Un cariñoso padre está demostrando lo que pueden hacer los grandes padres al peinar él solo a cada uno de sus ocho hijos antes de ir a la iglesia, y un dulce clip suyo haciéndolo está ganando corazones en Internet.
Kelli Ingram y su esposo, Trey Ingram, ambos de 40 años, viven en una granja en su estado natal de Carolina del Sur con sus ocho hijos, incluidas sus dos hijas adoptivas: Lael, de 13 años, Ruthie, de 12, Salem, de 10, Faith, de 9, Eden, de 6, Shepherd, de 5, Ever, de 3, y Olive, de 2.
El 13 de agosto, el Sr. Ingram estaba ayudando a sus hijos a prepararse para ir a la iglesia cuando su esposa sacó el teléfono y empezó a grabar.
«Los domingos vamos todos juntos a la iglesia, y a todos nos gusta estar guapos y peinarnos, así que mi esposo los peinó a todos ese día», explicó a The Epoch Times. «No es su punto fuerte, ¡pero fue muy bonito verle intentar hacerlo lo mejor posible!».
A la hija mayor, Ingram le hizo un moño. A las dos siguientes les peinó los rizos sin calor desatándoles las cintas, cepillándoles el pelo y fijándoselo con spray.
A Faith, su primera hija adoptiva, le peinó su pelo rizado natural con producto, y a su segunda hija adoptiva, Eden, y a sus dos hermanas pequeñas, les colocó unos adorables lazos en el pelo. A su hijo Shepherd le peinó como un profesional. «Es su trabajo», dice la Sra. Ingram.
Los niños se portaron «genial», dijo, y añadió: «Pensé que la mayor se lo iba a quitar después de que él lo hiciera, ¡pero no lo hizo! Es tan buen padre y tan buen esposo. No hay nada que no haga, o que no quiera hacer, como padre, y eso es muy importante cuando está criando a tantos niños, tener una relación en la que se cubren las espaldas mutuamente. Él haría cualquier cosa».
(Cortesía de Kelli Ingram)
Después de publicar su tierno vídeo en Instagram, los Ingram recibieron una avalancha de comentarios positivos. Pero también recibieron algunos negativos, y la señora Ingram cree saber por qué.
«Creo que tocó la fibra sensible de mucha gente porque creo que tenemos una crisis de padres en nuestro sistema», dice. «Los padres no están presentes, y si lo están, no están muy implicados. Creo que es uno de los mayores problemas que tenemos como sociedad, porque los niños necesitan un padre, y éste proporciona mucho consuelo y seguridad a la familia».
«Eso no quiere decir que si no tienes un padre estés condenado, pero creo que si tuviéramos más padres presentes, nuestro mundo sería muy diferente».
Para la mamá de ocho hijos, casarse y criar a sus hijos con el hombre que ama fue «lo mejor que he hecho».
dice: «Creo que vivimos en una sociedad en la que las mujeres creen que no necesitan a los hombres y que no necesitan una familia. Casarse y tener hijos juntos, formar una familia, tiene muchas ventajas. Diría que es lo que más me fortaleció en mi vida».
Al crecer, la pareja sabía que quería adoptar. Se conocieron en la universidad y se enamoraron durante un viaje de estudios a Rumanía en 2004 para estudiar los efectos del abandono en los niños, y la difícil situación de los huérfanos les llegó al corazón. Se prometieron un mes después y se casaron al año siguiente.
«Aquel viaje nos cambió la vida», dice Ingram. «Fuimos padres de acogida durante un tiempo, y así fue como acabamos adoptando».
La Sra. Ingram, licenciada en Pedagogía, tuvo «trabajos aquí y allá» mientras su esposo estudiaba Derecho, pero siempre supo que quería ser ama de casa. En la actualidad, educa en casa a su hijo mayor y a los dos más pequeños, mientras que los cuatro del medio van a la escuela en otro sitio.
«Me gusta mucho poder controlar lo que aprenden y de quién lo hacen», afirma. «Nuestra fe es muy importante para nosotros, así que tejer en nuestra fe y hacer que una gran parte de su educación es muy importante para mí «.
Los Ingram «lo hacen todo juntos», desde la iglesia a las vacaciones, pasando por comer fuera o cuidar de la granja familiar y sus animales. Por encima de todo, el Sr. y la Sra. Ingram educan a sus hijos para que conozcan a Dios, lo amen y sirvan a los demás.
«Esa es mi oración para ellos, que tengan un corazón de servicio, y que miren por los demás por encima de sí mismos», dijo la Sra. Ingram. «Tienen mucha práctica en eso porque tenemos una familia muy grande… los mayores cuidan de los pequeños, y los pequeños quieren a los mayores.
«Del mismo modo, ven a mi esposo queriéndome y sirviéndome. Obviamente, quiero que nuestras hijas vean eso y sepan qué buscar en un futuro esposo. Mi hijo, quiero que vea cómo amar a una esposa viendo a su padre amarme a mí».
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