Por qué los refugios de animales de California están afrontando un número récord de mascotas abandonadas

Según el propietario de un refugio, se necesita un «despertar cultural» para cambiar la situación

Por Siyamak Khorrami y Staff The Epoch Times
22 de septiembre de 2024 2:43 PM Actualizado: 22 de septiembre de 2024 2:43 PM

En los últimos años, los refugios de California se han visto desbordados por el incremento de perros y gatos abandonados, lo que ha llevado a practicar la eutanasia a una mayor cantidad de animales, según los defensores de los animales de compañía.

En un reciente episodio del programa «California Insider» de EpochTV, Zach Skow, fundador de Marley’s Mutts Dog Rescue, ubicada en el centro de California, a unos 65 km al sureste de Bakersfield, se reunió con el presentador Siyamak Khorrami para hablar de los motivos de esta situación y de las soluciones para darle la vuelta al problema.

Según Skow, California y Texas son los estados que más animales entregan a los refugios. Según el Programa Koret de Medicina de Refugios de la Universidad de California-Davis, cada año se practica la eutanasia en los refugios de California a unos 100,000 animales que no son adoptados por motivos no médicos.

Pero desde 2020, se ha registrado un aumento en la cantidad de animales que se entregan a los refugios, en parte debido a la tendencia de un mayor número de personas que compran perros a criadores —incluso por correo— en lugar de adoptarlos, según Skow.

En estos días, los refugios que tenía capacidad de albergar hasta de 200 perros ahora tienen el doble de esa cantidad, dijo Skow, y algunos refugios en California están practicando la eutanasia a 5000 animales al año.
«Hay dos, tres o cuatro perros en cada perrera donde se supone que debería haber uno», afirma. «Decir que [los refugios] están desbordados, es el ‘eufemismo del siglo’».

Según Skow, hay muchos a quienes apuntar. Algunos culpan a los refugios de practicar la eutanasia a los animales, mientras que otros acusan a las comunidades —especialmente a los barrios más pobres— de no cuidar adecuadamente a sus mascotas, como por ejemplo: esterilizarlas.

Se conservan los datos del número de perros y gatos que se entregan en cada comunidad, unas estadísticas valiosas, según Skow, que podrían abrir la puerta a un «ajuste de cuentas cultural» sobre el tema.

«Lo que podríamos hacer para ayudar a resolver el problema es involucrar a las comunidades marginadas en la solución», afirmó.

Según Skow, esto implicaría la puesta en marcha de programas semanales gratuitos de esterilización, vacunación y colocación de chips en dichas comunidades.

De lo contrario, dijo, «esos perros están entrando por la puerta principal de estos refugios de animales constantemente, sin parar, todo el día».

Si estos programas se mantuvieran a largo plazo y fueran predecibles, podrían frenar el incremento de perros y gatos entregados y sometidos a eutanasia, en lo que, según él, es una industria de refugios de 100,000 millones de dólares en Estados Unidos, donde hasta la mitad de los animales de los refugios son sacrificados.

«Los mantenemos en algún tipo de entorno residencial y luego terminamos practicándoles la eutanasia», dijo. «Es un montaje alucinantemente cruel».

Desde hace siglos han ayudado al hombre a buscar comida y carroña, y son compañeros leales y cariñosos, y considerados como «el mejor amigo del hombre», afirmó.

«Y nos hemos desentendido completamente de ellos», aseguró. «No hay un perro en [un] refugio por decisión propia. Un perro está en [un] refugio por las decisiones tomadas por un ser humano».

Ellos «No me abandonaron»

Skow dijo que aprendió el valor de la compañía de un perro después de que le diagnosticaron una enfermedad hepática terminal en 2008 y le dieron solo 90 días de vida.

Al principio manifestó tendencias suicidas, pero decidió recuperarse del alcohol y las drogas. Dijo que tener a sus perros —que fueron adoptados— le ayudó a recuperarse y a desintoxicarse. El resultado fue tan positivo que al final se redujo el diagnóstico.

«Los únicos que me ayudaron a superar esto fueron mis perros», dijo, junto con la motivación de seguir vivo para serles útil. «Soy una completa anomalía médica milagrosa, y tengo que agradecerlo al rescate y bienestar animal. … La única razón por la que estoy [aquí] es porque tuve tres perros que no se rindieron conmigo».

Seis meses después, al comprender que sus perros le ayudaron a salvar su vida, Skow fundó Marley’s Mutts Dog Rescue, que lleva el nombre de uno de sus compañeros caninos. La organización sin ánimo de lucro rescata perros de refugios sobrepoblados en un esfuerzo por evitar la eutanasia y también ofrece adiestramiento, realojamiento y creación de redes para ayudar a perros perdidos o abandonados a encontrarles hogar.

Recientemente creó un programa llamado Pawsitive Change, en el que perros de refugios «encarcelados» se vinculan con los de centros de detención de menores y prisiones. Dijo que se le ocurrió la idea después de que un amigo suyo salió de la cárcel tras una larga condena y recibió ayuda para adaptarse a una vida civil sin delincuencia gracias al amor y la compañía de un perro adoptado.

Los perros encerrados —a menudo en el «corredor de la muerte» para ser sometidos a eutanasia— y los reclusos son la pareja perfecta, aseguró Skow.

«Tanto el encarcelamiento como la acogida de animales están en los recovecos de nuestra sociedad», dijo. «Se mantienen [ambos] en el olvido, en los rincones oscuros de nuestra sociedad. (…) La idea era [hacer] que estas dos entidades oscuras colaboraran entre sí para crear algo positivo».

Ahora, en ocho centros de California, el programa lleva perros a centros juveniles o prisiones donde los cuidan «alumnos internos». Desde su creación hace ocho años, el programa ha salvado a 650 perros y ha formado a 1200 estudiantes, muchos de los cuales trabajan como adiestradores de perros, especialistas en comportamiento y técnicos de perreras tras su puesta en libertad.

Según él, ninguno de esos estudiantes ha vuelto a prisión, un logro notable, ya que el índice nacional de reincidencia es del 73% al cabo de cinco años.

A través del programa, dijo, los reclusos aprenden empatía, autoestima y responsabilidad cuidando de algo que no es ellos mismos.

«Nuestro trabajo con Pawsitive Change es decir: ‘Hey, te aprecio …. Creo en ti … Estoy aquí para ti… y confío en ti con este perro… Te confío esta vida’», dijo.

Su esperanza, dijo, es ampliar Pawsitive Change en el estado y a nivel nacional. Hacerlo, dijo, no solo puede ayudar a los presos encarcelados, sino también a los perros, ya que el sistema penitenciario podría convertirse en el mayor grupo de acogida para animales de refugio.

«Nuestro objetivo es implantar la mayor cantidad posible de Pawsitive Change en Estados Unidos… para ayudar a cambiar la trayectoria de innumerables personas encarceladas y de sus mascotas», añadió.


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