El presidente ruso, Vladímir Putin, recibió el martes una calurosa bienvenida del presidente de Mongolia, país que ignoró los llamados internacionales para detenerlo en virtud de una orden de arresto por presuntos crímenes de guerra en el conflicto de Ucrania.
Al descender de un coche en la capital de Mongolia, Ulán Bator, Putin fue recibido por el presidente mongol, Ukhnaagiin Khurelsukh, como muestran imágenes de vídeo.
«Las relaciones con Mongolia figuran entre las prioridades de nuestra política exterior en Asia. Se han elevado a un alto nivel de asociación estratégica integral», dijo Putin a Khurelsukh, según una transcripción traducida publicada en el sitio web del Kremlin.
Putin añadió que las relaciones entre Rusia y Mongolia «se desarrollan en todos los ámbitos», incluida la «esfera política y en asuntos económicos».
Khurelsukh expresó su alegría por la visita de Putin, según los medios estatales rusos. Los dos líderes firmaron varios acuerdos bilaterales, según muestran documentos publicados en la página web del Kremlin.
«Durante los últimos cuatro o cinco años, nuestros países y nuestros pueblos han superado conjuntamente las dificultades que nos han sobrevenido durante este periodo», dijo Khurelsukh, según informaron los medios estatales.
Una orden de detención de la Corte Penal Internacional (CPI) emitida el año pasado contra Putin obliga a los 124 Estados miembros de la corte, entre ellos Mongolia, a detener al presidente ruso y trasladarlo a La Haya para ser juzgado si pisa su territorio.
Funcionarios ucranianos, la Unión Europea y varios grupos de derechos humanos instaron a Mongolia a detener al dirigente ruso. Antes de que Putin llegara al territorio del país, Mongolia no emitió ninguna declaración que indicara que lo haría.
El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, declaró a la prensa la semana pasada que Moscú no tenía preocupaciones sobre acciones relacionadas con la orden de detención en Mongolia porque todos los aspectos de la visita se habían discutido de antemano.
El gobierno mongol depende en gran medida de Rusia para obtener energía y depende económicamente de Rusia y China, sus vecinos. El país, que fue comunista durante décadas, también mantuvo estrechos vínculos con la Unión Soviética antes de pasar a la democracia y a una economía más basada en el mercado en la década de 1990.
En otra declaración emitida por Putin el 3 de septiembre se señalaba que cerca del 90% del diésel y el gas que utiliza Mongolia procede de Rusia. Mongolia se encuentra en la ruta prevista de un importante gasoducto que Rusia quiere construir para transportar grandes cantidades de gas natural desde su región de Yamal hasta China.
Dmitri Medvédev, vicesecretario del Consejo de Seguridad de Rusia y expresidente, criticó la orden de la CPI por «ilegal» en una publicación en redes sociales el 3 de septiembre, diciendo que solo «algún loco» intentaría llevarla a cabo.
Un «duro golpe»
El incumplimiento del requisito de la orden de la CPI representa un «duro golpe para la Corte Penal Internacional y el sistema de justicia penal internacional», escribió en X el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ucraniano, Heorhiy Tykhyi.
«Mongolia permitió que el criminal acusado escapara de la justicia, compartiendo así la responsabilidad de sus crímenes de guerra. Trabajaremos con nuestros socios para garantizar que esto tenga consecuencias para Ulán Bator», dijo.
La orden de detención de la CPI acusa a Putin de deportar ilegalmente a cientos de niños de Ucrania. El Kremlin ha rechazado la acusación, diciendo que tiene motivaciones políticas.
La UE dijo en un comunicado que «lamenta» que Mongolia no haya cumplido con la obligación de la CPI, y añadió que expresará su «más firme apoyo a los esfuerzos para garantizar la plena rendición de cuentas por los crímenes de guerra y los otros crímenes más graves en relación con la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania».
«En este sentido, la UE apoya las investigaciones del Fiscal de la CPI en Ucrania y pide la plena cooperación de todos los Estados Partes», añade la declaración. «La UE reitera su apoyo inquebrantable a la CPI y a la independencia, soberanía e integridad territorial de Ucrania dentro de sus fronteras internacionalmente reconocidas».
Unos 120 países firmaron el estatuto de la CPI hace más de dos décadas, pero varias naciones -entre ellas Estados Unidos, Rusia, China, India e Israel- no lo han ratificado.
A principios de este año, la CPI suscitó polémica después de que su fiscal jefe señalara que solicitaría una orden de detención contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, su ministro de Defensa y los dirigentes de Hamás.
Funcionarios estadounidenses condenaron públicamente la declaración de la CPI.
Reuters ha contribuido a este artículo.
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