AUGUSTA, Maine — Un reservista del Ejército y amigo del hombre detrás del tiroteo más mortífero de Maine testificó el jueves sobre el deterioro mental de su amigo, describiendo públicamente por primera vez la advertencia que emitió un mes antes de desencadenarse la tragedia.
Sean Hodgson envió un mensaje de texto a los líderes de su unidad de reserva seis semanas antes del tiroteo que dejó 18 muertos y 13 heridos, diciéndoles que cambiaran el código de acceso a la puerta de su centro de entrenamiento de la Reserva del Ejército y que se armaran si Robert Card aparecía.
Hodgson declaró el jueves ante un panel que investiga el tiroteo masivo que emitió la advertencia a sus superiores después de que el comportamiento delirante y violento de Card entrara en una espiral que terminó con Card dándole un puñetazo en la cara.
«Le dije: ‘Para que lo sepas, te quiero. Siempre estaré a tu lado. No te abandonaré». Tenía la mirada perdida. Era una mirada muerta y se marchó», relató Hodgson mientras su amigo lo dejaba en una gasolinera.
Los ataques se produjeron hace seis meses, el 25 de octubre, cuando Card abrió fuego en una bolera y un bar de Lewiston, dos lugares en los que tenía la creencia delirante de que la gente hablaba de él a sus espaldas. Dos días después, el reservista de 40 años fue hallado muerto de una herida de bala autoinfligida.
Hodgson dijo a sus superiores el 15 de septiembre: «Creo que va a estallar y va tirotear masivamente».
Pero no solo Hodgson estaba preocupado por Card. Otros reservistas fueron testigos de su deterioro durante los entrenamientos del verano pasado. Eso llevó a Card a una hospitalización de dos semanas en julio, meses después de que sus familiares advirtieran a la policía de que se había vuelto paranoico y que estaban preocupados por su acceso a las armas.
El hecho de que las autoridades no retiraran las armas de Card en las semanas anteriores al tiroteo, se convirtió en el tema de una investigación que duró meses en el estado, que también aprobó nuevas leyes de seguridad de las armas desde la tragedia.
En un informe provisional publicado el mes pasado, una comisión independiente creada por la gobernadora Janet Mills concluyó que la oficina del sheriff del condado de Sagadahoc tenía motivos fundados, en virtud de la ley de «bandera amarilla» de Maine, para detener a Card e incautarse de sus armas. También se criticaba a la policía por no hacer un seguimiento con Hodgson de su mensaje de advertencia. Se espera un informe final este verano.
El jueves, Hodgson declaró que advirtió de un tiroteo masivo porque Card amenazó con violencia a varios miembros de la unidad y que sus amenazas y delirios iban en aumento. Y tenía acceso a armas.
«Su comportamiento era muy amenazador. Iba en aumento. La totalidad de las circunstancias, los acontecimientos que condujeron a ese momento, me convencieron de que iba a causar daños», declaró.
Otro reservista, Daryl Reed, testificó que fue testigo directo del deterioro mental y físico de Card, al ver cómo un «tipo normal» que comerciaba con éxito con acciones y amaba la caza y las actividades al aire libre se volvía cada vez más paranoico y creía que los demás le llamaban pedófilo.
Card también adquirió un visor térmico con telémetro láser que, según dijo, costó 10,000 dólares, y demostró cómo podía utilizarse para detectar animales, incluso por la noche, explicó Reed.
Añadió que a sus compañeros reservistas empezó a preocuparles que Card pudiera convertirse en un peligro para sus colegas. Varios de ellos declararon que se sorprendieron cuando Card fue dado de alta de un hospital psiquiátrico después de solo dos semanas.
En una serie de entrevistas exclusivas realizadas en enero, Hodgson declaró a The Associated Press que conoció a Card en la Reserva del Ejército en 2006 y que se hicieron muy amigos después de que ambos se divorciaran de sus cónyuges más o menos al mismo tiempo. Vivieron juntos alrededor de un mes en 2022, y cuando Card fue hospitalizado en Nueva York en julio, Hodgson lo llevó de vuelta a Maine.
Cada vez más preocupado por la salud mental de su amigo, Hodgson advirtió a las autoridades después de que Card comenzara a «enloquecer» tras una noche de juego, golpeando el volante y casi chocando varias veces. Tras hacer caso omiso de sus ruegos para que se detuviera, Card le propinó un puñetazo en la cara, según Hodgson.
«Me costó mucho denunciar a alguien a quien quiero», dijo. «Pero cuando se te ponen los pelos de punta, tienes que escuchar».
Algunos oficiales restaron importancia a la advertencia de Hodgson, sugiriendo que podría haber estado borracho debido a la hora que mandó su mensaje texto. El capitán de la reserva del ejército Jeremy Reamer, oficial al mando de la unidad de reserva dijo que no era «el más creíble de nuestros soldados» y dijo que su mensaje debía tomarse «con un grano de sal».
Hodgson dijo que lucha contra el trastorno de estrés postraumático y la adicción al alcohol, pero afirmó que no había bebido esa noche y que estaba despierto porque trabaja de noche y esperaba la llamada de su jefe. «Me aflijo cada día por las muchas vidas que se pierden sin motivo y por las que siguen afectadas hoy», declaró a la AP a principios de este mes.
Cara Cookson, directora de servicios a las víctimas de la Oficina del Fiscal General de Maine, también testificó el jueves y describió entre lágrimas la desalentadora tarea de responder a la enormidad de la tragedia con un «mosaico de recursos».
El jueves por la tarde, el Maine Resiliency Center, que ofrece apoyo a las personas afectadas por los asesinatos, celebró un acto conmemorativo de los seis meses de la tragedia que atrajo a varios centenares de personas a un parque de Lewiston.
Al comienzo de la ceremonia se leyeron en voz alta los nombres de las 18 personas que murieron, y había 18 sillas vacías, cada una con una vela y un corazón azul, en homenaje a las víctimas.
El gobernador también se refirió al aniversario. «Nuestros corazones todavía están sanando, y el camino hacia la curación es largo, pero seguiremos recorriéndolo juntos», dijo Mills en un comunicado.
Por David Sharp y Patrick Whittle
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