARN mensajero [artificial] está produciendo la proteína de espiga, el resultado final es que es una carga de proteína de espiga», dijo Marik, comparando las proteínas de espiga con el cianuro, que no es necesariamente dañino en pequeñas cantidades pero puede ser letal cuando se acumula a un nivel exponencialmente alto.
Daños neurológicos
La proteína de espiga asociada a COVID-19 afecta a tantos sistemas orgánicos que los médicos no suelen ver un patrón de síntomas en los pacientes que sufren lesiones por la vacuna, según Marik.
«Estos pacientes tienen síntomas tan diversos que realmente no encajan en un patrón que les hayan enseñado», dijo Marik a Jekielek, refiriéndose a los médicos que intentan diagnosticar a las personas lesionadas por vacunas. «Casi siempre dicen: ‘Bueno, esto es estrés. Esto es ansiedad. Esto es un trastorno funcional. Esto está en tu cabeza. Esto no es real».
«Pero es real», dijo Marik a partir de sus observaciones. «Es por la espiga que va a todos los sistemas orgánicos, y todos los sistemas orgánicos están implicados».
Entre esos sistemas orgánicos, el cerebro parece ser uno especialmente vulnerable, según Marik. Esto podría explicar por qué tantas personas vacunadas han notificado síntomas neurológicos.
«El ARNm se coloca en una nanopartícula lipídica. La nanopartícula lipídica está diseñada para administrar quimioterapia en el cerebro», explica. «Así que atraviesa la barrera hematoencefálica».
«Más del 80 por ciento de los pacientes posvacunales presentan síntomas neurológicos. Es un hallazgo muy característico», continuó el médico. «Los síntomas neurológicos son niebla cerebral, disfunción cognitiva y disfunción de la memoria, que es muy incapacitante para la mayoría de la gente: si no puedes pensar, pierdes la capacidad de recordar cosas».
También hay muchas personas vacunadas que experimentan tinnitus, o zumbidos constantes en los oídos. «De hecho, muchos han pensado en el suicidio porque es un síntoma muy preocupante», explica Marik sobre esta afección, que ya existía antes de COVID-19.
Un síntoma aún más «profundamente incapacitante», según Marik, es la neuropatía de pequeños nervios, un trastorno nervioso caracterizado por ataques de dolor intenso que suelen comenzar en los pies o las manos del paciente.
«Parece ser una característica clásica de la enfermedad inducida por la proteína de espiga, en particular con una vacuna», dijo. «[Los pacientes] sufren neuropatía de fibras pequeñas, que es profundamente incapacitante porque las fibras pequeñas intervienen en la sensación de dolor».
«Se quejan de que les arden las extremidades. Tienen fuertes picores ardientes», continuó. «Si preguntas a un paciente lesionado por una vacuna si hay un síntoma del que querría librarse, ¿cuál es el más preocupante? Sin duda, es la neuropatía de fibras pequeñas, que es profundamente incapacitante».
Tratamiento post-vacunación: El poder de la autorreparación
Cuando se le preguntó por la recuperación de COVID-19 o de lesiones vacunales, Marik dijo que el paso más importante es recibir un tratamiento precoz o no volver a vacunarse.
«Lo primero es evitar vacunarse. Si te has vacunado, no te pongas refuerzos», dijo el médico. «En segundo lugar, si se contrae COVID, conviene tratarse pronto, porque cuanto más tiempo se deje pasar, mayor será la proteína de espiga».
Marik advirtió además que quienes deseen deshacerse de las proteínas de espiga deben tener cuidado con los productos que afirman poder desintoxicar el organismo. En su lugar, recomienda confiar en el propio mecanismo de degradación celular del cuerpo.
«No existen pociones o dispositivos de desintoxicación. Lo que hay que hacer es ayudar al cuerpo a deshacerse de las espigas», dice, señalando a la autofagia, un proceso que ocurre dentro de las células, mediante el cual los componentes que se consideran dañados, tóxicos u obsoletos se degradan y reciclan para liberar energía y mantener el equilibrio.
«Es el sistema de eliminación de basura: Recoge la basura y luego la pasa por esta máquina cortadora de basura y la desecha. Es un sistema ingenioso», explicó Marik. «Así es como la célula se ocupa de estas proteínas tóxicas. Lo que realmente se quiere hacer es aprovecharlo y mejorar la capacidad de la célula para descomponer estas proteínas».
Para aprovechar mejor esta capacidad natural de autorreparación, Marik sugirió que los pacientes practiquen un método llamado «ayuno intermitente», también conocido como «alimentación en función del tiempo».
«El método más potente para activar la autofagia es el ayuno intermitente, porque tenemos un interruptor biológico llamado interruptor mTOR», explicó. «Cada vez que comemos, desactivamos la autofagia a través de la vía mTOR. Las proteínas de la glucosa y la insulina desactivan este proceso. Sin embargo, cuando se priva a la célula de glucosa y proteínas, se activa la autofagia y se descomponen las proteínas».
Marik también destacó la importancia del sueño, así como de no comer antes de irse a dormir.
«El sueño es muy importante para la regeneración del cerebro, ya que elimina todos los productos metabólicos y permite que se regeneren las sinapsis», explicó, y señaló que comer antes de dormir no solo desactiva la autofagia, sino que también interrumpe el sistema glinfático del cerebro, que elimina los subproductos metabólicos.
«Si comes antes de irte a dormir, limitas la autofagia y este flujo glinfático».
«Es esencial que la gente cambie la dieta», añadió. «Se puede comer dentro de una ventana de seis a ocho horas. Y el resto del tiempo, no se come».
«Tenemos un enorme, enorme potencial de autorreparación. Lo que realmente queremos hacer es abrazar la capacidad del cuerpo para curarse a sí mismo. Queremos potenciar esa capacidad».
Con entrevista de Jan Jekielek.
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