Por primera vez, los investigadores encontraron microplásticos en el cerebro.
El último estudio, publicado el 16 de septiembre en JAMA, identifica microplásticos en el bulbo olfatorio, la región del cerebro situada sobre la nariz y responsable del sentido del olfato. Este descubrimiento suscita la preocupación sobre estas diminutas partículas puedan estar traspasando las barreras protectoras del cerebro y penetrando en regiones cerebrales más profundas, perjudicando potencialmente la salud cerebral y la función neurológica.
«Nuestro análisis de bulbos olfativos de pacientes fallecidos en São Paulo confirmó la presencia de microplásticos», declaró a The Epoch Times la doctora e investigadora principal Thais Mauad. «Esto sugiere una posible vía de entrada de estas partículas en el cerebro».
Mauad también destacó la incertidumbre que rodea a los efectos de estos hallazgos sobre la salud. «Aún no conocemos las consecuencias», afirmó, señalando que los estudios en animales sugieren una posible neurotoxicidad y vínculos con enfermedades neurodegenerativas.
Aunque se encontraron microplásticos en diversos tejidos corporales, como los pulmones, el intestino, el hígado, la placenta, los testículos y el torrente sanguíneo, la investigación sobre sus riesgos para la salud está aún en sus primeras fases. Se requieren más estudios para lograr comprender sus posibles efectos sobre la salud.
Plástico cerebral procedente de objetos cotidianos
Las diminutas partículas de plástico que se encuentran en los bulbos olfativos del cerebro humano suelen estar presentes en artículos cotidianos como los envases de alimentos y en la ropa. Dada la presencia generalizada de estas partículas en el aire, Mauad y los investigadores sugirieron que las personas podrían estar inhalando microplásticos que llegan al cerebro a través de la nariz, de manera similar a cómo algunas partículas de contaminación atmosférica penetran en el cerebro.
El plástico no se descompone por completo, sino que con el tiempo se convierte en trozos más pequeños que contaminan el aire, los alimentos y el agua.
Mauad afirmó que las personas están expuestas a más plásticos cuando están en interiores.
«Estamos muy expuestos a los microplásticos», dijo. «Inhalamos más en interiores que en exteriores».
Los investigadores examinaron los cerebros de 15 individuos fallecidos, de edades comprendidas entre los 33 y los 100 años, y hallaron microplásticos en los bulbos olfativos de ocho de ellos. El plástico más comúnmente encontrado fue el polipropileno, que constituía casi el 44 por ciento de las muestras. El polipropileno se utiliza en artículos como envases de alimentos, popotes (sorbetes) y algunas fibras de ropa. Otros plásticos encontrados fueron:
– Nylon/poliamida: Se utiliza en ropa, alfombras y productos industriales.
– Polietileno: Se encuentra en bolsas, botellas y envases de plástico.
– Polietileno acetato de vinilo (EVA): Utilizado en envases flexibles y en parte del calzado.
Los microplásticos medían entre 5.5 y 26.4 micrómetros, mucho menos que el polvo más fino. Para ponerlo en perspectiva, dividir la anchura de un cabello humano en 13 segmentos es aproximadamente el tamaño de los microplásticos más pequeños encontrados.
Traspasar la barrera del cerebro
En la nariz existe un pequeño conducto que permite a los nervios olfativos pasar de la nariz al cerebro, explica Mauad, profesora de Medicina en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de São Paulo.
Sospecha que los microplásticos podrían entrar en el cerebro por la misma vía. Esta vía directa podría permitir que las partículas de plástico entraran en el cerebro sin atravesar la barrera hematoencefálica, que actúa como escudo protector para evitar que el cerebro entre en contacto con sustancias nocivas.
Las partículas microplásticas podrían interactuar con los nervios olfativos a través de este túnel, señaló.
Los estudios con animales demuestran que los microplásticos pueden afectar a las áreas cerebrales implicadas en el procesamiento sensorial y la memoria.
En las vías nariz-cerebro se observaron partículas de contaminación atmosférica por carbono, lo que sugiere que los microplásticos podrían hacer lo mismo. Algunos estudios con animales indican que los microplásticos podrían atravesar la barrera hematoencefálica y afectar a diversas zonas del cerebro.
Implicaciones para la salud más allá de los microplásticos
Según Mauad, el problema del plástico no son solo los microplásticos. También son todos los aditivos que contiene el plástico. Estos aditivos, utilizados para dar propiedades como el color y la resistencia al calor, pueden ser perjudiciales. Algunos son cancerígenos o actúan como disruptores endocrinos y pueden liberarse al calentar los plásticos, por ejemplo, en el microondas.
Además, «la presencia de partículas microplásticas no digeribles con aditivos podría provocar reacciones», sobre todo en un cerebro en desarrollo, añadió.
Además, investigaciones anteriores relacionan las partículas finas en el aire con problemas cerebrales como la demencia, y algunas enfermedades como el Parkinson podrían comenzar con síntomas nasales. Según el estudio, tanto las partículas finas como los microplásticos muestran potencial para afectar negativamente al desarrollo cerebral en experimentos.
Para minimizar la exposición a los microplásticos, Mauad recomienda
– Limitar el uso de plásticos: Reducir el uso de envases y embalajes de plástico, especialmente de alimentos y bebidas.
– Elegir fibras naturales: Optar por ropa y textiles fabricados con materiales naturales en lugar de fibras sintéticas.
– Evitar calentar los plásticos: Evite calentar alimentos en recipientes de plástico o utilizar envoltorios de plástico en el microondas.
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