Los residentes chinos en la ciudad de Xi’an continúan buscando ayuda externa desde que la política anti-COIVD-19 de China impuso un estricto cierre, lo que provocó una escasez de alimentos durante más de veinte días.
Según un artículo del 11 de enero del diario estatal China Youth Daily, el trabajador de decoración de 62 años Liang Yanping de Hubei y sus compañeros de trabajo, tras el repentino cierre en Xi’an, quedaron aislados en una casa inacabada sin calefacción, estufa, o muebles. Sobrevivieron tres semanas a temperaturas gélidas durante la época más fría del año con solo tres cajas de fideos instantáneos. El artículo elogió a los trabajadores por ser las «personas más amables» que no causaron ningún problema a Xi’an, y solo pidieron una comida en el festival de Año Nuevo.
El artículo también confirmaba indirectamente la dificultad para acceder a tratamiento médico durante el cierre, debido a que otro ciudadano se vio imposibilitado a acudir al hospital por una repentina dislocación ósea.
El Washington Post informó el 5 de enero que una mujer embarazada que sangraba se quedó sentada en la entrada del hospital de Xi’an Gaoxin a la espera de recibir tratamiento médico y finalmente abortó debido a que no recibió el tratamiento oportuno.
La Sra. Le, residente de la comunidad de Yangjiacun del distrito de Yanta en la ciudad de Xi’an, dijo a la edición en chino de The Epoch Times: «nunca podemos ver [la entrega de verduras por parte de las autoridades] (…) nos dieron un número de teléfono de un repartidor de verduras, pero [el teléfono] siempre estaba apagado y no enlazaba».
Según Le, en su complejo de vivienda, tras el cierre, solo se quedó un código QR para un chat grupal y un voluntario «solo para mostrar».
Los funcionarios son «solo responsables del poder, no de las personas», dijo Le. Las personas fuera de China «necesitan ver la vida real de la gente común en Xi’an y no dejarse confundir por la ilusión mostrada por las autoridades».
El 9 de enero, una cuenta de Weibo (la versión china de Twitter) con el nombre de Du Weilong posteo que vive en la zona de alta tecnología de Xi’an, Gaoxin, y que llevaba casi 20 días encerrada en su casa, sin poder salir más que para hacerse pruebas de ácido nucleico.
«Solo recibí vegetales una vez, 2 papas, 2 cebollas, un repollo y dos rábanos blancos» durante el período y no recibió ningún otro alimento hasta el momento.
«¿Qué vamos a comer? ¿Nos vamos a morir de hambre en casa?»
Du cuestionó la propaganda de las autoridades sobre el envío de vegetales a Xi’an procedentes de otras ciudades del país y dijo: «¿Por qué nosotros, la gente, no podemos recibirlos?». También dijo que todos en su familia lo han padecido, «todo el mundo se está muriendo de hambre».
Du esperaba que a través de la ayuda en las redes sociales pudieran conseguir comida y «no morirse de hambre en casa».
Aunque el posteo de Du fue rápidamente censurado, un reportero de The Epoch Times conservó una captura de pantalla de su posteo.
El Sr. Chen, residente de la ciudad de Xianyang a 31 kilómetros (19 millas) de Xi’an, dijo a la edición en chino de The Epoch Times el 10 de enero que unos días antes, cuando terminó el trabajo y se dirigía a casa por la noche, de repente encontró su camino a casa bloqueado por una valla de hojalata construida en la carretera de Wangxian, que limita con el este del distrito de Weicheng.
En el otro lado, a unos cientos de metros de distancia, los oficiales de defensa y control también habían colocado una barrera, y a los que habían salido por ese lado también se les impidió entrar o salir.
Chen dijo que él y más de 200 personas quedaron atrapadas en un cerco de casi un kilómetro de las dos fronteras por «un bloqueo de emergencia».
Cuando trataron de explicar que iban a conseguir certificados de ácido nucleico de 48 horas y que solo querían ir a casa a comer algo caliente, todo lo que recibieron fue el silencio de los oficiales de seguridad al otro lado de la valla.
Además de los residentes que no pudieron volver a casa, había una ambulancia y un camión con una pancarta que decía «combatir la epidemia, proteger el sustento de las personas, superar las dificultades juntos». Chen dijo que esto era «muy irónico».
La multitud esperó ansiosamente en la fría noche de 4 °C (39.2 Fahrenheit) durante 10 horas hasta las 3 a.m. hasta que llegaron a un acuerdo con los oficiales de prevención de epidemias de que finalmente podían irse a casa, pero a partir de ese momento tenían que quedarse en casa y no volver a salir.
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