SANTA CRUZ, Bolivia–En su ceremonia de toma de posesión el 27 de enero, la presidenta socialista Xiomara Castro dio a conocer un plan para dar electricidad gratis a 1 millón de familias hondureñas.
Castro dijo que tiene la intención de aumentar las facturas de luz de los residentes menos desfavorecidos económicamente para financiar la medida.
Durante su discurso, la primera mujer presidenta de la nación dijo: “Más de un millón de familias que viven en pobreza y consumen menos de 150 kw/h por mes».
“a partir de este día, no pagarán más la factura del consumo de energía eléctrica. La luz será gratis en sus hogares (…) Los altos consumidores deberán asumir un precio en su factura para subsidiar la energía”.
Un componente vital detrás de la insistencia de Castro de que los “altos consumidores” paguen la factura de su plan de electricidad es que la Compañía Nacional de Energía Eléctrica está en medio de una crisis financiera y debe más de USD 3 millones como resultado directo de los contratos de energía renovable.
Esto se dio luego de que el expresidente Manuel Zelaya, esposo de Castro, aprobara una ley que promueve la generación de energía eléctrica a través de recursos renovables.
Zelaya fue derrocado durante un golpe militar–respaldado por el congreso nacional–en 2009 por proponer cambios a la Constitución que le permitirían postularse para otro mandato.
Junto con el subsidio de electricidad, Castro prometió abordar las estrictas leyes de aborto, reducción de los costos de combustible, educación, narcotráfico, y empleo.
En un país donde, en palabras de la propia presidente, el 74 por ciento de la población vive por debajo de la línea de pobreza, algunos cuestionan quiénes son los “altos consumidores” y si pueden asumir la responsabilidad del propuesto subsidio eléctrico.
El alto desempleo y los bajos salarios se encuentran entre los principales contribuyentes a la pobreza en Honduras.
El país tiene poco más de 9 millones de habitantes y alcanzó niveles de desempleo de más del 10 por ciento en 2020. Casi el 15 por ciento de la población vive con menos de USD 2 por día.
“Ese tipo de declaraciones sobre cosas gratis pueden causar problemas”, dijo Paola Martínez, residente de Tegucigalpa, a The Epoch Times.
Martínez y su familia se encuentran entre los pocos afortunados que pertenecen a la pequeña clase media de Honduras. Tampoco le entusiasma la idea del plan de Castro de electricidad gratis.
“Las personas aquí [en Honduras] que son ricas solo pueden llegar a serlo al nacer en una familia ya rica, poseer muchas tierras o drogas. Todos los demás trabajan muy duro”, explicó.
Y la clase media luchó duro para salir de la sombra de la pobreza extrema, según Martínez.
Honduras tiene la segunda clase media más pequeña de América Latina, que comprende solo el 10.9 por ciento de la población.
Aparte del anuncio de Castro, el concepto de subsidios en Honduras no es algo nuevo.
En octubre de 2020, la administración del expresidente Hernández apoyó la iniciativa de las Naciones Unidas «Bono Único», emitiendo un pago único de USD 82 a los más vulnerables del país para ayudar a combatir la pobreza inflada provocada por la pandemia y los efectos devastadores de la tormenta tropical Eta y el huracán Iota.
En enero pasado, Hernández también inició un programa que, a través de la cooperación de empresas y bancos locales, permite a los residentes de escasos recursos comprar “vivienda social” a una tasa de interés reducida del 5 por ciento.
La diferencia clave entre esos programas y la subvención de electricidad de Castro era que no se esperaba que los civiles pagaran por ellos.
A pesar de sus ambiciosos planes, la nueva presidenta ya enfrenta problemas que podrían impedir su capacidad para avanzar con su agenda.
Apenas unos días antes de asumir el cargo, Castro enfrentó una revuelta de 20 diputados dentro de su partido político de izquierda Libre, que deja a sus aliados privados del control mayoritario en el Congreso.
En su discurso a la nación del 27 de enero, la nueva presidenta dijo que Honduras se había “hundido” durante los últimos 12 años y que estaba recibiendo al país “en bancarrota”.
Mientras tanto, residentes como Martínez se mantienen escépticos sobre el plan de subsidios energéticos de Castro.
“Aunque su plan cueste un dólar por familia, es un millón de dólares que le está pidiendo al pueblo de Honduras que pague”, señaló.
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