Observadores internacionales rechazaron este lunes las alegaciones de fraude electoral en Birmania durante los comicios de noviembre, utilizadas por el Ejército como el principal argumento para el golpe de Estado.
«No hemos encontrado pruebas de que los comicios fueran manipulados; por el contrario, creemos que los resultados son una amplia representación de la voluntad del pueblo birmano», señaló el observador Chung Lun, durante la presentación hoy por videoconferencia del informe final sobre los comicios birmanos de la Red Asiática para unas Elecciones Libres (ANFREL, en sus siglas en inglés).
El partido Liga Nacional para la Democracia (LND), liderado por la nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, arrasó en las urnas, pero los militares decidieron tomar el poder el 1 de febrero, impidieron que los parlamentarios electos juraran sus cargos y encarcelaron a parte del Gobierno democrático.
La junta militar, encabezada por el general Min Aung Hlaing, invalidó el resultado de los comicios al asegurar que hubo 10.5 millones de votos manipulados y nombró a un nuevo Comité Electoral, que desde el golpe ha publicado en la prensa oficialista documentos sobre los supuestos amaños.
Uno de los argumentos esgrimidos por los uniformados es que el anterior Comité Electoral no revisó las casi 200 quejas presentadas por el Partido de la Unión, la Solidaridad y el Desarrollo (USDP), vinculado al Ejército.
Según Amael Vier, experto de ANFREL, organización con sede en Bangkok, este «excesivo» número de quejas estaba «preparado» con el objetivo de «saturar» el sistema de revisión, que no tuvo tiempo de completar la tarea antes del pronunciamiento militar.
«El USDP y el Ejército no actuaron de buena fe durante el proceso de resolución» de quejas, concluyó Vier, al incidir en que los argumentos del Ejército están basados en «medias verdades, hechos tergiversados e inexactitudes».
ANFREL, que envió a 24 observadores durante los comicios, concluye en su informe final que las elecciones en Birmania fueron «pacíficas y transparentes» y transcurrieron sin «graves incidentes».
Si bien se vieron afectadas por las restricciones impuestas contra la pandemia de la covid-19, que obligaron a acortar campañas o prohibir mítines, y fueron suspendidas en varias zonas, entre ellas el estado Rakhine, donde estaba vigente un bloqueo a internet.
Al menos 790 personas han perdido la vida tras el golpe de Estado a raíz de la brutal represión ejercida por las fuerzas de seguridad contra las manifestaciones pacíficas en oposición al mando castrense, según cifras de la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos, que también contabiliza más de 5000 detenidos.
A pesar de la violencia e intimidación de las autoridades, miles de personas continúan desafiando el poder de la junta militar a lo largo del país a través de un movimiento popular de desobediencia civil, aunque algunos manifestantes han decidido unirse a guerrillas étnicas y combatir al Ejército con las armas.
La junta militar de Min Aung Hlaing también mantiene abiertos varios frentes de combate contra grupos étnicos rebeldes que han expresado su rechazo al golpe de Estado.
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