Un día de diciembre de 2014, la policía de la comunidad nororiental china de Jiansanjiang estaba en alerta máxima. Los puestos de control custodiados por agentes que portaban ametralladoras bloquearon las rutas cubiertas de nieve. Estando parados con temperaturas bajo cero, los agentes detenían a los autos que circulaban para inspeccionarlos y también a sus pasajeros.
En Jiansanjiang, donde un hombre y tres mujeres estaban siendo juzgados, entre los ocho abogados que enfrentaron el 17 de diciembre a los puestos de control policiales y al duro invierno del noreste de China, se encontraba para defenderlos Wang Quanzhang.
Los cuatro acusados fueron imputados por su fe en Falun Dafa, una práctica espiritual china prohibida por las autoridades comunistas, y uno de los casos más largos y brutales de persecución religiosa en China.
A los abogados se les confiscó la camioneta en el puesto de control y un conductor de autobús que seguía las instrucciones de la policía les negó el servicio de transportarlos. Wang y sus colegas tuvieron que tomar taxis y se dirigieron al tribunal; a pesar de llegar tarde, pudieron ofrecer a sus clientes una formidable defensa.
Wang, de 42 años, es oriundo de la provincia de Shandong, en el norte de China, y es famoso por su inquebrantable e indiscriminada defensa de los grupos más desfavorecidos de China.
En 28 de enero de este año, tras un juicio celebrado en secreto en la ciudad de Tianjin, por las protestas de la comunidad de derechos humanos chinos y de su esposa Li Wenzu, Wang fue condenado a más de cuatro años de prisión. Tres años antes, en julio de 2015, Wang fue arrestado como consecuencia de las detenciones masivas de abogados chinos de derechos humanos, un incidente al que a menudo se hace referencia como 709.
Defendiendo a Falun Dafa
Los elaborados esfuerzos de la policía en Jiansanjiang para impedir que Wang Quanzhang y los otros abogados defendieran a sus cuatro clientes de Falun Dafa aquel mes de diciembre fueron parte integrante de un episodio de una campaña mucho más amplia del Partido Comunista Chino que comenzó en 1999.
Falun Dafa es una disciplina espiritual china practicada por decenas de millones de personas que meditan y siguen las enseñanzas morales tradicionales basadas en los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia. En junio de 1999, el entonces líder del Partido Comunista Jiang Zemin ordenó la prohibición de Falun Dafa; y al mes siguiente se produjeron detenciones masivas.
Según el Grupo de Abogados de Derechos Humanos de China (CHRLCG). Wang se había interesado por lo que estaba sucediéndole a Falun Dafa desde el comienzo de la persecución, cuando aún estaba en la facultad de derecho. En la década de 2000, junto con otros abogados como el reconocido Gao Zhisheng, Wang fue uno de los primeros en defender a los practicantes de Falun Dafa en los tribunales chinos.
Wang ofreció asistencia legal a los practicantes de Falun Dafa y a otras víctimas de la represión del régimen chino, incluyendo a los que habían denunciado cuyas tierras habían sido confiscadas por desarrolladores inmobiliarios, a los prisioneros abusados en los campos de trabajo y a los maltratados por la policía.
Con la campaña contra Falun Dafa dirigida desde los órganos ejecutivos del PCCh, los practicantes de Falun Dafa no sólo fueron abusados físicamente y asesinados por su fe, sino también demonizados como sectas peligrosas en la propaganda estatal. Un incidente de auto-inmolación ocurrido en la Plaza Tiananmen en enero de 2001 -un montaje del PCCh donde supuestamente varios practicantes de Falun Dafa se prendieron fuego- fomentó una atmósfera social de odio y burla contra la disciplina y sus practicantes.
Debido a la naturaleza altamente política de la persecución, llevar a cabo la defensa de Falun Dafa conllevaba riesgos inherentemente mayores que los asociados con los casos comunes de ejercer la profesión. Wang Quanzhang, Gao Zhisheng y otros abogados de derechos humanos que representaban a los practicantes de Falun Dafa fueron hostigados, encarcelados y torturados.
Ley versus dictadura
Antes de su detención, Wang se ocupó de los casos de Falun Dafa en todo el país, desde Heilongjiang, en la frontera entre China y Rusia, en el noreste, hasta Xinjiang, la región autónoma musulmana que comprende gran parte del noroeste de China.
Sus actividades lo convirtieron en blanco de las autoridades del Partido. En 2008, Wang hizo que agentes del Ministerio de Seguridad del Estado saquearan su casa y confiscaran sus pertenencias. En 2013, mientras representaba un caso de Falun Dafa se le otorgó una detención de 10 días en la provincia de Jiangsu, al este de China, por “perturbar gravemente el orden en los tribunales”. Según el CHRLCG, una protesta conjunta de 100 compañeros abogados condujo a su liberación tras tres días de detención.
En marzo de 2014, mientras trabajaba para apoyar a otros abogados en el caso Jiansanjiang en Heilongjiang, Wang fue golpeado por la policía y obligado a firmar documentos de garantía. En junio de 2015, Wang entró al tribunal en Liaocheng, provincia de Shandong, para defender a un grupo de practicantes de Falun Dafa allí, pero fue golpeado y herido por siete agentes judiciales, que también le destrozaron la ropa. Sus defensas fueron interrumpidas repetidamente por la fiscalía, según informó Minghui.org, un sitio web que documenta la represión a Falun Dafa.
Al mes siguiente, Wang fue detenido en la redada de 709 abogados chinos de derechos humanos. Fue acusado de “subversión del poder estatal” en 2017.
La persecución de Wang y otros abogados, sin siquiera mencionar a sus clientes, pone de manifiesto los conflictos estructurales entre el Estado de Derecho en China y la supremacía política del Partido Comunista.
A pesar de la reiterada insistencia de los líderes chinos en que el país debe ser gobernado de acuerdo con la ley, la gravedad de las violaciones a los derechos humanos y la persecución religiosa no hizo más que aumentar en las últimas dos décadas. El endurecimiento de las restricciones se produce cuando el Partido intenta apuntalar su poder político e ideología socialista en medio de la recesión económica, el malestar social y la intensa lucha de facciones entre bastidores dentro del propio régimen.
Li Wenzu, la esposa de Wang Quanzhang, protestó reiteradamente contra el trato que las autoridades le brindan a su marido. El pasado mes de abril, intentó abandonar su hogar en Beijing para unirse a otros disidentes en una marcha sobre Tianjin, donde Wang está encarcelado, pero la policía vestida de civil la detuvo, según informó en comentarios traducidos por el sitio web de derechos humanos China Change.
“Si te atreves a salir, te mataremos, ¿no lo crees?” Un agente amenazó a Li Wenzu y a su hijo.
“Yo lo creo, yo lo creo mucho, porque todos ustedes son vándalos y sinvergüenzas, sé que son capaces de cualquier cosa”, respondió Li.
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