El fiscal general William Barr advirtió que una «cepa de progresismo» que ha surgido en las últimas décadas está alejando a Estados Unidos de la democracia libertaria prevista por nuestros Padres Fundadores, y agregó que el remedio para esto es proteger la libertad religiosa, la libertad de prensa y la descentralización del poder del gobierno.
Barr expresó su preocupación por el reciente impulso del progresismo, el cual se inserta en una filosofía que exige el uso del «poder coercitivo del Estado para rehacer al hombre y la sociedad». Dijo que este movimiento se ha vuelto cada vez más militante y de estilo totalitario, a medida que va cambiando la sociedad.
Estos progresistas, dijo, buscan poder a través del proceso democrático para avanzar en sus agendas políticas, las cuales él describe que se han vuelto más «agresivamente colectivistas, socialistas y explícitamente revolucionarias». Dijo que el objetivo de este programa progresista es utilizar el dinero público para ofrecer beneficios al público, a fin de construir una base de seguidores que eventualmente se convertirían en dependientes.
«El objetivo tácito de este proyecto es convertirnos a todos en personas de 25 años que viven en el sótano del gobierno, enfocando nuestras energías en obtener una asignación más grande, en lugar de conseguir un trabajo y mudarnos», dijo el miércoles durante su discurso en la Convención Nacional de Locutores Religiosos.
Barr agregó que este movimiento ofrece una explicación de por qué el discurso político contemporáneo de Estados Unidos se ha convertido en «menos como un desacuerdo dentro de una familia, y más como una disputa de sangre entre dos clanes diferentes».
«Creo que una razón importante por la que nuestra política se ha vuelto tan intensa y malhumorada es que algunos, en el llamado movimiento ‘progresista’, se han separado del redil de la democracia libertaria para buscar una sociedad más acorde con el pensamiento de [Jean-Jacques] Rousseau que con el de los fundadores de nuestra nación», dijo. Los escritos radicales de Rousseau, un filósofo político, influyeron en la revolución francesa y el socialismo moderno.
A pesar de sus preocupaciones, el fiscal general dijo que era optimista y tenía la esperanza de que los problemas resultantes del reciente movimiento progresista puedan corregirse. Sugirió tres recetas que podrían evitar el «deslizamiento hacia el despotismo»: revivir la moralidad a través de la religión, asegurar que el poder del gobierno nunca se centralice, y permitir que la libertad de prensa haga su trabajo para servir como un control de las «tendencias despóticas de la democracia».
Religión
Barr dijo que, aunque los Padres Fundadores habían previsto que la religión y el gobierno deberían ser esferas separadas, creían firmemente que la religión era «indispensable para mantener nuestro sistema libre de gobierno», al tiempo que citaba a Alexis de Tocqueville, un politólogo e historiador que hizo una crónica de la república democrática de América en el siglo XIX. Él creía que la religión era «el antídoto más poderoso de la democracia contra cualquier tendencia hacia una mayoría tiránica que secuestra el sistema para fines despóticos».
La religión permite a las personas limitar el papel del gobierno al «cultivar valores morales internos en las personas» que protegerían contra la «rapacidad individual sin recurrir al poder coercitivo del Estado», dijo Barr.
«La experiencia enseña que para ser lo suficientemente fuerte como para controlar seres humanos voluntariosos, los valores morales deben basarse en una autoridad independiente de la voluntad del hombre», dijo el fiscal general. “En otras palabras, deben fluir de un Ser Supremo trascendente. Es mucho más probable que los hombres obedezcan las reglas que provienen de Dios, que acatar el resultado abstracto de un cálculo utilitario ad hoc».
«Es seguro darle a la gente el poder de gobernar, pero solo si creen que hay límites morales en su poder», agregó.
No obstante, Barr señaló que la influencia de la religión ha disminuido en las últimas décadas, y parte de esto ha sido causado por la interpretación errónea de los tribunales sobre las cláusulas de establecimiento y ejercicio libre de la Primera Enmienda en la Constitución de Estados Unidos.
«Si bien la mayoría de la gente está de acuerdo en que debemos tener una separación de la Iglesia y el Estado, esto no requiere que expulsemos a la religión de la plaza pública y utilicemos el poder del gobierno para promover una cultura sin creencias», dijo.
Barr habló el año pasado sobre la importancia de la religión durante un discurso en la facultad de derecho de la Universidad de Notre Dame. Llamó la atención sobre el esfuerzo integral [hecho por corrientes progresistas] para alejar la religión y los sistemas morales tradicionales de la sociedad e impulsar el secularismo en su lugar.
Descentralización del poder del gobierno
Junto con la religión, la descentralización del poder del gobierno juega un papel importante que proporciona un control crucial que evita el avance hacia un gobierno totalitario, dijo Barr.
Dijo que la destrucción del federalismo se ha convertido en otra fuente de «descontento extremo» en la sociedad contemporánea.
«Hemos llegado a creer que deberíamos tener una solución nacional para cada problema en la sociedad», dijo. «¿Tienes un problema? Arreglémoslo en Washington, DC. La misma talla para todos».
Dijo que cree que los redactores [de la Constitución] imaginaron que la mayoría de la toma de decisiones, sobre los asuntos del pueblo, se haría a nivel estatal y local, mientras que se suponía que el gobierno federal era un gobierno con poderes limitados.
«Los redactores habrían visto un gobierno único para cientos de millones de ciudadanos diversos como [algo] completamente inviable y un camino directo a la tiranía», dijo. «Eso se debe a que reconocieron que no todas las comunidades son exactamente iguales».
Agregó que un sistema descentralizado y una mayor diversidad permitiría a las personas a las que no les gusta cierto sistema pasar a otro.
“Es más fácil escapar de una tiranía local que de una nacional. Si a las personas no les gusta la regla en un Estado, pueden votar con los pies y moverse”, dijo.
Libertad de prensa
La libertad de prensa es otra institución vital que ayudaría a mantener a raya las tendencias despóticas, dijo Barr. Pero expresó su preocupación por el Estado de la prensa en la América moderna, que se ha convertido en un «punto de vista notablemente monolítico», donde los periodistas se ven menos como «reporteros objetivos de los hechos, y más como agentes de cambio».
«Estos desarrollos le han dado a la prensa una capacidad sin precedentes para movilizar a un amplio segmento del público, a escala nacional, y dirigir esa opinión en una dirección particular», dijo. Agregó que se ha hecho más fácil para la prensa movilizar a una mayoría y permitir que esa mayoría movilizada se convierta en «más poderosa y arrogante con la prensa como su aliada «.
«Este no es un ciclo positivo, y creo que es justo decir que pone en peligro el papel de la prensa como un rompeolas para la tiranía de la mayoría», agregó.
Dijo que una forma de restaurar la función de la prensa es permitir una mayor diversidad de voces en los medios, que brinden a las personas «perspectivas diversas y divergentes sobre las noticias del día».
Barr terminó sus comentarios con una nota optimista, diciendo que «los mejores días de nuestra nación están por venir, pero solo si podemos alterar nuestro curso y prestar atención a las lecciones del pasado».
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