Una paciente de cáncer de Oregón afirma que ya no puede recibir tratamiento en la consulta de su médico —ni en la red de clínicas asociadas— después de quejarse de que la bandera del orgullo transgénero del vestíbulo la incomodaba.
En una carta dirigida a Marlene Barbera, un representante de la clínica no mencionó su objeción a la bandera, y escribió que la decisión de despedirla como paciente se debía a los «continuos comentarios irrespetuosos e hirientes sobre nuestra comunidad LGBTQ y los empleados».
La Sra. Barbera había sido paciente de la clínica durante 12 años, según declaró a The Epoch Times. Afirmó que, aunque ha manifestado abiertamente en Internet su oposición a la transexualidad, no se ha enfrentado a ningún trabajador transgénero en la clínica y expresó sus opiniones en un mensaje privado a su médico.
«Es desalentador acudir a un tratamiento médico con esa pancarta proclamando» que ser mujer se ha reducido a «una mera categoría opcional para cualquier varón no conforme con su género y no una realidad en sí misma», escribió en un mensaje sobre una bandera del orgullo transgénero en el vestíbulo de la Clínica de Medicina Familiar de Richmond (RFMC). La clínica forma parte de la Universidad de Salud y Ciencias de Oregón (OHSU).
Tener un médico de cabecera es especialmente importante para ella debido a su historial médico, dijo la Sra. Barbera a The Epoch Times.
Ha tenido un trasplante de hígado, que requiere cuidados de por vida. Lucha contra la ansiedad y la depresión. A sus 55 años, está luchando contra un cáncer de mama y tenía previsto someterse a una doble mastectomía.
Pero ahora le han dicho que tendrá que buscar un nuevo médico que no esté afiliado a la OHSU.
«Esta carta tiene por objeto informarle que, con efecto inmediato, se le da de baja de la atención médica que recibe en la Clínica de Medicina Familiar de Richmond», dice una carta que le envió la clínica.
«Esta medida se toma debido a los continuos comentarios irrespetuosos e hirientes sobre nuestra comunidad LGBTQ y nuestros empleados».
La carta también dice: «Tenga en cuenta que ahora también está expulsada de todas las clínicas de Medicina Familiar de la OHSU, incluidas las clínicas de Atención Inmediata. Si necesita ayuda para encontrar un nuevo proveedor, póngase en contacto con su plan de salud. Sus expedientes médicos se enviarán gratuitamente a su nuevo proveedor una vez que nos notifique dónde enviarlos».
«No me siento cómoda»
El conflicto comenzó, según la Sra. Barbera, después de que enviara un mensaje escrito a su médico. En él explicaba que, debido a sus opiniones francas sobre la transexualidad, había recibido amenazas de muerte y de violación por parte de activistas transexuales en Internet.
«No me siento cómoda, como mujer crítica con el género, que cree que el género es una tontería y que los cuerpos sexuados son una realidad», escribió la Sra. Barbera en el mensaje, que mostró a The Epoch Times. «No me siento cómoda viniendo a [la clínica] Richmond con esa enorme pancarta del transexualismo colgada como una bandera nazi detrás del mostrador de recepción».
«¿Dónde está la bandera para las mujeres? ¿Para los niños?».
Aunque se opone a la ideología de género radical, la Sra. Barbera se describe políticamente como «una izquierdista, Bernie Bro, demócrata liberal, inscrita desde 1988».
«Y tras [la elección del presidente Donald] Trump, supongo que todo el mundo ya no podía con nada. Y la izquierda está tan loca como la derecha. Son peores. La derecha al menos habla con sentido común y se basa en la realidad», declaró a The Epoch Times.
Aun así, no está de acuerdo con la aceptación del transexualismo por parte de la izquierda política.
«Es desalentador acudir a un tratamiento médico con esa pancarta que proclama que lo que soy —una mujer humana adulta (llamarme así ahora es algo lleno de odio según la OHSU)… no es una realidad», escribió.
La Sra. Barbera pidió al médico una cita telefónica para hablar de cómo podía acceder a la atención médica sin «caminar bajo una pancarta que pretende negar todo lo que soy».
Después de eso, cuando llamó a la clínica para concertar una cita, el personal se negó a dejarle un mensaje para el médico, dijo. Luego le colgaron el teléfono.
Cuando volvió a llamar y pidió hablar con otro empleado, el representante se negó. Dos meses después, la Sra. Barbera recibió la carta en la que se la daba de baja como paciente.
La solicitud de la Sra. Barbera de someterse a una mastectomía para luchar contra el cáncer ha sido rechazada. Su oncólogo y cirujano la atienden ahora en otros centros.
Revuelo en las redes sociales
Sin un médico de cabecera que gestione su atención de salud general, la Sra. Barbera dice sentirse «muy asustada» y ha buscado asesoramiento jurídico.
«Soy receptora de un trasplante de hígado con cáncer de mama, me van a hacer una doble mastectomía a finales de agosto y ahora no tengo médico de cabecera», escribió en X, antes conocido como Twitter.
Su posteo ha sido visto más de 4 millones de veces. La reacción ha sido variada.
Algunos usuarios de X expresaron su simpatía o su indignación por el hecho de que se negara la atención a una paciente de cáncer de larga data. Otros sugirieron que se había equivocado al oponerse a la bandera transgénero. Algunos escribieron que esperaban que muriera de su enfermedad.
La OHSU mantiene su decisión de negarle la asistencia.
Los pacientes tienen derecho a recibir una atención «libre de abusos, discriminación o acoso por motivos de edad, raza, color, etnia, nacionalidad, cultura, lengua, sexo, orientación sexual, identidad y expresión de género, discapacidad física o mental, religión, situación socioeconómica, estado civil, condición militar o de reserva, o cualquier otra condición protegida por la ley», declaró Sara Hottman, directora adjunta de relaciones con los medios de comunicación de la OHSU, a The Epoch Times en una declaración escrita.
La Sra. Hottman dijo que los pacientes, familiares y visitantes son responsables de evitar comportamientos discriminatorios, obsenos, despectivos o amenazadores.
«Estos comportamientos pueden dar lugar a la limitación de los privilegios de visita y afectar al acceso a la atención médica en la OHSU», declaró.
La Sra. Barbera insiste en que «no hice declaraciones sobre nada más que una bandera política amenazadora», que describe como «hostil para las mujeres y peligrosa para los niños».
El sitio web de la OHSU hace hincapié en el compromiso de ayudar a los pacientes.
«Estamos reconocidos por el estado de Oregón por una atención que sitúa a los pacientes en el centro de todo lo que hacemos», se lee en el sitio web.
«Los pacientes deben poder acudir a proveedores que comprendan y puedan satisfacer sus diversas necesidades: proveedores que aprecien y respeten las diferencias, ya sean étnicas, raciales, lingüísticas, religiosas, de capacidades, de orientación sexual o culturales».
Ética médica
El trato que ha sufrido la Sra. Barbera es «indignante», según el Dr. Charles Rosen, presidente y cofundador de la Asociación de Ética Médica.
El Dr. Rosen también es profesor de la Universidad de California, y sus opiniones no representan las de su facultad, dijo.
«No se puede abandonar a un paciente por sus opiniones políticas», declaró a The Epoch Times. «Nunca he oído que eso sea legal en absoluto».
Los hospitales sólo pueden abandonar a pacientes médicamente estables si son violentos y abusivos, dijo el Dr. Rosen.
«Hay leyes estatales al respecto, al menos en California», dijo. «No puedes abandonar a los pacientes sin más. No, tienes que pasar por un proceso».
No es raro que los médicos trabajen para salvar la vida de personas acusadas o condenadas por delitos atroces.
En 2013, los médicos intentaron salvar la vida de Tamerlan Tsarnaev, acusado de participar en el atentado del maratón de Boston de 2013. Resultó herido en un tiroteo con la policía y murió pocos días después. Su hermano, Dzhokhar Tsarnaev, fue condenado por el complot que mató a tres personas e hirió a cientos.
El código ético de la Asociación Médica Estadounidense prohíbe a los médicos tomar decisiones médicas basadas en diferencias políticas con el paciente.
«Los médicos no deben permitir que las diferencias con el paciente o su familia sobre cuestiones políticas interfieran en la prestación de cuidados profesionales», dicen las directrices.
Las directrices también aconsejan a los médicos «ser sensibles» al «desequilibrio de poder en la relación médico-paciente» y abstenerse de «iniciar conversaciones políticas durante el encuentro clínico».
El trato que experimentó la Sra. Barbera es típico de cómo actúan los ideólogos radicales de género, dijo Michael O’Fallon, director del grupo activista conservador Alianza Soberana.
«Cualquier cosa que se interponga en el camino de la revolución izquierdista debe ser apartada», declaró a The Epoch Times. «Hay que apartarlo».
Interacciones como la de los pacientes rechazados por proveedores médicos debido a sus creencias sobre temas que ahora se consideran políticos son cada vez más frecuentes, dijo el Sr. O’Fallon. La OHSU no es la única; muchas escuelas de Oregón entronizan actualmente esta ideología y están dispuestas a defenderla enérgicamente, dijo.
«En este punto, es militarista».
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