Han pasado casi 100 años desde la Revolución de Febrero en Rusia, la cual fue utilizada por los bolcheviques de Vladimir Lenin para lanzar un golpe de Estado en 1917 y que dio inicio a un siglo de control comunista alrededor del mundo, caracterizado por decadencia social, hambruna y genocidio.
El New York Times está conmemorando este próximo aniversario con una nueva serie de artículos sobre el comunismo, el primero de los cuales, publicado este 24 de febrero, omite mencionar los crímenes de lesa humanidad cometidos durante los regímenes comunistas. En vez de ello, escribe vivamente sobre los ideales del comunismo y pregunta si veremos al “fénix renacer de las cenizas de la historia”.
La mayor parte del mundo está de acuerdo en que Adolf Hitler era un monstruo cuyo régimen totalitario asesinó sistemáticamente a 6 millones de judíos, entre otras víctimas.
No obstante, desde una óptica similar, ¿por qué tantos académicos que están en contra del fascismo parecen apoyar el comunismo, que según varios cálculos mató entre 100 y 150 millones de personas, cifra que representa entre 16 y 25 veces más víctimas inocentes que Hitler?
Solo en Camboya, Pol Pot y sus Jemeres Rojos asesinaron en los llamados “campos de la muerte” entre un 16% y un 33% de la cantidad de personas que asesinó Hitler. Al igual que los Nazis, y como un sádico asesino serial, los Jemeres Rojos fotografiaban muchas de sus víctimas (jóvenes, ancianos y hasta niños) antes de dispararles, sofocarlos con bolsas de plástico o golpearlos hasta la muerte con garrotes.
También podemos estar ampliamente de acuerdo en que proteger las culturas indígenas y las creencias tradicionales son una causa noble.
Bajo el control comunista, estas mismas culturas y creencias han sido repetidamente marcadas para su erradicación. Con su propia ideología de ateísmo y dialéctica marxista, la continua postura de los regímenes comunistas es que sus propios puntos de vista son el final del progreso humano y que todas las otras ideas deberían ser aplastadas con violencia.
Joseph Stalin hizo que casi cada Musulmán Tártaro en Crimea fuera rodeado y enviado a campos de trabajo, y asesinó decenas de miles de ellos. El Partido Comunista Chino aún realiza persecuciones a gran escala de budistas tibetanos, uigures musulmanes, cristianos clandestinos, y practicantes de Falun Gong.
Los regímenes comunistas que siguen en el poder en China y Corea del Norte también continúan utilizando gulags (campos de trabajo forzado) al estilo de Stalin, y tienen vastas redes de campos de trabajo.
El artículo de The New York Times parece estar paralizado en los tiempos de Lenin. Da cuenta, en un romántico ejemplo, de uno de los leales seguidores de Lenin, Semyon Kanatchikov, que “en la excitación de la modernidad dejó la pobreza rural por un trabajo en una fábrica”.
Kanatchikov es un buen ejemplo en este caso. Él, como la mayoría de aquellos engañados por el comunismo, parecía creer verdaderamente que éste brindaría una salida a la humanidad –que crearía el paraíso en la Tierra que todos los líderes comunistas desde Lenin hasta Kim Jong Un prometieron.
Kanatchikov a la larga fue purgado por Stalin y murió en un gulag en 1940.
Lenin tenía una cruel frase para gente como Kanatchikov. Se refirió a los idealistas que ayudarían a los líderes comunistas a tomar el poder como “idiotas útiles”, dado que esta gente a menudo era más tarde encarcelada o asesinada.
La historia presenció varios casos como éste. Bajo el mando de Mao Zedong, éste elogiaba a sus partidarios entre los estudiantes chinos, a partir de los cuales creó la “Guardia Roja”. Durante la Revolución Cultural en los años 1960 y 1970, Mao utilizó la Guardia Roja como su propia pandilla de matones para atacar, humillar, o asesinar “derechistas” y terratenientes, o cualquiera que no había estudiado sus enseñanzas con suficiente profundidad.
Cuando la Guardia Roja ya no era útil para Mao, los despachó a los campos como campesinos.
Mientras los revisionistas de la historia marxista aún intenten sostener que el comunismo nunca se realizó bien (desestimando 100 años de ejemplos fallidos), preguntaría cuántas veces la humanidad necesita caer en el mismo pozo hasta aprender a tomar otro camino.
Cada vez y en cada país en el que se haya intentado, el comunismo trajo olas de matanza y miseria.
Para la gente que vivió bajo el comunismo -aquellos que escaparon de Berlín Oriental, aquellos que huyeron la Unión Soviética, aquellos que sobrevivieron los Campos de la Muerte de los Jemeres Rojos, y por los incontables otros que siguen siendo perseguidos por regímenes comunistas hoy en día, como en China y Corea del Norte –el artículo del New York Times puede difícilmente sentirse diferente a una apología Nazi, una apología para la eliminación cultural, la tortura y el genocidio.
Se estima que el comunismo asesinó al menos 100 millones de personas, no obstante sus crímenes no han sido recopilados y su ideología aún persiste. La Gran Época busca exponer la historia y creencias de este movimiento, que es una fuente de tiranía y destrucción desde su surgimiento.
Lea toda la serie de artículos aquí.
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.