El activista británico por los derechos humanos, Benedict Rogers, dijo que la ola de protestas contra la política de «Cero COVID» de Beijing, que se extendió a al menos 10 ciudades de China durante el fin de semana, es una manifestación de rebelión contra la represión del régimen chino.
«Yo creo que son una explosión no solo de la frustración por los draconianos cierres por COVID, sino en realidad una rebelión contra la muy severa represión y el estado de vigilancia que se ha desarrollado bajo Xi Jinping en la última década», dijo Rogers en una entrevista del programa American Thought Leaders de Epoch TV que se presentará al público el 3 de diciembre de 2022. Recientemente, él escribió la publicación «China Nexus: Treinta años dentro y alrededor de la tiranía del Partido Comunista Chino» (China Nexus: Treinta años dentro y alrededor de la tiranía del Partido Comunista Chino).
En los últimos días, China ha registrado protestas masivas en todo el país en contra de la estricta normativa de COVID-19 del Partido Comunista Chino (PCCh), desencadenadas por la creciente angustia derivada de los prolongados cierres y avivadas por la muerte de diez personas, de acuerdo a las cifras oficiales, en el incendio de un edificio de apartamentos en Urumqi, la capital de Xinjiang, al noroeste del país. La organización con sede en Canadá, Uyghur Rights Advocacy Project (Proyecto de Defensa de los Derechos de los Uigures) cuestionó la cifra de muertos y afirmó en una declaración que fueron 44 las personas muertas en el siniestro que se produjo en la víspera del 24 de noviembre.
Los socorristas no pudieron llegar a los afectados debido a los cierres por COVID y el fuego ardió durante unas tres horas. Los testigos afirmaron que los residentes se encontraban confinados y atrapados en el edificio de apartamentos.
Rogers, cofundador y director general del grupo Hong Kong Watch, señaló que el descontento público se ha convertido en protestas en búsqueda de la democracia y la libertad.
«Así que los manifestantes piden a Xi Jinping que dimita, piden al PCCh que dimita, piden democracia y libertad».
«Me parece que estas son las protestas más significativas desde 1989», añadió el activista.
Según su opinión, el PCCh tenía un acuerdo tácito con el pueblo chino durante el crecimiento económico del país entre 1990 y 2000.
«El PCCh presidiría un auge económico, el nivel de vida aumentaría de forma espectacular (…) habría un grado de espacio limitado para cierto nivel de libertad de expresión, cierto nivel de sociedad civil, cierto grado de práctica religiosa, por supuesto, muy restringido, y que había líneas rojas y persecución», dijo a continuación.
«Esto no solo ha ocurrido aquí bajo Xi Jinping. Siempre ha ocurrido bajo el PCCh».
«Parece que el pueblo de China está reconociendo cada vez más que Xi Jinping ha roto ese pacto porque ya no está aplicando políticas económicas que apoyen a la empresa privada. Está volviendo a un gobierno mucho más ideológico», dijo Rogers.
En los últimos tres años, docenas de ciudades y regiones chinas han experimentado cierres prolongados que han afectado a cientos de millones de ciudadanos. Esto ha dado lugar a un gran número de testimonios de sufrimiento, que van desde negar el acceso a la atención sanitaria y a los suministros de alimentos hasta la muerte bajo estrictas condiciones de cuarentena.
Apoyo a los manifestantes
Rogers expuso cómo debería responder Occidente a la evolución de la situación en China.
Él sugirió que Occidente muestre un mensaje claro de apoyo a los manifestantes y de oposición al régimen chino.
«Tenemos que intentar transmitir el mensaje al pueblo chino, a los manifestantes en China, de que estamos con ellos y que los apoyamos», añadió.
El PCCh podría difundir su narrativa «de que se trata de un movimiento de protesta occidental, agitado o instigado por las agencias de inteligencia occidentales», dijo a continuación.
«Debemos tener claro que esto está liderado por el pueblo de China, pero lo apoyamos», subrayó.
«Si hay una represión brutal de las protestas, tenemos que señalar a Beijing que [eso] tendrá consecuencias muy graves para ellos», dijo Rogers.
«Cuanto más nos neguemos a responsabilizar a China de sus crímenes y nos neguemos a garantizar que haya consecuencias por sus crímenes, peor será la situación y mayor será la amenaza para nuestras propias libertades», afirmó el activista.
Con la contribución de Dorothy Li, Eva Fu y Sophia Lam
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