La variante delta actualmente se ha extendido a más de una docena de provincias en China, incluido Beijing. Para mejorar el control al pueblo chino, el gobierno está dando vía libre a opiniones que promueven el uso de la «pena de muerte» para aquellos que se resisten a cooperar.
El 24 de octubre, el Consejo de Estado del Partido Comunista Chino (PCCh) informó que, desde el 17 de octubre, se han detectado brotes de la variante de delta en múltiples ubicaciones y se han expandido rápidamente por todo el país. Esto se debe a que numerosas personas infectadas han viajado a través de las regiones, aumentando la propagación del virus. Todavía se está investigando el origen real de la propagación.
Solo cuatro días después, el Comité de Salud del PCCh anunció que la variante delta se había encontrado en más de una docena de provincias además de Beijing, incluidas Zhejiang, Henan, Fujian, Hubei, Mongolia Interior, Shandong, Sichuan y otras. En total, hubo 701 casos activos confirmados en todo el país ese día.
El presunto regreso agresivo del virus a Beijing ha provocado la preocupación de las autoridades locales, lo que los ha llevado a hacer declaraciones sobre cómo van a rectificar la situación, que a veces incluyen medidas amenazantes. Las autoridades de la ciudad están redoblando su política de cero contagios de COVID ante los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing 2022.
El 28 de octubre, el medio de comunicación oficial del PCCh, CCTV, hizo referencia a un artículo en el que se citaba a un abogado diciendo que «violar las normas de prevención de epidemias constituye un delito punible que podría justificar la pena de muerte».
El abogado que escribió el artículo, Zhao Zong, trabaja para el bufete de abogados Zhongwen de Beijing. Dijo que cualquier persona que sepa o sospeche que es contagiosa o ha estado en contacto cercano con una persona infectada debe cumplir legalmente con las pautas de cuarentena. De no ser así, el acto de poner en peligro la seguridad pública constituye un delito punible que podría potencialmente justificar la pena de muerte.
Estas son algunas de las medidas ya promulgadas por las autoridades de Beijing: No se pueden realizar viajes innecesarios fuera de la capital; se suspenden los viajes entre provincias; se cierran todos los centros de actividad, incluidas las salas de ajedrez y de póquer; y la vacunación es obligatoria, incluso para los niños de tan sólo 3 años. Las autoridades también han puesto en marcha una tercera dosis de vacunación para el personal clave, que debe tomar los refuerzos para mantener sus puestos de trabajo.
El 28 de octubre, dos trenes de alta velocidad que se dirigían a Beijing se detuvieron repentinamente porque cada uno tenía un miembro de la tripulación que supuestamente entró en contacto cercano con una persona contagiosa. Un tren era el G14 que transportaba a 212 personas de Shanghai. A la mitad de su viaje, la Oficina de Ferrocarriles de Beijing le ordenó al tren que se detuviera en la estación Jinan West en la provincia de Shandong. Todos los que estaban a bordo fueron retirados de inmediato y trasladados a un lugar de aislamiento para una cuarentena centralizada y observaciones médicas.
Esa misma tarde, el tren G108 que transportaba a 134 personas de Jiaxing a la estación sur de Beijing también fue detenido por la Oficina de Ferrocarriles de Beijing. Todas las personas a bordo también fueron puestas en cuarentena. Las pruebas iniciales de COVID-19 realizadas a los 346 pasajeros y a la tripulación de ambos trenes fueron todas negativas para COVID-19.
La respuesta rápida y agresiva en estos dos incidentes revela cuán nerviosas están las autoridades al querer erradicar el COVID-19 que puede llegar a Beijing.
Un videoblogger que produce el programa «Cold Eyes on Finance» comentó que el modelo de eliminación de COVID-19 del PCCh se ha convertido de forma más impactante en un modelo de «campos de concentración en todas partes», y que las autoridades se han vuelto «cada vez más malvadas», despojando los derechos humanos del pueblo chino. Si uno se atreve a no cooperar, puede ser encarcelado inmediatamente, dijo.
El número de casos de virus confirmados por el PCCh puede parecer pequeño, pero “no son transparentes, por lo que los informes no son creíbles”, agregó. “Aunque solo hay unas pocas docenas de casos al día, [las autoridades] están poniendo patas arriba las vidas de 1400 millones de chinos”.
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