Mientras que la mayoría de personas podrían suponer que el holocausto de Adolf Hitler, las purgas de Stalin, el «terror de la hambruna» de Ucrania, o tal vez incluso la masacre de los nativos americanos en el nuevo mundo, fueron las peores matanzas de la historia, parece que Mao Zedong los superó a todos en un lapso de tiempo incluso más breve.
Decenas de millones de personas murieron durante el Gran Salto Adelante, el proyecto favorito del ex líder del partido comunista chino Mao Zedong entre 1958 a 1962, cuando pensó que podría desviar el trabajo agrícola rural chino y colectivizarlo.
Un escritor que expuso la muerte de millones de personas chinas durante este movimiento, ha liberado cada vez más documentos que detallan el derramamiento de sangre y la hambruna.
El Gran Salto Adelante mató a unas 45 millones de personas, según el historiador Frank Dikötter, autor del libro «La gran hambruna de Mao», que escribió una actualización de su investigación en un artículo en History Today publicado el 8 de agosto.
Como Dikötter resume en el Gran Salto Adelante de Mao:
Mao pensó que podía catapultar su país más allá de sus competidores agrupando a los aldeanos en todo el país en gigantes comunas populares. En búsqueda de un paraíso utópico, todo fue colectivizado. La gente fue desprovista de su trabajo, sus casas, terrenos, pertenencias y de los medios de subsistencia. En los comedores colectivos, el alimento distribuido a cucharadas de acuerdo al mérito, se convirtió en un arma utilizada para obligar a la gente a seguir cada orden del Partido. Como se eliminaron los incentivos al trabajo, en su lugar se utilizó la coacción y la violencia para obligar a los hambrientos agricultores a realizar el trabajo en proyectos de riego mal planificados mientras que los campos fueron desatendidos.
Pero la política resultó ser un desastre, matando a decenas de millones de personas a través de la inanición. Pero no fue sólo el hambre, que dejó un sinnúmero de personas muertas, como lo muestran nuevos registros los cuales muestran que varios millones de personas también fueron torturados hasta la muerte o ejecutados abruptamente en el mismo lapso de tiempo.
Por ejemplo, escribe, «un niño robó un puñado de grano en un pueblo de Hunan y el jefe local Xiong Dechang obligó a su padre a enterrarlo vivo». El padre más tarde murió de pena varios días después.
En otro ejemplo más brutal, un hombre llamado Wang Ziyou fue acusado de desenterrar una papa, por lo que los funcionarios cortaron una de sus orejas, y «le ataron sus piernas con alambre de hierro, una piedra de diez kilogramos se dejó caer sobre sus espaldas y luego lo marcaron con una herramienta muy caliente», señala Dikötter.
Mientras tanto, durante el Gran Salto Adelante, la comida o la falta de ella, se utilizó como un medio para matar.
«En todo el país a los que estaban demasiado enfermos para trabajar se les cortaba rutinariamente el suministro de alimentos. A los enfermos, vulnerables y ancianos se les prohibió la entrada al comedor, ya que los cuadros encontraron inspiración en la frase de Lenin: «El que no trabaja no come», escribe Dikötter.
Según los registros históricos de las reuniones directivas del Partido Comunista Chino, Mao estaba plenamente consciente de lo que estaba pasando, y aun así ordenó adquirir más grano.
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Dikötter también encontró nueva evidencia de los abusos del PCCh a principios de 1950. En muchos pueblos chinos, los líderes fueron torturados, humillados, y ejecutados mientras sus tierras se redistribuían a los militantes del PCCh, quienes utilizaron a campesinos y a matones para llevar a cabo su brutalidad. «Cuando se trata de las formas en que asesinaron a las personas, algunos fueron enterrados vivos, a otros los ejecutaron, a algunos los cortaron en pedazos, y entre los que estrangularon o mutilaron a muerte, algunos de esos cuerpos los colgaban de árboles o puertas», Liu Shao-chi, segundo al mando del Partido, fue citado diciendo que, al parecer la violencia estuvo fuera de control.
Pocos años después, en respuesta al fracaso del Gran Salto Adelante y la crisis económica que siguió, Mao pondría en marcha su devastadora revolución cultural, que duró desde 1966 hasta 1976, creando su culto a la personalidad para «aplastar a aquellos dirigentes que tomaban el camino capitalista» y para reforzar sus propias ideologías, de acuerdo con una directiva anticipada.
Al menos dos millones de personas murieron y millones fueron encarcelados, según Dikötter.
Pero los asesinatos en masa no fueron lo peor de todo.
«Sin embargo, el punto debe ser que en comparación con La gran hambruna de Mao», que tuvo lugar a principios del 58 hasta el 62, parece ser una cifra más bien baja. Pero el punto es que no es tanto las muertes lo que caracterizó la Revolución Cultural, sino el trauma», dijo a NPR en mayo del 2016.
«Fue la manera en que las personas se enfrentaban entre sí, se vieron obligados a denunciar a miembros de la familia, colegas, amigos. Fue acerca de la pérdida, la pérdida de confianza, pérdida de la amistad, la pérdida de fe en los demás seres humanos, la pérdida de previsibilidad en las relaciones sociales. Y esa es en realidad la marca que deja la Revolución Cultural».
Décadas después de la Revolución Cultural y Mao, las formas de asesinar del PCCh, no han cesado. En junio de 2016 un impactante informe reveló que en China se realizaron unos 1,5 millones de trasplantes de órganos mediante el asesinato de los «donantes», que en realidad son prisioneros de conciencia, principalmente de practicantes de Falun Dafa, una disciplina espiritual de la Escuela Buda.
«La conclusión final de esta actualización, y de hecho nuestro trabajo anterior», dijo el coautor del informe, David Matas, «es que China está implicada en el asesinato en masa de personas inocentes«.
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