En su aparición del 25 de octubre en el podcast «The Joe Rogan Experience», el expresidente Donald Trump planteó la idea de eliminar el impuesto sobre la renta y sustituirlo por aranceles generalizados.
El presentador Joe Rogan le preguntó si el candidato presidencial republicano había hecho la sugerencia, como habían indicado informes anteriores.
«Sí, claro. Pero, ¿por qué no?» respondió Trump.
«No permitiremos que el enemigo venga y se lleve nuestros empleos y se lleve nuestras fábricas y se lleve a nuestros trabajadores y se lleve a nuestras familias a menos que paguen un gran precio. Y el gran precio son los aranceles».
Se refirió al expresidente William McKinley, que ocupó el cargo desde 1897 hasta su asesinato en 1901, como «el rey de los aranceles».
«Hablaba muy bien de los aranceles», dijo Trump.
McKinley fue apodado a menudo el «Napoleón de la protección» por su agresiva defensa de los aranceles elevados en la Cámara de Representantes.
La Ley Arancelaria de 1890 —elaborada por McKinley— aumentó los impuestos medios sobre todas las importaciones del 38% al 49.5%, con la intención de proteger la fabricación nacional de los mercados extranjeros.
«Y luego, a principios del siglo XX, cambiaron —estúpidamente, francamente— a un impuesto sobre la renta. ¿Y saben por qué? Porque los países estaban presionando mucho a Estados Unidos: ‘No queremos pagar aranceles, por favor no lo hagáis’. Ya sabes que ellos, créeme, controlan a nuestros políticos».
A pesar de introducir el impuesto sobre la renta, el gobierno federal mantuvo muchas políticas arancelarias. La Ley Fordney-McCumber de 1922 elevó el impuesto medio sobre las mercancías importadas a cerca del 40% para proteger las explotaciones agrícolas. Ocho años después, la Ley Arancelaria Smoot-Hawley añadió aranceles de aproximadamente el 20 por ciento a las importaciones de productos agrícolas y manufacturados.
De cara a las elecciones de noviembre, Trump ha propuesto aplicar un arancel general universal del 10% y gravámenes de hasta el 60% a todas las importaciones fabricadas en China. Su firme propósito de aumentar los impuestos a la importación es facilitar la fabricación en suelo estadounidense y proteger los empleos de los trabajadores estadounidenses, dijo.
Sin embargo, según Trump, las empresas que no envíen empleos al extranjero y mantengan sus operaciones dentro de las fronteras del país no estarán sujetas a aranceles y, en su lugar, recibirán un tipo impositivo más bajo en el impuesto de sociedades.
«No hay aranceles. Todo lo que tienen que hacer es construir sus plantas en Estados Unidos y no tendrán aranceles», dijo Trump en una entrevista en el Club Económico de Chicago a principios de este mes. «Estoy de acuerdo en que va a tener un efecto masivo, un efecto positivo, no negativo».
Aranceles frente a impuestos sobre la renta
Hasta que el gobierno federal instituyó un impuesto sobre la renta en 1913, los aranceles habían sido la principal fuente de ingresos, representando en ocasiones hasta el 95% de todos los ingresos. A lo largo de las décadas, los ingresos arancelarios han representado una parte menor de lo que recibe Estados Unidos.
En el ejercicio fiscal 2024, los impuestos sobre la renta de las personas físicas generaron 2426 billones de dólares, lo que representa casi la mitad de todos los ingresos federales, que fueron de 4919 billones de dólares. En comparación, los datos del Departamento del Tesoro muestran que los aranceles aduaneros inyectaron 77,000 millones de dólares en las arcas públicas en el año fiscal 2024, lo que representa alrededor del 2% de los ingresos fiscales federales.
El gobierno estadounidense necesitaría aumentar los aranceles en torno a un 60% para cubrir el agujero de más de 2 billones de dólares en el presupuesto federal que aparecería si se eliminara el impuesto sobre la renta.
La Tax Foundation calcula que los aranceles de Trump generarían hasta 449,000 millones de dólares en ingresos anuales y 3824 billones de dólares acumulados en un periodo de 10 años.
Las proyecciones del Peterson Institute for International Economics (PIIE) sugieren que los ingresos anuales de los aranceles de Trump ascenderían a unos 225,000 millones de dólares al año.
Además, los economistas del PIIE afirman que «es literalmente imposible que los aranceles sustituyan totalmente a los impuestos sobre la renta», ya que las tasas tendrían que ser mucho más altas para recaudar tantos ingresos.
El multimillonario Howard Lutnick, ejecutivo de Wall Street al frente de la operación de transición de Trump, se ha resistido a algunas críticas. Recientemente describió los aranceles como una mera táctica de negociación y una «moneda de cambio» que el ex presidente podría utilizar para promover la industria y los productos estadounidenses y defender a los trabajadores.
«Esto no es más que negociar estratégicamente», declaró recientemente Lutnick a la CNBC. «Cuando te presentas a unas elecciones, haces declaraciones amplias para que la gente te entienda. Los aranceles son una herramienta increíble que el presidente puede usar».
«Utiliza los aranceles para construir en Estados Unidos», añadió. «Tenemos que proteger al trabajador estadounidense».
En julio, los economistas de la Casa Blanca sopesaron la propuesta, afirmando en un documento que utilizar los aranceles como principal fuente de ingresos revitalizaría la inflación «e invitaría a profundas distorsiones económicas», beneficiando a los ricos y perjudicando a los hogares de ingresos bajos y medios.
La vicepresidenta Kamala Harris se opone al plan de Trump de elevar los aranceles a China y se ha abstenido de comentar sobre la continuación por parte de la actual administración de los aranceles de la era Trump a los productos chinos.
El mes pasado, el presidente Joe Biden también implementó una serie de aranceles más elevados sobre los productos chinos.
En una rueda de prensa celebrada en mayo, la Representante de Comercio de EE.UU., Katherine Tai, dijo a los periodistas que la idea de que los aranceles aumentan los precios para los consumidores «ha sido ampliamente desacreditada».
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