Los memorandos de Comey, publicados el 19 de abril, revelan más sobre el propio exdirector del FBI James Comey que sobre el presidente Donald Trump.
Hasta la semana pasada no estaba claro si los memorandos de Comey eran, de hecho, memorandos de archivo, es decir, archivos oficiales, reales, del FBI -de carácter más probatorio y que están sujetos a revisión oficial- o si por el contrario eran «memorandos de cajón», notas personales que nunca se hicieron oficiales, los cuales tienen menos carácter probatorio (es decir, están sujetos a alteración y reescritura) y pertenecen en esencia a Comey.
Ahora se sabe que los memorandos caen dentro de la primera categoría. Comey presumiblemente habría firmado el mismo tipo de contrato que el resto de los empleados del FBI, que prohíbe cualquier divulgación sin la debida revisión y autorización de la ‘Unidad de Revisión de Pre-Publicación del FBI’. Tales divulgaciones sin autorización someterían a Comey a sanciones civiles y penales.
A primera vista, parece que Comey ha cometido un delito, quizás varios. Esas «marcas» que dicen “SECRETO/NOFORN” (como se conocen dentro de la comunidad de inteligencia), informan al lector que los contenidos han sido clasificados como secretos y que son accesibles solo a aquellos que han sido investigados, que son considerados dignos de confianza y que tienen «necesidad de conocer» los contenidos de estos documentos. Por otra parte, no deben ser difundidos a funcionarios extranjeros, independientemente del nivel de acceso que tengan ellos.
Los memorandos de Comey fueron publicados por el Departamento de Justicia (DOJ) con partes del texto que fueron tachadas con marcadores porque el DOJ no las quería desclasificar.
Pero cuando el propio Comey filtró los memorandos, no hizo ninguna exclusión y los filtró en su totalidad siendo «SECRETOS». El punto es que, aunque eligió filtrarlos, los memorandos permanecen siendo clasificados.
Los documentos clasificados que hayan sido filtrados -por Comey, Snowden u otra persona- siguen aún siendo clasificados y «SECRETOS» y resulta que es ilegal difundirlos aunque hayan aparecido incluso en la primera página de los principales periódicos. (Así de arcana es la infraestructura legal del mundo de la inteligencia. Solo cuando sean desclasificados y redactados podrán entonces ser publicados legalmente).
Comey no puede afirmar que desconocía el carácter clasificado de los documentos. En su primer memorando por correo electrónico, fechado el 2 de enero de 2017 y dirigido a Andrew McCabe y a otros miembros del DO (Oficina del Director, el personal ejecutivo), afirma que él mismo clasificó el memorando en ese nivel, y le pregunta a los destinatarios si deberían ser clasificados a un nivel superior, como «TOP SECRET».
Como fiscal de carrera en Estados Unidos, Comey necesariamente habría tratado con documentos clasificados y con toda probabilidad, habría supervisado casos en los que los acusados estaban siendo procesados por realizar revelaciones ilegales. La divulgación de Comey fue admitida durante su testimonio bajo juramento ante el Congreso el pasado otoño. (Esa fue una buena decisión por parte de Comey porque su divulgación inevitablemente había salido a la luz, y por lo tanto quedaba mejor viniendo de sus propios labios).
Falso desde el principio, en el primer memorando «SECRETO» que fue filtrado Comey le dice al presidente «que los rusos supuestamente tenían cintas que implicaban [al presidente Trump] con prostitutas», según «informes de la fuente». El hecho de que esto refleja una agenda anti-Trump del ex director del FBI se confirma por el inexcusable hecho de no informar al jefe de Estado de que la fuente era un agente pagado por el partido demócrata.
Además, Comey siguió esta gratuita observación, totalmente especulativa y que en verdad revela solo su fuerte deseo de echar sobre Trump la luz más negativa posible: «Él [el Presidente] se dijo a sí mismo, el ‘2013’, como si tratara de recordar ese período de tiempo». Esto deja en claro que Comey está sugiriendo que el Presidente estaba tratando de recordar si había estado involucrado con prostitutas rusas en la época y en los viajes que se mencionaban. ¡Qué vergüenza para Comey por estas tácticas turbias!.
En un memorando «SECRETO» posterior, la discusión de Comey con el entonces Jefe de Gabinete, Reince Priebus, es digna del trabajo de un buen agente encubierto. Discute sobre los riesgos que representan las filtraciones y «que todo presidente está plagado de ellas». Luego corre a escribir en su auto, un memorando sobre la conversación para su futura difusión no autorizada que luego efectuaría, es decir, una filtración.
La semana pasada, el Inspector General del Departamento de Justicia, Michael Horowitz, presentó una notificación penal contra el exdirector adjunto del FBI Andrew McCabe. ¿Serán el exejecutivo del FBI Peter Strzok y la abogada Lisa Page los siguientes? Los mensajes de texto entre estos tres ejecutivos ciertamente sugieren intrigas que pueden haber cruzado la línea del reino criminal. Horowitz ha mostrado verdadero valor buscando la verdad donde quiera que se encuentre. Tal vez sea hora de añadir al Sr. Comey en la lista de las notificaciones.
Marc Ruskin, es un veterano del FBI con 27 años de experiencia, es autor de “The Pretender: My Life Undercover for the FBI”, publicado por Thomas Dunne Books, un sello de St. Martin´s Press. Formó parte del personal legislativo del Senador Daniel Patrick Moynihan, y como asistente del fiscal de distrito en Brooklyn, Nueva York.
Los puntos de vista expresados en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de La Gran Época.
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