En los miles de años de civilización humana, la gente siempre ha luchado por encontrar un remedio contra las plagas, incluyendo la actual pandemia del virus del PCCh (Partido Comunista Chino).
Tucídides, testigo de la plaga de Atenas (430-426 a. C.), escribió: «Tampoco hubo quien dijera que cierta medicina que se aplicaba debía haberlos ayudado; pues si a uno le hizo bien, a otro le hizo mal. Ni hubo diferencia de cuerpo, por fuerza o debilidad, que pudiera resistirla; sino que se llevó a todos, sea cual fuere la medicina administrada».
La plaga de Justiniano (541-549), una epidemia que mató aproximadamente a una quinta parte de la población de la capital imperial romana y se cobró 25 millones de vidas en total, también parecía haber evitado a ciertas personas. El historiador eclesiástico Evagrio descubrió que hubo personas que simplemente no se infectaron a pesar de su proximidad a los enfermos. Algunos de los que perdieron a sus familiares abrazaron a los muertos, con la esperanza de acabar con su propia vida, pero no se contagiaron y permanecieron sanos.
Según los antiguos chinos, había un tipo de personas capaces de escapar de la maldición de las plagas. Estos ejemplos pueden ayudarnos a enfrentarnos a la pandemia en la actualidad.
Ser amable y virtuoso
Cuando Guan Shiren, un alto funcionario de la dinastía Song, se levantó temprano el día de Año Nuevo para hacer un viaje corto, se encontró con varios fantasmas de gran tamaño. Cuando Guan les preguntó por qué estaban allí, un fantasma le respondió que habían venido a propagar la enfermedad en nombre del dios de las plagas. El fantasma también aseguró que la familia de Guan estaría a salvo.
Cuando le preguntó por qué, el fantasma respondió que evitaban tres tipos de familias a la hora de propagar las enfermedades. El primer tipo eran las familias que habían sido virtuosas y habían hecho buenas acciones en las últimas tres generaciones. El segundo tipo eran las familias que estaban predestinadas a disfrutar de la prosperidad. El tercer tipo eran las familias que nunca habían comido carne vacuna. La familia de Guan había sido recta y pertenecía a la primera categoría.
A finales de ese año, la peste se extendió por la provincia de Zhejiang, donde vivía Guan, pero su familia se salvó.
Arrepentirse de los errores
Cuando al final de la dinastía Han estalló una plaga, el renombrado taoísta Zhang Daoling pidió a los infectados que escribieran una por una todas las malas acciones cometidas en su vida. Después de escribir sus malas acciones en un trozo de papel, los pacientes metían el papel en agua y se comprometían a dejar de hacer el mal. También prometieron que, si rompían su voto, preferirían que su vida termine.
Las enfermedades de muchas personas desaparecieron después de hacer esto. Los habitantes de otras regiones se enteraron y siguieron su ejemplo. Cientos de miles de personas sobrevivieron a la plaga gracias a este método.
Hay un dicho chino que dice «hay deidades [que nos vigilan] tres pies por encima de la cabeza». Cuando uno se arrepiente sinceramente, la divinidad nos bendice con salud.
Escuchando los consejos de la divinidad
Meng Xi Bi Tan de la dinastía Song, cuenta la historia de un taoísta llamado Tongzhao. Mientras visitaba la montaña Yandang, en la provincia de Zhejiang, vio a una persona que tenía el cabello y la barba gris, pero que parecía un hombre joven. Esa persona, que se movía rápidamente sobre las hojas, resultó ser una deidad.
La deidad le dijo a Tongzhao dos cosas. Una era que el emperador de Shenzong se enfermaría después de nueve años y necesitaría una medicina especial. Entonces le pidió a Tongzhao que guarde y entregue una píldora especial al emperador cuando llegue el momento. La segunda fue que al año siguiente estallaría una plaga y esta zona estaría muy infectada. «Tu nombre ya está en el registro de la muerte. Pero si tomas mi medicina y te esfuerzas por ser bueno, podrás sobrevivir», dijo la deidad. Entonces sacó una hoja de árbol de la vida de su bolsa e hizo que Tongzhao se la trague.
Tongzhao se cultivó bien para ser bueno. Al año siguiente, una plaga mató a casi la mitad de la población, pero él vivió. Siguiendo las palabras de la deidad, Tongzhao también dio la medicina especial al emperador. Pero el emperador pensó que era una tontería y rechazó la medicina y murió a los 36 años.
Tongzhao y el emperador interpretaron el consejo de la deidad de forma diferente y tuvieron destinos distintos.
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