Comentario
Investigadores del laboratorio del Instituto de Virología de Wuhan (WIV) acudieron al hospital en noviembre de 2019 con síntomas consistentes tanto con la gripe estacional como con COVID-19, según un informe de inteligencia estadounidense recién revelado por el Wall Street Journal el 23 de mayo. Tres de los investigadores estaban lo suficientemente enfermos como para buscar atención hospitalaria, según el informe. El Journal escribió que el informe «podría añadir peso a las crecientes peticiones de una investigación más completa sobre si el virus COVID-19 puede haber escapado del laboratorio». Vaya que sí.
La nueva evidencia también añade peso a la conclusión de que la principal investigadora del WIV, la Dra. Shi Zhengli, estaba mintiendo o evadiendo cuando dijo que el SARS-CoV-2 no se filtró de su laboratorio.
El exfuncionario que dirigió un grupo de trabajo de Pompeo sobre los orígenes del virus, David Asher, aludió a las pruebas del informe en el Instituto Hudson en marzo. Dijo que dudaba de que la gripe común hubiera enfermado a tres investigadores. «Dudo mucho que tres personas en circunstancias altamente protegidas en un laboratorio de nivel tres que trabajan con coronavirus enfermaran todos de gripe que los llevó a hospitalizarse o a estar en condiciones graves, todo en la misma semana, y que no tuviera nada que ver con el coronavirus», dijo a los participantes en el seminario. Dijo que cree que estas hospitalizaciones de investigadores de laboratorio podrían ser «el primer grupo conocido» de la enfermedad COVID-19.
Según el Journal, «muchos defensores de la hipótesis del laboratorio dicen que un virus portado por un murciélago infectado podría haber sido llevado al laboratorio para que los investigadores trabajasen en posibles vacunas—para luego escapar». El momento en que se produjeron las hospitalizaciones de los investigadores del WIV coincide con los análisis de la tasa de mutación del SARS-CoV-2. Los análisis concluyeron que el virus probablemente comenzó a propagarse en algún momento de noviembre, varias semanas antes del primer caso conocido el 8 de diciembre.
Según la primera de las dos hojas informativas del Departamento de Estado de la era de Pompeo, que tuvo la ventaja de basarse en información clasificada, el «gobierno de Estados Unidos tiene razones para creer que varios investigadores dentro del WIV se enfermaron en el otoño de 2019, antes del primer caso identificado del brote, con síntomas consistentes tanto de Covid-19 como de enfermedades estacionales». La segunda hoja informativa del Departamento de Estado, publicada el 15 de enero, afirmaba que esto «plantea dudas sobre la credibilidad» de la Dra. Shi Zhengli. En otras palabras, el Departamento de Estado probablemente creía que la buena doctora estaba mintiendo. La hoja informativa criticaba además el «engaño y la desinformación» de Beijing.
Lo más importante es que la administración Biden no discute ninguna de las conclusiones de las hojas informativas del Departamento de Estado sobre el origen del virus. Incluso las autoridades chinas han confirmado al menos una de las afirmaciones del exsecretario Pompeo.
Un alto funcionario chino confirmó en mayo de 2020 que la Comisión Nacional de Salud de China (NHC) había ordenado a principios de enero a los laboratorios de todo el país que destruyeran las muestras de coronavirus. Pompeo alegó que la orden de Beijing se hizo el 3 de enero. Liu Dengfeng, de la NHC, confirmó la historia, diciendo que se ordenó la destrucción de las muestras «para la prevención y el control de la pandemia, que también jugó un papel importante en la prevención de los riesgos de bioseguridad». Dando peso a la hipótesis de la fuga en el laboratorio, Liu dijo: «Si las condiciones del laboratorio no pueden cumplir con los requisitos para la conservación segura de las muestras, las muestras deben ser destruidas en el lugar o transferidas a una institución profesional para su custodia». Pompeo alegó que la destrucción de las muestras se hizo para encubrir el origen del virus.
La falta de transparencia por parte de Beijing es, de hecho, una prueba de encubrimiento, lo que sugiere que los orígenes del virus son más graves para el régimen de lo que indica su historia, además de las acusaciones de engaño. Los primeros meses del brote son los más cruciales para determinar el origen. El equipo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que visitó el WIV reveló que de las 76,000 personas que enfermaron entre octubre y principios de diciembre de 2019, los médicos chinos identificaron 92 posibles casos de COVID-19. Pero, el régimen se negó a compartir los datos brutos de los 76,000. Esos datos son esenciales para entender por qué solo 92 se sometieron a pruebas de anticuerpos. Las autoridades también se negaron a proporcionar muestras anteriores a diciembre de 2019 de un banco de sangre en Wuhan para las pruebas de anticuerpos.
El equipo de la OMS concluyó, basándose en las escasas pruebas que estaban claramente sesgadas por los efectos de selección del gobierno chino, que la teoría de la fuga de laboratorio era «extremadamente improbable». Pero admitieron no haber visto los datos brutos y los registros originales del laboratorio, incluidos los registros de seguridad. No deberían haber sacado ninguna conclusión de probabilidad sin disponer de mejores datos.
Incluso el jefe de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, pareció no estar de acuerdo con las conclusiones del equipo cuando dijo que éste no había examinado adecuadamente los datos relevantes para la hipótesis de la fuga en el laboratorio. Pidió, con razón, que se realizara una investigación más completa de las pruebas pertinentes.
Lamentablemente, el Dr. Ted se encuentra muy por delante de los Estados Unidos y la Unión Europea en este asunto. Nuestros gobiernos occidentales han exigido un mejor acceso a las muestras y los datos de las primeras enfermedades, incluidos los casos de COVID-19, pero no han exigido explícitamente una investigación de laboratorio.
Eso debe cambiar. Cada vez más, los científicos se toman en serio la hipótesis de la fuga en el laboratorio. Para probarla, necesitamos una investigación completa e inmediata del laboratorio.
Después de aproximadamente 590,000 muertes en Estados Unidos y casi 3.5 millones en todo el mundo, el Presidente Biden y nuestros aliados tienen la clara y más solemne responsabilidad de exigir una investigación completa del laboratorio del WIV. La falta continua de una investigación debe ser respondida con las sanciones económicas más severas disponibles por el gobierno de Estados Unidos y sus aliados contra otra nación. Las familias de los 3.5 millones de almas que se perdieron se lo merecen.
Anders Corr es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad de Yale (2001) y doctor en Gobierno por la Universidad de Harvard (2008). Es director de Corr Analytics Inc. y editor del Journal of Political Risk, y ha realizado numerosas investigaciones en Norteamérica, Europa y Asia. Es autor de «The Concentration of Power» (de próxima aparición en 2021) y «No Trespassing», y ha editado «Great Powers, Grand Strategies».
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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