El régimen de Daniel Ortega acusó este miércoles de «terrorismo» a una reconocida universidad jesuita en Managua, capital de Nicaragua, y ordenó la confiscación de sus bienes.
Este miércoles, la Universidad Centroamericana (UCA) informó que el Juzgado Décimo Distrito de la dictadura sandinista giró un oficio en contra de los directivos del centro educativo donde hacen «señalamientos infundados de que la Universidad Centroamericana funcionó como un centro de terrorismo, organizando grupos delincuenciales».
La jueza Gloria María Saavedra, asimismo, ordenó el decomiso de «bienes inmuebles, muebles, dinero en moneda nacional o extranjera de las cuentas bancarias inmovilizadas, productos financieros en moneda nacional o extranjera propiedad de la UCA”, los que pasarían al Estado.
La universidad jesuita informó la suspensión de todas sus actividades académicas y administrativas desde el miércoles, «hasta que sea posible retomarlas de manera ordinaria».
Una fuente cercana a los jesuitas dijo al medio Divergentes que tal fue “el susto” causado por la orden judicial, que varios directivos de la institución decidieron salir del país. La fuente señaló la preocupación por la salud del rector, Rolando Alvarado, quien sufre una afección en el corazón.
La prensa local considera a la UCA como el último instituto de pensamiento independiente que quedaba en el país, la máxima casa de estudios se mostró detractora al poder desde la dictadura de los Somoza.
La UCA también fue cuna de enseñanza de los Ortega-Murillo. Al menos tres hijos de la pareja cursaron estudios allí, incluso el mismo Daniel Ortega cursó por lo menos un semestre en 1963 antes de formar parte de la guerrilla sandinista.
Para muchos estudiantes, la UCA es considerada también como el símbolo de resistencia y de libre pensamiento en contra el autoritarismo, especialmente desde que se desplegó la crisis en 2018. La institución abrió sus puertas a miles de estudiantes que ese año buscaron refugio tras participar en una multitudinaria marcha opositora en Managua, denominada «La madre de todas las marchas».
Para la oposición, esta última acción de la dictadura es una venganza contra la universidad.
«Este es otro zarpazo de Daniel Ortega y Rosario Murillo en venganza al pensamiento, al criterio, a la conciencia y a la verdad. A la dictadura le incomoda una sociedad pensante y formada», dijo el líder estudiantil exiliado Lesther Alemán, egresado de la UCA, quien confrontó a Ortega en 2018 un dialogo con estudiantes.
«La UCA es un símbolo de resistencia, casi el único espacio en el que se estaba permitido pensar ‘fuera de la caja’ que la dictadura impone; es bastión en la conciencia del estudiantado», agregó.
Apenas la semana pasada, la Dirección de Resolución Alterna de Conflictos (DIRAC), adscrita a la Corte Suprema de Justicia del régimen, revocó la acreditación de la universidad como Centro de Mediación, solo cuatro meses después de que dicha entidad renovara su acreditación.
Durante la misma semana, las autoridades del régimen también congelaron las cuentas bancarias de la universidad jesuita e inmovilizaron sus propiedades. La universidad no fue notificada de dicho movimiento y solo se dieron cuenta cuando intentaron realizar movimientos de las propiedades.
Esta no es la primera vez que la UCA es calificada por el régimen como «terrorista», ya que en febrero del 2022, el diputado oficialista Wilfredo Navarro señaló al alma mater como un «centro de terrorismo y desinformación», diciendo que no estaba al día con el Ministerio de Gobernación.
Un mes después, las autoridades nicaragüenses excluyeron a la UCA del 6 por ciento de asignación constitucional que reciben anualmente las universidades.
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