SANTA CRUZ, Bolivia —En las afueras del aeropuerto internacional José Martí de La Habana, una multitud de agitados residentes cubanos espera para viajar a Nicaragua, lo que se ha convertido en algo habitual debido al aumento vertiginoso de la demanda de vuelos y a las cancelaciones esporádicas que comenzaron en noviembre pasado.
La escena pinta un vívido retrato de gente dispuesta a hacer cualquier cosa para escapar del régimen comunista de la nación. Esto se ha visto facilitado por Nicaragua, que abrió sus puertas el 22 de noviembre y eliminó los requisitos de visado para los cubanos, acelerando una oleada de emigrantes con destino al país centroamericano y, según algunos, en última instancia a la frontera sur de Estados Unidos.
El presidente socialista Daniel Ortega inició el proceso de exención de los trámites necesarios para que los cubanos puedan entrar en Nicaragua en 2019. Sin embargo, el 12 de enero, las aerolíneas aumentaron el número de rutas directas entre ambas naciones, lo que abarató y facilitó la huida de Cuba.
Antes de enero de este año, los migrantes tenían que viajar a Colombia y comprar un segundo boleto para llegar a Nicaragua, o lidiar con las limitadas opciones de vuelos directos desde La Habana y asumir el riesgo de que probablemente se cancele su boleto debido a la sobreventa.
La evidencia sugiere que esto ya está teniendo un impacto en la crisis migratoria existente en la asediada frontera terrestre que comparten Estados Unidos y México.
Seguir adelante
Antes de que Ortega flexibilizara los requisitos de entrada en 2019, el número de encuentros terrestres con migrantes cubanos por parte de los agentes de la patrulla fronteriza de Estados Unidos en la frontera sur era inferior a 200 por año, con solo 74 registrados en 2018. Al año siguiente, sin embargo, esa cifra se disparó a 11,645 encuentros.
«El objetivo es salir de Cuba, ir a Nicaragua e inundar la frontera sur de Estados Unidos», dijo a The Epoch Times el doctor Orlando Gutiérrez Boronat, coordinador de la Asamblea de la Resistencia Cubana, una coalición de grupos de derechos humanos a favor de la democracia.
El 15 de enero, la policía hondureña detuvo a 59 migrantes cubanos y nicaragüenses que viajaban hacia el norte con cuatro traficantes de personas, conocidos en toda la región como coyotes. Según un comunicado de la policía, los coyotes llevaban a los migrantes hacia el norte, hacia Estados Unidos.
El esfuerzo de cooperación entre el gobierno de Ortega y el régimen comunista de Cuba, encabezado ahora por Miguel Mario Díaz-Canel, señala un cambio drástico en la actitud hacia los cubanos que quieren huir.
Durante la década de 1990, las autoridades cubanas consideraban traición incluso el intento de salir del país de forma ilegal, un acto castigado con hasta tres años de prisión.
En el peor de los casos, el Estado podía ejecutar a alguien por desertar de la isla comunista.
«Ahora, hay tanto descontento en el país, que [el gobierno cubano] solo quiere deshacerse de la gente», dijo Boronat.
Añadió que las manifestaciones contra el régimen comunista cubano no se han calmado desde las históricas protestas del verano pasado. En diciembre, los partidarios de la oposición del movimiento Vicente Méndez en La Habana realizaron actividades de protesta y exigieron la liberación de los presos políticos derivados de las manifestaciones de julio de 2021.
A partir del fin de semana del 15 de enero, comenzaron a aparecer carteles y pancartas en lugares públicos de todo el país con el mensaje «El Paro Va». La frase, que representa el movimiento de resistencia en curso contra el gobierno, es el argot cubano para «Es el día en que nos levantamos», dijo Boronat.
El analista de las relaciones con Latinoamérica Fernando Menendez dijo a The Epoch Times que hay pocos incentivos para salir de Cuba legítimamente. «Una vez que vas a una embajada y solicitas un visado, que puede tardar mucho tiempo en ser concedido, y el gobierno se entera de que estás tratando de salir, te bloquean por completo».
Menendez explicó que, después de que el régimen cubano se entera de que un residente está intentando emigrar a otro país, le quitarán el trabajo, la cartilla de racionamiento y los escasos medios de supervivencia que le queden.
«Incluso tu familia y tus vecinos dejarán de hablarte. Nadie puede permitirse relacionarse contigo en ese momento. Es demasiado peligroso», añade.
Sin futuro en Cuba
En medio de las largas filas, las grandes esperanzas y la sobreventa de vuelos desde La Habana, Anton Garcia, de 27 años, consiguió el mes pasado un boleto para la capital de Nicaragua, Managua.
«Nadie quiere dejar atrás a su familia, pero yo quiero vivir, no solo sobrevivir», dijo García a The Epoch Times.
Incluso siendo un joven graduado universitario con un título de ingeniería, Garcia dijo que sus perspectivas de trabajo en Cuba, por no hablar del sueño de tener una casa o formar una familia propia, eran bastante sombrías. Tras las protestas nacionales del año pasado, García supo que era el momento de marcharse.
«Pero no es fácil. Te pasas meses intentando conseguir el dinero. Tienes que vender todo lo que tienes solo para comprar un boleto», dijo.
El salario mínimo promedio bajo el régimen comunista es de 87 dólares al mes, lo que refleja un aumento que el gobierno inició en enero de 2021 para combatir la pobreza exacerbada y las luchas económicas provocadas por la pandemia.
Cuando se le preguntó si pensaba unirse a la caravana de personas que se dirigen a la frontera con Estados Unidos, Garcia respondió simplemente: «Tal vez, algún día».
Mientras tanto, Garcia arregla motocicletas por dinero en el barrio Jorge Dimitrov de Managua.
Menendez dijo que cualquiera que salga de Cuba hacia Nicaragua intentará eventualmente dirigirse al norte, hacia Estados Unidos, y afirmó que la nación centroamericana no tiene nada que ofrecer a los migrantes que decidan quedarse.
«Nicaragua está básicamente dirigida por Cuba», dijo Boronat, coincidiendo con esta opinión.
Ambas naciones comparten un legado de socialismo, alcanzado a través de la guerra de guerrillas, salpicado por largas dictaduras y altos índices de pobreza.
Hasta la fecha, Cuba sigue siendo uno de los principales países de América Latina que envía migrantes a Estados Unidos.
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