Altos funcionarios de Panamá y Costa Rica comenzaron este viernes un encuentro cerca de la frontera común para acordar medidas «pragmáticas» frente a la ola de migrantes ilegales que atraviesa ambos países en su ruta hacia Norteamérica.
Los cancilleres y ministros de Seguridad de ambas naciones, además de otros funcionarios, se reúnen en la ciudad de David, la capital de la provincia panameña de Chiriquí, fronteriza con Costa Rica, situada a 445 kilómetros de la capital panameña.
«La reunión bilateral tendrá como eje central la actual situación migratoria, que ha alcanzado niveles récord con los registros de ingresos irregulares de migrantes» que «superan más de 800,000» desde el 2009, indicó el Ministerio de Seguridad Pública de Panamá.
El canciller de Costa Rica, Arnoldo André Tinoco, dijo al instalarse la cita que los flujos de migración ilegal «son elementos que hoy afectan a las democracias».
«Estamos acá para, como dice nuestro señor Presidente (costarricense, Rodrigo Chaves), ser pragmáticos, pero sobre todo ser hiperpragmáticos, en los acuerdos que aquí decidamos adoptar», agregó Tinoco.
La canciller de Panamá, Janaina Tewanei, recordó que la integración ha marcado históricamente las relaciones con Costa Rica, y que esperaba que el encuentro de este viernes se tradujera en un «diálogo abierto» sobre la migración ilegaly otras temáticas de interés bilateral.
Esta cita de alto nivel tiene como contexto el actual estallido migratorio, pues más de 331,000 personas han llegado a Panamá en lo que va de año tras cruzar la selva del Darién, la inhóspita frontera natural con Colombia, en su viaje hacia Estados Unidos, principalmente.
Solo en agosto atravesado esa jungla 79,455 migrantes, un número inédito para un solo mes. Los organismos humanitarios están desbordados en el Darién.
Una «huella ambiental imborrable»
«Es un flujo demasiado intenso, que trae secuelas, y no son positivas para el Darién», como la contaminación de este parque nacional panameño, dijo el jueves el ministro panameño de Seguridad Pública, Juan Manuel Pino.
Según la Presidencia de Panamá, «la crisis migratoria deja una huella ambiental imborrable, con la acumulación de 9000 toneladas de basura en la frontera» selvática con Colombia, y que «tomará 60 años restaurarla y eliminarla».
Los migrantes, en muchos casos familias enteras con niños e incluso adultos mayores, se enfrentan a toda clase de peligros en la jungla, incluidos asaltos y violaciones, y muchos mueren, de acuerdo a testimonios de los viajeros.
Tras tomar los datos biométricos y ofrecer asistencia de salud y alimentación a los migrantes en las estaciones dispuestas para ello en la frontera norte (Colombia) y sur (Costa Rica), se les da a los migrantes paso expedito hacia territorio costarricense «porque si los estancamos en el Darién va a haber un problema social, económico (y) sanitario», añadió Pino.
Dirigentes de la población costarricense de Paso Canoas, fronteriza con Panamá, se quejan de la presencia de los migrantes que se acumulan allí por falta de dinero para seguir el viaje y han protestado con el cierre intermitente del área, lo que ha generado tensión en la frontera.
Panamá ha dicho que anunciará la próxima semana nuevas medidas en la frontera con Colombia ante la avalancha migratoria, y ha acusado a los países del sur de América de dar la espalda al problema.
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