La ciudad de Nangong, en el norte de China, no anuncia ningún nuevo paciente de COVID-19 desde el 27 de enero, pero el 28 de febrero la población aún seguía viviendo bajo un cierre. Los residentes locales dijeron a The Epoch Times que como consecuencia sus seres queridos no han podido recibir el tratamiento médico necesario.
Algunos incluso fallecieron como consecuencia de ello.
El régimen chino desde el primer día no reporta los números de casos del brote del virus del PCCh (Partido Comunista Chino). Los expertos dicen que creen que el brote de Nangong no desapareció, pero los funcionarios no hacen pública la verdad porque un brote de carácter grave tiene implicaciones políticas. Los miembros de nivel medio del PCCh en la ciudad y la región se enfrentan a la destitución de sus cargos si anuncian las cifras reales de la pandemia.
«El gobierno de Nangong aún mantiene la ciudad cerrada después de un mes. La única razón que puede explicar eso es que el brote del virus del PCCh sigue siendo muy grave en la ciudad», dijo el 28 de febrero el experto en asuntos chinos con sede en Estados Unidos, Tang Jingyuan.
Nangong, en la provincia de Hebei, no es la única región china bajo cierre.
Los residentes y trabajadores de un complejo residencial y un campus industrial cercano en el distrito de Daxing, en la ciudad de Beijing, declararon el 26 de febrero a la edición china de The Epoch Times, que se vieron repentinamente encerrados en sus casas o en sus oficinas y a continuación les hicieron pruebas de COVID-19.
«No podemos averiguar que pasa y los funcionarios se niegan a decirnos cuánto tiempo estaremos encerrados. Tal vez una semana. Tal vez 14 días», dijo un residente del complejo residencial Rongjing Lidu en la entrevista telefónica.
Bebé enfermo
Wang, residente en Nangong, lloró por un tratamiento para su pequeña bebé en una entrevista telefónica el 26 de febrero.
«Mi hija solo tiene un mes y tres días. Hace días que tiene diarrea y llora mucho. El Hospital de Mujeres y Niños de Nangong no pudo diagnosticar la enfermedad y no puede tratarla. Tengo que llevarla al Hospital Infantil de Shijiazhuang [el mejor hospital infantil de la provincia de Hebei] para que la traten», dijo Wang.
Sin embargo, el gobierno de la ciudad de Nangong no permite a la familia de Wang salga de la ciudad aunque no ha anunciado ningún nuevo paciente de COVID-19 desde el 27 de enero. El 8 de febrero ellos afirmaron que la ciudad estaba libre del virus.
«Fui a la comunidad residencial de Nanguan [donde vive la familia de Wang] y a la oficina de educación de Nangong [para la que trabaja Wang] para solicitar un permiso de salida el 24 de febrero, pero se negaron a dármelo y dijeron que necesitábamos un resultado negativo de la prueba de COVID-19 que se emitiera en un plazo de 72 horas», dijo Wang.
Entonces, Wang acudió al hospital junto con su mujer y el niño. «Hay una larga cola para la prueba de COVID-19. Tuvimos que esperar en el frío durante varias horas, y no pudimos recibir el resultado en las 24 horas siguientes a la prueba. Pedí una urgencia, pero me dijeron que no hay servicio de urgencia. Mi hija está muy enferma. No podemos esperar».
El padre intentó publicar en las plataformas de las redes sociales su dificultad, por lo que pensó que algún amable internauta podría echarle una mano. Sin embargo, sus publicaciones fueron eliminadas por los censores.
El 26 de febrero, Wang seguía sin encontrar la forma de llevar a su hija a Shijiazhuang para recibir tratamiento.
Muerte a los 41 años
Zhang (seudónimo) vivía con su mujer y sus dos hijos en la ciudad de Nangong. Sus padres y la familia de su hermano también viven en Nangong, pero en distritos diferentes.
Zhang murió a los 41 años a causa de la política de encierro.
Su hermano quería encontrar justicia para él, y la única manera que encontró para hacerlo fue hablando con los medios de comunicación extranjeros sin censura. El 28 de febrero, el hermano y su esposa contaron a The Epoch Times todo lo sucedido.
A principios de enero, la familia de Zhang fue encerrada en su casa, al igual que sus padres y la familia de su hermano. Zhang sufría de hipertensión desde hacía años y tomaba medicación para ello.
A la 1:30 de la madrugada del 28 de enero, Zhang sintió un repentino malestar.
Su mujer llamó al 120, el número de las ambulancias en China. Pero nadie contestó al teléfono.
Cuando llamó al 110, el número de emergencias en China, la operadora dijo que la policía y los bomberos no podían hacer nada debido al cierre.
La mujer llamó entonces a la línea de atención del Hospital de Medicina China de Nangong, situado a cinco minutos en coche de la casa de Zhang. El hospital dijo que no podían recoger a Zhang debido al cierre, pero que podrían tratarlo si podía llegar al hospital.
La esposa preguntó a la persona de la línea de atención telefónica cómo debía tratarlo porque él había perdido el conocimiento. La persona colgó la llamada.
Con la ayuda de un vecino, la mujer de Zhang lo llevó al hospital. Sin embargo, el trayecto de cinco minutos duró más de 15 debido a los diversos puestos de control que había en la carretera, y cada uno de ellos los paraba y les pedía que rellenaran formularios y escanearan la temperatura corporal.
«Eran las 2:20 de la madrugada cuando llegaron al hospital. El médico solo intentó salvarle durante 30 minutos antes de anunciar la muerte de mi hermano. Pero él solo estaba en coma y seguía vivo», dijo el hermano de Zhang, según la información que recibió de la esposa de éste.
La esposa pidió a gritos al médico que siguiera intentando salvarlo porque el cuerpo de Zhang aún estaba caliente. El médico se negó y anunció que Zhang había muerto de un ataque al corazón.
Esa madrugada, los padres y el hermano de Zhang se quedaron encerrados en casa y no pudieron moverse hasta que obtuvieron un pase de los funcionarios de la comunidad residencial después de las 7 de la mañana.
«Cuando llegamos al hospital, no nos permitieron ver el cuerpo de mi hermano, y enviaron el cuerpo a la funeraria directamente», dijo el hermano.
Horas después, la funeraria entregó a la familia de Zhang las cenizas. A continuación, los funcionarios volvieron a sellar las puertas del hogar de la familia obligándolos a quedar confinados.
«Nosotros seguimos llamando a la oficina del alcalde, a la comisión de salud de la ciudad y al hospital, pero nadie nos da una explicación. Mi hermano no habría muerto si hubieran enviado una ambulancia a tiempo. No habría muerto si el médico le hubiera dicho a mi cuñada cómo socorrerlo en la llamada telefónica. No habría muerto si el médico hubiera intentado salvarlo durante más tiempo», dijo el hermano de Zhang.
En las últimas semanas, The Epoch Times recibió varios informes de personas que fallecieron a causa de los cierres en Nangong y Shijiazhuang, en la provincia de Hebei, y en Tonghua, en la provincia de Jilin.
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