Los empleados civiles del Ejército de EE. UU. están compitiendo contra el reloj para solicitar exenciones médicas y religiosas de las vacunas obligatorias contra COVID-19 porque, hasta hace poco, el Ejército no disponía de un procedimiento para hacerlo.
Algunos empleados lo califican de injusto. Algunos incluso sospechan que la sede tardó intencionadamente en resolver la cuestión, para presionarlos a vacunarse.
Los civiles del ejército deben estar completamente vacunados antes del 22 de noviembre, aunque el Pentágono solo los considera así 14 días después de la última dosis. Eso hace que la fecha límite sea el 8 de noviembre. Los que no se vacunen o no tengan la documentación de exención antes de la fecha límite se enfrentan a una suspensión sin sueldo y a un posible despido.
Sin embargo, el Ejército apenas envió la «Guía de protección de la salud de la Fuerza» el 1 de noviembre para establecer «el proceso y los formularios para solicitar ajustes médicos y/o religiosos», dijo un empleado civil a The Epoch Times bajo condición de anonimato.
“Desafortunadamente, esto permite que los miembros tengan solo 4 días hábiles para redactar y enviar solicitudes ‘a tiempo’”, dijo el empleado por correo electrónico. “Sigue habiendo una gran cantidad de acciones y procesos punitivos que son intimidantes, innecesarios y equivalen a coerción”.
La guía está fechada para el 29 de octubre, pero el comunicado que la vincula se emitió el 1 de noviembre.
El problema del límite de plazo solo afecta a los civiles, ya que los miembros uniformados del Ejército tienen un procedimiento establecido para solicitar tales ajustes, dijo el empleado. Los soldados en servicio activo tienen hasta el 15 de diciembre para estar completamente vacunados.
El empleado, que también solicita un ajuste, estaba dispuesto a atribuir el retraso a la «ineptitud burocrática», pero señaló que «obstruir a quienes deseen solicitar adaptaciones tiene el efecto de ejercer una enorme presión» sobre ellos.
«Esto, por supuesto, lleva a algunos a concluir que es intencional, para forzar el cumplimiento», dijo el empleado.
Cuando se le preguntó sobre el tema, un portavoz del Ejército remitió a The Epoch Times al texto de la guía (pdf).
La orden de vacunación ha sido fuente de controversia. Se sabe que las nuevas vacunas, aún en proceso de ensayos clínicos, causan graves efectos secundarios como miocarditis, principalmente en hombres jóvenes, y coágulos de sangre, aunque las autoridades y los expertos dicen que son raros y presentan un riesgo menor que la enfermedad en sí. Las vacunas no evitan que las personas contraigan y propaguen COVID-19, pero los ensayos clínicos indican que minimizan los síntomas.
Más del 90 por ciento de los miembros del Ejército en servicio activo habían recibido al menos una dosis, dijo el secretario de prensa del Pentágono, John Kirby, el 1 de noviembre.
El secretario de Defensa, Lloyd Austin, quiere que los comandantes «ejecuten la orden con un sentido de compasión y comprensión», dijo Kirby.
“Es una orden legal, por lo que también confía en que los comandantes finalmente harán lo que deben hacer para que su unidad esté lista, y si eso implica realizar algo de naturaleza punitiva, ciertamente tienen ese derecho y esa autoridad. Solo que el secretario quiere que se agoten otras medidas antes de tener que hacer eso».
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