No se puede tener socialismo sin un Estado tiránico

Por Joshua Philipp - La Gran Época
12 de abril de 2019 5:45 PM Actualizado: 12 de abril de 2019 5:45 PM

Comentario

Cuando la gente habla de sistema de salud social, educación gratuita y otros programas, a menudo creen que estas cosas tienen la intención de cuidar a la sociedad.

Pero estos programas no pueden existir sin un sistema que los haga cumplir—y es debido a esta imposición de las políticas que el socialismo no puede existir sin tiranía.

El apoyo a las políticas socialistas a menudo se cubre de un velo de consideración por la salud y el bienestar del prójimo. Pero lo que remplaza es el valor tradicional de la generosidad y de su complemento, la gratitud.

En lugar de los «viejos valores» y las «viejas instituciones», el socialismo busca un poder centralizado con control absoluto sobre la sociedad, uno con el poder de saquear la riqueza de un grupo selecto de gente y derramar este robo a través de una vasta burocracia estatal.

Muchos socialistas creen que esta tiranía burocrática debería permitirse para dirigir las elecciones de vida básicas de cada persona, incluyendo su salud, educación, finanzas, propiedad e incluso la expresión.

El socialismo es un sistema político basado en la tiranía y el robo, ya que sus sistemas no pueden funcionar sin la amenaza y el uso de la fuerza.

Después de todo, ¿qué sucede si la gente se rehúsa a pagar los servicios que el estado socialista fuerza sobre ellos? Pues los tiranos socialistas, quienes irónicamente hacen campaña contra las armas de fuego, enviarán a la fuerza policial, armada, para obligar a la persona a pagar. Y si esa persona se rehúsa, se la enviará a prisión.

Como escribió el economista y autor francés Frédéric Bastiat en su libro «La ley» en 1850: «Opondrás la ley al socialismo. Pero es la ley la que el socialismo evoca. Éste aspira a la expoliación legal, no extralegal».

«Es la ley misma, como los monopolistas de toda clase, de la que quiere hacer un instrumento; y cuando tenga la ley de su lado, ¿cómo serás capaz de volverte en su contra?»

Bastiat plantea la pregunta de qué sucede cuando los sistemas de gobierno que alguna vez fueron formados para impedir el robo, se vuelvan luego herramientas para robar, y qué sucede a la ley cuando el gobierno mismo se vuelve la fuente del saqueo.

Muchos socialistas hoy ven al sistema con lentes color de rosa, pero a menudo no se dan cuenta de las intenciones originales del socialismo.

Desde el mismo principio, el socialismo tenía la intención de ser un sistema de tiranía estatal. Fue lo que Karl Marx llamó «dictadura del proletariado» y lo que Vladimir Lenin llamó «capitalismo de estado».

El socialismo es un sistema de dictadura totalitaria, hecha para destruir todo nivel de libre albedrío en la sociedad, dictando cada parte de la vida de una persona. Es una ideología de desconfianza en la habilidad de la gente común de decidir por sí mismo el mejor curso para su vida, y la creencia de que a los líderes del Estado se les deberían dar poder absoluto sobre cada individuo.

Tampoco se trató solo de deshacerse del «capitalismo». Se trató específicamente de tener una masiva burocracia estatal que tome control sobre todos los recursos y medios de producción, y de establecer un sistema que pueda dominar cada faceta de la sociedad.

Por supuesto, nunca fue la intención de Marx y Engels que el socialismo fuera sustentable. Ellos creían que era meramente el paso inicial para establecer el comunismo, donde los poderes del Estado podían usarse por la «dictadura del proletariado» para destruir todos los valores, moralidad, instituciones y otros sistemas del pasado. Creían que con el tiempo, la dictadura socialista colapsaría o que sus líderes renunciarían por alguna razón al poder, conduciendo así a la etapa comunista que imaginaron.

El socialismo es la ideología de la esclavitud estatal. Es un sistema que ubica los presuntos intereses de un colectivo por sobre la vida y libre albedrío del individuo, convirtiendo a la gente en cáscaras sin vida incapaces de sostenerse por sí mismas y adoctrinadas con una ideología de lucha.

La generosidad de los socialistas no es generosidad real. Es, como lo describió William F. Buckley Jr., ser «generosos con el dinero ajeno». Y la falsa generosidad del socialismo es una que no puede existir sin la fuerza de las armas de la tiranía del Estado. Es la «generosidad» de la envidia, de la discriminación, del robo, que solo puede emerger desde la punta de una pistola.

Joshua Philipp es periodista de investigación senior para La Gran Época.

Las opiniones expresadas en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de La Gran Época.

 

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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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