El grupo Engie, primer suministrador de gas en Francia y uno de los principales de Europa, advierte de que no podría sustituir todo el gas que se importa de Rusia en caso de que se interrumpieran el flujo y sugiere que en ese caso se tendrían que poner limitaciones a la demanda.
Su consejera delegada, Catherine MacGregor, considera en una entrevista publicada este lunes por Les Échos que en ese escenario «inédito» los mercados no podrían funcionar sin una intervención, por ejemplo una limitación de los precios mayoristas del gas en Europa que a su vez limitaría los de la electricidad, que están vinculados.
Una de sus propuestas para disminuir el consumo, en línea con las recomendaciones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), sería pedir a los franceses reducir en un grado la temperatura de sus calefacciones. Eso permitiría ahorrar de 10 a 15 teravatios hora de gas.
Los países de la Unión Europea contemplan entre otras la posibilidad de dejar de importar gas y petróleo ruso en un nuevo tren de sanciones por la guerra en Ucrania. La cuestión estará en el programa de la cumbre que se celebrará en Versalles (Francia) los próximos jueves y viernes.
MacGregor explica que dejar de comprar gas ruso tendría «consecuencias muy importantes, de forma inmediata para los precios de la energía, y desde el invierno próximo para los clientes, tanto los industriales como los particulares».
En el caso de Francia, este invierno no habría problemas de aprovisionamiento, pero sí el próximo porque aunque se están aumentado las capacidades de la unidad de regasificación de gas licuado (GNL) en Fos Cavaou, cerca de Marsella, los mecanismos de los que dispone tienen «un alcance limitado».
«No serán suficientes para sustituir todo el gas que viene ahora de Rusia», subraya.
El gas ruso supone un 20 % de las ventas de Engie en todo el mundo y la consejera delegada pone el acento en que las entregas de su suministrador Gazprom «siguen llegando normalmente a Francia y a Europa».
Engie es inversor en el gasoducto Nord Stream 2, que conecta Rusia con Alemania por el Báltico y que es objeto de las sanciones por la guerra que han impedido su entrada en funcionamiento. En caso de que quebrara, podría suponer un costo para Engie de unos 1.000 millones de euros.
La empresa francesa es accionista, con un 9 %, de Nord Stream 1, otro gasoducto que también transporta el gas ruso por el Báltico hasta Alemania, que está en servicio desde hace años y que por ahora no está afectado por esas sanciones.
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