Cientos de nicaragüenses decidieron realizar una procesión religiosa de la Virgen de Fátima este sábado en los alrededores de la catedral de Managua pese a la prohibición de la Policía Nacional alegando “seguridad interna”, y mientras continúa la persecución religiosa en el país por parte del régimen de Daniel Ortega.
La prohibición de la procesión religiosa se dio a conocer el viernes y es una de las medidas más recientes del régimen de Nicaragua en contra de la religión católica, la cual ha sido calificada por los defensores de Derechos Humanos como la “continuidad de la guerra contra la Iglesia Católica”, según declaraciones de Gonzalo Carrión, director del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más, al medio independiente Nicaragua Investiga.
La procesión religiosa forma parte de la culminación de una peregrinación de 30 meses de la Virgen de Fátima, la cual fue dirigida por el cardenal y arzobispo de Managua, Leopoldo Brenes. La procesión se realizó con una fuerte presencia policial en los alrededores de la catedral de la capital.
“Nadie, nadie nos podrá timar el amor a la Virgen de Fátima, porque su imagen está grabada en la mente y en el corazón de cada uno de nosotros los nicaragüenses”, dijo Brenes a los fieles.
Los asistentes también dedicaron una ovación en el momento en que una réplica de la Virgen le fue entregada a la Diócesis de Matagalpa, cuyo obispo, Rolando Álvarez, cumplió este sábado diez días de estar sitiado dentro de la Curia por la Policía nicaragüense que lo acusa de intentar organizar “grupos violentos”.
“¡Rolando, amigo, el pueblo está contigo!”, gritaron los fieles en reiteradas ocasiones, en la Catedral de Managua.
Desde el 4 de agosto, Álvarez se encuentra retenido junto con cinco sacerdotes, tres seminaristas y dos laicos en la curia episcopal de Matagalpa.
Católicos de diferentes ciudades denunciaron en redes sociales que los autobuses de transporte colectivo fueron detenidos por la Policía Nacional para cumplir con la disposición gubernamental de no permitir la circulación de peregrinos hacia la catedral.
Por su parte, el padre Boanerges Carballo, vicario episcopal pastoral de la Arquidiócesis de Managua, despidió a los fieles con un llamado a estar “hermanados en amor a María aún en las limitaciones que las circunstancias imponen”.
El cardenal Brenes dijo a AFP el sábado que la iglesia católica está buscando una solución para la situación de Álvarez y para que puedan continuar con su labor religiosa.
La semana pasada más de 60 organizaciones nicaragüenses enviaron una carta al Papa Francisco pidiéndole no dejarlos solos «y que escuchen su palabra», mientras que organizaciones internacionales están a la expectativa de que el Papa se pronuncie ante estos hechos contra la iglesia católica por parte del régimen en Nicaragua.
En los últimos meses el régimen ha perseguido a líderes religiosos católicos como el obispo Rolando José Álvarez encargado de la diócesis de Matagalpa, al norte de Nicaragua—uno de los más asiduos críticos al régimen de Ortega desde el 2018—a quien se le impidió recientemente oficiar misa a los fieles. Y además ordenó retirar la programación de medios católicos y 11 emisoras católicas fueron cerradas.
El régimen también expulsó a al menos 18 monjas Misioneras de la Caridad, y detuvo a tres sacerdotes, el más reciente caso es el del sacerdote Oscar Benavidez, párroco de la iglesia Espíritu Santo, quien fue detenido este domingo.
Con información de EFE y VOA.
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