El ministro de inmigración interino y el primer ministro se han movido rápidamente para distanciar al Partido Comunista Chino (PCCh) de la comunidad chinoaustraliana, después del alboroto por un posteo gráfico en Twitter del portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores, Zhao Lijian.
«El tuit del gobierno del Partido Comunista Chino que muestra una imagen falsa de un soldado australiano asesinando a un niño es una absoluta vergüenza y no puede ser justificado sobre ninguna base», escribió el ministro de Inmigración interino Alan Tudge en Facebook el lunes.
«También es importante recordar que los puntos de vista del Partido Comunista Chino son solo suyos», dijo Tudge. «No creo que su tuit refleje las opiniones de los 1.2 millones de australianos de origen chino que han elegido llamar a nuestra gran nación su hogar».
Es uno de los primeros casos en que un ministro australiano ha hecho una clara distinción entre el PCCh y el pueblo chino.
El lunes, Zhao Lijian, el subdirector general del Ministerio de Asuntos Exteriores, publicó en Twitter una imagen adulterada de un soldado de la Fuerza de Defensa Australiana (ADF) degollando a un niño afgano.
Su posteo fue una respuesta a un informe oficial del gobierno australiano sobre algunos soldados de las ADF que mataron ilegalmente a civiles en Afganistán durante una misión.
El primer ministro Scott Morrison respondió convocando a una conferencia de prensa para denunciar el posteo de Twitter calificándolo de una «terrible difamación» a las ADF y exigió una disculpa del PCCh.
«El gobierno chino debería estar totalmente avergonzado de este posteo. Los menoscaba a los ojos del mundo», dijo Morrison mientras criticaba al funcionario por comportarse de esa manera.
El miércoles, el primer ministro se dirigió a la app china de redes sociales WeChat para apelar directamente a la comunidad chinoaustraliana diciendo:
«Reconocemos y apreciamos y valoramos enormemente la contribución que generaciones de emigrantes chinos han hecho a Australia».
«Nuestra comunidad chinoaustraliana continuará jugando un papel importante para asegurar que sigamos siendo una nación exitosa y multicultural», dijo Morrison.
Los esfuerzos por separar al PCCh del pueblo chino hacen eco de las observaciones formuladas por el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, a principios de este año, en julio, durante su «discurso en Nixon».
«Debemos… comprometernos y empoderar al pueblo chino, un pueblo dinámico y amante de la libertad que es completamente distinto del Partido Comunista Chino», dijo.
«El PCCh teme a las opiniones honestas del pueblo chino más que a cualquier otro enemigo aparte de perder su propio control del poder (…)» Pompeo continuó.
Uno de los principales esfuerzos de adoctrinamiento del PCCh es mezclar el concepto del Partido con el pueblo y la nación china. A su vez, el pueblo chino se ve obligado a defender al PCCh de las críticas, ya que puede interpretarlas como un ataque a la propia nación.
Esto le da al PCCh y a sus partidarios una herramienta para desviar la crítica legítima de sí mismo a otros asuntos. Una táctica común es acusar a los críticos del PCCh de racismo, como descubrió el senador liberal federal Eric Abetz al examinar las cuestiones relativas a la injerencia del PCCh en las comunidades multiculturales de Australia.
Abetz, que preguntó a tres australianos chinos si estaban dispuestos a condenar al PCCh, fue acusado de racismo después de que se abstuvieran de condenar directamente al régimen. Los australianos chinos, Osmond Chiu, Yun Jiang y Wesa Chau, calificaron erróneamente la pregunta del senador Abetz como una «prueba de lealtad» después.
Australian Values Alliance, integrada por activistas chinos australianos prodemocracia, criticó a los tres individuos en una carta abierta diciendo que estaban «profundamente preocupados» por el hecho de que el racismo se estaba «convirtiendo en un arma en la arena política».
«Esta es una táctica común del PCCh, que hemos observado en los últimos años desde que el gobierno australiano ha tomado importantes medidas para proteger nuestras libertades», decía la carta.
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