La población de una ciudad entera de EE.UU. ha atravesado el Tapón de Darién en lo que va del año.
Los funcionarios de migración de Panamá informaron que más de 260,000 inmigrantes ilegales ingresaron a su país desde la jungla que demarca la frontera con Colombia, superando el tráfico total de migrantes para 2022 en solo siete meses. En perspectiva, eso es más que la población de Des Moines, Iowa.
La situación se complica con la acusación de una funcionaria panameña que afirma que Colombia no está haciendo su parte para ayudar a frenar el flujo récord de migrantes, la mayoría de los cuales se dirigen a Estados Unidos.
La directora del Servicio Nacional de Migración de Panamá, Samira Gozaine, dijo a la prensa que Colombia «no quiere cooperar con cerrar el tráfico, con minimizar el tráfico… Panamá es el único país que invierte esfuerzo y dinero en atender a esta población que llega casi muriendo» desde el Darién… Nadie quiere invertir en esta gente», añadió la funcionaria.
Durante una conferencia de prensa el 4 de agosto, la Sra. Gozaine dijo: «Más de 260,000 migrantes han cruzado la selva con destino a América del Norte».
A principios de esa misma semana, la subdirectora del servicio de migración de Panamá, María Isabel Saravia, dijo que el número de migrantes que cruzaron a Panamá al 1 de agosto de este año fue de 248,901.
Si bien los datos cambiaron claramente en esos tres días, plantean una imagen vívida a pesar de todo. Ambos números superaron los flujos de migrantes de 2022 por un amplio margen. El total de encuentros de migrantes en la frontera sur de Panamá para todo 2022 fue de 248,284.
La continua inundación de inmigrantes ilegales en Panamá contrasta fuertemente con un informe de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP) del 20 de junio. La actualización observó que desde el regreso a la aplicación del Título 8 de inmigración el 12 de mayo, ha habido una «reducción significativa» en los encuentros con inmigrantes ilegales en la frontera suroeste.
Pero según el servicio de migración de Panamá, solo en junio llegaron casi 30,000 inmigrantes ilegales, que se dirigían al norte. Ese número era de casi 40,000 en mayo.
«A medida que sigamos ejecutando nuestros planes -incluido el endurecimiento de las penalizaciones para quienes crucen ilegalmente, al tiempo que ampliamos el acceso a las vías y procesos legales- seguiremos vigilando los cambios en las tendencias de los encuentros y ajustaremos nuestra respuesta según sea necesario», declaró Troy A. Miller, alto funcionario de la CBP.
Pasando la pelota
“Cualquier impacto para controlar esos flujos tiene que involucrar controles fronterizos coordinados por parte de todos los gobiernos”, le dijo a The Epoch Times Evan Ellis, profesor de investigación de América Latina en el Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra del Ejército de EE.UU.
Ellis dijo que el Tapón del Darién plantea un desafío único para los agentes de control fronterizo. Lo accidentado del terreno y la presencia de cárteles de la droga que se aprovechan del tráfico de inmigrantes ilegales complican los esfuerzos de las patrullas.
Al igual que Panamá y otros países de las Américas, la gran cantidad de inmigrantes ilegales que pasan, que finalmente quieren llegar a Estados Unidos, deja pocos incentivos para que un país como Colombia intente detener el flujo.
Ellis no cree que los funcionarios colombianos estén siendo deliberadamente negligentes. En cambio, es una cuestión de recursos y otras prioridades para la administración del presidente Gustavo Petro.
“Creo que es una queja legítima [de Panamá], pero, francamente, esa es un área difícil de controlar”, dijo Ellis, y agregó: “¿Podrían los colombianos hacer más?, probablemente”.
Dijo que en general hay una buena cooperación entre Panamá y Colombia en materia de migración, pero dicha cooperación no está resolviendo el problema. Incluso el apoyo de Estados Unidos a la crisis es lo que Ellis llamó una «gota en el océano» tras el abrumador número de inmigrantes.
En mayo, altos funcionarios de Biden generaron ruido de fondo para enviar tropas estadounidenses a apoyar iniciativas de seguridad en la jungla sin ley entre Panamá y Colombia. La jefa del Comando Sur de EE.UU., la general del ejército Laura Richardson, viajó al Tapón del Darién el 22 de mayo para evaluar la situación. Sin embargo, no se estableció un cronograma específico para la llegada de las tropas estadounidenses luego de una reunión con la Policía Nacional de Colombia.
El general Richardson también se reunió con funcionarios de Panamá del 14 al 16 de junio para «reafirmar la estrecha asociación de seguridad entre Estados Unidos y Panamá» y discutir los esfuerzos de socorro para la «crisis humanitaria en evolución» que surge del Tapón de Darién.
“Existe una necesidad legítima en ambos lados de más apoyo”, dijo Ellis.
También señaló que los funcionarios de los países latinoamericanos, incluidos Panamá y Colombia, han adoptado una especie de mentalidad de pasar la pelota cuando se trata de la asombrosa cantidad de inmigrantes ilegales que llegan.
“Ambos gobiernos están tratando de facilitar que ustedes [los inmigrantes] lleguen tan rápido como quieran”.
Este parece ser el caso, ya que los autobuses están esperando para llevar a los migrantes desde donde emergen del lado panameño del Tapón del Darién—cerca de Bajo Chiquito—directamente a la frontera con Costa Rica. Un informe del 8 de agosto indicó que alrededor de 2000 migrantes llegan diariamente a la frontera de Costa Rica cerca de Paso Canoas.
Ley de desaparición
El 19 de mayo, el funcionario del Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU., Blas Nunez-Neto, dijo que los encuentros con inmigrantes ilegales a lo largo de la frontera suroeste se redujeron en un 70 por ciento la semana posterior a la finalización del Título 42. Otro informe de la CBP confirma una caída en los encuentros hasta mediados de junio.
Pero los funcionarios de migración de Panamá informaron que decenas de miles de migrantes ingresaron a su país en mayo y junio. Entonces, con tantos que llegan y salen de Panamá, la pregunta es: ¿A dónde fueron todos esos migrantes con destino a Estados Unidos?
«Es posible que la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza no esté rastreando todos los encuentros. El sistema de gestión de datos podría ser defectuoso y el entorno podría ser caótico… Además, afirmar que se ha reducido el número de encuentros no es lo mismo que decir que se ha reducido el número de entradas», declaró Irina Tsukerman a The Epoch Times.
La Sra. Tsukerman es abogada de seguridad nacional, analista regional y fundadora de Scarab Rising. Ella dijo que muchas cosas podrían contribuir a la discrepancia entre la cantidad récord de migrantes en Panamá mientras que, al mismo tiempo, los encuentros de la CBP en la frontera suroeste han disminuido.
«Dado que la política del Título 8 se anunció públicamente, es muy posible que todos los que se benefician de la política de fronteras abiertas tengan tiempo para prepararse y encontrar rutas en las que sea menos probable que se encuentren con la policía», dijo.
«También es muy probable que, a pesar de los esfuerzos por llegar a EE.UU., muchos de estos migrantes sean desviados… y nunca lleguen a la frontera. Las imágenes satelitales podrían ser una forma de proporcionar datos precisos sobre el movimiento masivo de estos grupos. La información de seguimiento de los países vecinos también podría revelar más de la historia».
La Sra. Tsukerman señaló que Colombia está lidiando con su propia lista de desafíos y ha tenido problemas para mantenerse al día con la cantidad de venezolanos que han ingresado al país.
Pero si el flujo migratorio que se dirige al norte no se puede filtrar o detener en la fuente, Tsukerman dice que significa problemas para los funcionarios estadounidenses. “Si no se puede confiar en Colombia para evitar la afluencia de estos migrantes, la seguridad fronteriza de Estados Unidos, ya abrumada a pesar de las restricciones recientes, podría enfrentar una crisis sin precedentes”.
Mientras tanto, Panamá está atrapada entre la espada y la pared al otro lado de la selva remota que comparte con Colombia. Y a medida que las caravanas continúan a la deriva hacia el norte, nadie parece tener prisa por detenerlas.
“Al final del día, cada nación soberana antepondrá sus intereses”, dijo Ellis.
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