Plantas carnívoras, rarezas llenas de mitos que viven bajo amenaza

Por EFE
22 de abril de 2018 9:17 PM Actualizado: 23 de abril de 2018 12:00 AM

Las plantas carnívoras tienen un funcionamiento peculiar y están rodeadas de mitos creados a partir de la sabiduría popular aunque la realidad es que, habladurías aparte, están amenazadas y acusan la destrucción de su hábitat.

La maestra en ciencias Wendy Juárez del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), contó a Efe que todo el grupo de insectívoras está amenazado y suele ser extraído del campo para después ser comercializado de forma irregular.

La también profesora e investigadora aseguró que muchos van al campo a recolectarlas porque en estos lugares «son más grandes que las que están cultivadas», y como llaman la atención, las arrancan y las revenden.

La destrucción de su hábitat es otro de los problemas para esta especie que crece habitualmente en lugares pantanosos donde el ser humano «impone carreteras a su antojo» provocando pérdidas de agua que, por ende, deja a su paso sequedad y muerte de muchas de ellas.

Otro problema habitual es la basura que en ocasiones se queda desperdigada por el campo a causa de las visitas que generan contaminación en el hábitat.

Es por ello que en el laboratorio del Instituto de Biología de la UNAM se está recurriendo a la clonación de esta especie para tratar de aumentar su número. Al margen de eso, no se puede negar su naturaleza superviviente.

Según contó Juárez, «se han adaptado a la deficiencia, principalmente de nitrógeno», mediante insidiosas y seductoras tácticas.

La principal es el uso de las denominadas trampas, hojas modificadas para atrapar a los insectos.

«Pueden ser pequeños renacuajos, pequeñas lagartijas también, para obtener de ahí el nitrógeno que ellas necesitan», ejemplificó la científica.

Estas trampas se distinguen en dos grupos, las activas que funcionan mediante un movimiento muy rápido cuando se acerca el insecto, y las pasivas que capturan a su presa cuando ésta se posa sobre un líquido resbaladizo.

Este mecanismo de ejecución es propio de la pinguicula, una planta pequeña con forma de roseta de hojas pegajosas, y de la sarracenia que tiene forma de vaso, con líquido que atrae a los insectos.

La belleza es otra de las armas que utilizan estas plantas, haciéndose irresistibles a los insectos a través del color y el aroma.

«Ellas solas atrapan a su presa, las atraen mediante los diferentes tipos de aroma y coloraciones que presentan», aseguró Juárez.

Una vez atrapado el insecto, comienza un proceso de degradación mediante el cual la carnívora obtiene el nitrógeno necesario.

«El nitrógeno para estas plantas es esencial para su crecimiento y sobretodo para la floración; pero no hay que olvidar que son plantas y realizan la fotosíntesis, de esa forma obtienen los carbohidratos que necesitan», abundó la profesora.

Las insectívoras se despliegan a lo largo de todo el planeta a excepción de los dos polos y cabe decir que son inofensivas para otros tipos de plantas.

No corren la misma suerte algunas crías de rata o lagartija, que cuando caen en las garras de una planta grande -pueden llegar a medir hasta 30 centímetros- es posible que experimenten una muerte fatal.

Lo que no puede ocurrir es que coman carne humana o de animal, que según la bióloga, resulta ser el principal mito que rodea a estas especies, debido principalmente a la desinformación y también en parte a la icónica película de terror de 1960, «The little shop of horrors» (La pequeña tienda de los horrores).

Lejos de estos atributos fantasiosos, estas estrafalarias plantas pueden ser útiles para regular la cantidad de moscas en un lugar, llegando a ser utilizadas en ocasiones «como un sistema de control de insectos».

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