Las tropas estadounidenses implicadas en el ataque aéreo del 29 de agosto en Afganistán que causó víctimas civiles, no enfrentarán medidas disciplinarias, según el secretario de prensa del Pentágono, John Kirby, en una rueda de prensa el 13 de diciembre.
El secretario de Defensa, Lloyd Austin, «aprobó las recomendaciones» relativas a unos «cambios de procedimiento» realizadas por el jefe del Comando de Operaciones Especiales, el general Richard Clarke, y el jefe del Mando Central de Estados Unidos, el general Kenneth McKenzie, según Kirby.
Los funcionarios llegaron a la conclusión de que no habrá ningún castigo para los miembros del servicio militar implicados en el ataque aéreo.
Una revisión independiente del Pentágono llevada a cabo el mes pasado por el teniente general de la Fuerza Aérea, Sami Said, encontró fallas en la comunicación durante el proceso de localización y confirmación del objetivo del bombardeo.
«Entiendo que, dada la información que tenían y el análisis que hicieron, llegaron a una conclusión errónea, pero (…)¿era razonable concluir lo que concluyeron basándose en lo que tenían? No era irrazonable. Simplemente resultó ser incorrecta», dijo Said, según declaraciones obtenidas por The Associated Press.
Dado que las fuerzas estadounidenses se vieron inundadas de información sobre amenazas a las tropas y a los civiles a pocos días después de un mortífero atentado suicida en el aeropuerto de Kabul, Said indicó que las tropas creían realmente que el sedán Toyota Corolla blanco atacado era «una amenaza inminente para las fuerzas estadounidenses», y que las tropas no sabían que había niños cerca de la zona de ataque.
El 29 de agosto, el ataque de un dron estadounidense hizo estallar un vehículo que transportaba «múltiples terroristas suicidas» del grupo terrorista ISIS-K, causando al menos 10 víctimas civiles, entre ellas 7 niños, según las autoridades.
«Las fuerzas militares estadounidenses llevaron a cabo hoy un ataque aéreo no tripulado de autodefensa sobre el horizonte contra un vehículo en Kabul, eliminando una amenaza inminente del ISIS-K para el aeropuerto internacional Hamad Karzai», dijo a la prensa el capitán Bill Urban, portavoz del Comando Central de Estados Unidos, en un declaración.
En una declaración a The Hill, el secretario del Pentágono afirmó que el departamento se toma muy en serio «nuestra obligación de evitar daños a los civiles en la ejecución de nuestras operaciones y, como dejó claro el secretario, no temeremos hacer los cambios necesarios en nuestros procesos y en los procedimientos con ese fin».
El ataque aéreo del 29 de agosto se produjo en represalia a un atentado con bomba una semana antes en el aeropuerto de Kabul en el que murieron 13 militares estadounidenses y numerosos civiles. El grupo terrorista ISIS-K reivindicó la responsabilidad de la explosión.
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